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El Caracazo cumple 20 años: Contra el capitalismo por un billete de autobús

Por EUGENIA REDONDO (SOITU.ES)
Actualizado 27-02-2009 23:34 CET

Apenas despuntaba el alba cuando cientos de caraqueños que se disponían a ir a trabajar se encontraron con una desagradable sorpresa al montarse en el autobús. El billete no había subido un 30% como estaba anunciado, sino que los chóferes pedían hasta un 100% más por el pasaje. Era fin de mes y la crisis había dejado muchos bolsillos vacíos. La cólera que incendió a un pueblo que había pasado de vivir en la 'Venezuela Saudí' a la pobreza, despertó años de frustración acumulada. La revuelta más sangrienta de Venezuela había comenzado. El mal llamado Caracazo —ni se redujo a Caracas, ni duró sólo un día como sugiere su rotundo nombre— cumple 20 años y está más vivo que nunca. La Venezuela de hoy, no se entiende sin saber qué pasó en aquellos cinco días fatídicos, que dieron lugar a una cadena de acontecimientos que todavía no se han frenado. El mismo presidente, Hugo Chávez, recuerda una y otra vez que el Caracazo fue "el germen" de su revolución bolivariana. Al margen del polémico mandatario, el Caracazo o Sacudón está hoy más vigente que nunca. No en vano, fue una de las primeras revueltas que se dieron en el mundo contra el neoliberalismo y el Fondo Monetario Internacional.

Margarita López Maya, socióloga de la Universidad Central de Venezuela y profesora invitada de las Universidades de Columbia y Oxford, ha consagrado parte de su carrera a analizar el impacto de los sucesos que tuvieron lugar en esos días en la Venezuela actual. Ella es la primera que opina que el Caracazo es "uno de los primeros episodios emblemáticos del despertar de los pueblos contra el capitalismo". No es una interpretación sociológica, sino que así se manifestó en su momento. El pueblo, en especial los pobres y la clase media, habían visto cómo los tiempos de la bonanza petrolera quedaban atrás y lo vincularon con las recetas liberales dictadas por el Fondo Monetario Internacional que se aplicaron en el país caribeño. La pobreza extrema comenzó a manifestarse por las calles de las principales ciudades. Cuando comienza el año 1989, los venezolanos acumulaban casi una década de malestar social.

Así llegó al poder por segunda vez Carlos Andrés Pérez, recordado por su carisma y por ser el flamante presidente durante los mejores años de crecimiento en el país impulsado por la renta petrolera. Su predecesor, Jaime Lusinchi , aunque aplicó medidas de corte neoliberal, se mostró muy reacio a someterse a los ajustes recomendados por el FMI. En la misma línea, Carlos Andrés, como se le conoce popularmente, juró'"no arrodillarse" ante el organismo internacional. Tardó pocos días en incumplir su promesa. Dieciséis días más tarde, prendió la mecha.

Las protestas llevaban escuchándose varios días, pero la subida del pasaje del transporte colectivo fue la gota que colmó el vaso o, en palabras de López Maya, "el fósforo de una bomba ya montada". No es difícil imaginarse cómo se contagió la indignación. A los gritos de los pasajeros frustrados, acudieron curiosos que pasaban por allí, vecinos también frustrados por la escandalosa subida de los precios de los alimentos básicos y, algo inaudito en el país, ¡el petróleo! La respuesta de las autoridades fue el silencio. Según la socióloga, "se produjo un vacío de poder", que propició la propagación de las revueltas. Por primera vez en muchos años, las gentes de los cerros (donde viven habitualmente los ciudadanos más pobres) bajaron en masa al centro de la ciudad. Sin señales de Carlos Andrés ni sus ministros, "sintieron que la ciudad estaba vacía", explica la experta, por lo que a las protestas, no tardaron en seguirle los saqueos.

Un día más tarde ya era evidente que Venezuela vivía la crisis política más seria de la era democrática. Tras 24 horas de desaparición institucional, la respuesta gubernamental no pudo ser más violenta. "Durante la madrugada, el Ejecutivo sí había dado la orden sacar a las Fuerzas Armadas y a la Guardia Nacional a la calle para reprimir los disturbios", recuerda López Maya, a quien aquellos acontecimientos le impactaron de sobremanera. El resultado fue una espeluznante matanza perpetrada, en su mayoría, por las fuerzas de seguridad del Estado. La experta el el Caracazo cuenta que, "cuando finalmente el Gobierno controló la situación, los muertos se contaban por cientos". La cifra sigue siendo una incógnita. Las autoridades llegaron a reconocer que murieron 200 personas durante los disturbios; Algunas organizaciones, basándose en denuncias de las familias de los desaparecidos, hablan de 500 muertos; Sin embargo, la aparición de fosas comunes años después, sugieren que la cifra podría ser más alta, cercana a las 2.000 personas.

Cárlos Andrés siguió gobernando, pero ya no había vuelta atrás. "La actuación criminal del Estado venezolano esos días selló la suerte del régimen democrático y sus actores hegemónicos", explica López Maya. Según la socióloga venezolana, la sociedad, no sólo perdió la comunicación con el Estado, sino que "retiró su confianza al Presidente y a los partidos tradicionales Acción Democrática (socialdemócrata) y COPEI (socialcristiano) y haciendo uso de una creciente política de la calle comenzó la búsqueda de actores alternativos que pudieran representarla y conducirla hacia una nueva fase".

La ruptura política acarrea también una ruptura social que podíamos llamar de forma algo simplona la confrontación entre ricos y pobres. "No nos quieren. Ahora nos llaman oligarcas", se quejaba una mujer de clase media alta durante mi primera visita a Caracas, dando cuenta de esta fractura, y de la politización de todas las esferas de la sociedad en Venezuela. En este contexto, al que se le unieron una larga cadena de escándalos de corrupción en las altas instancias gubernamentales, aparece un personaje al que todos conocemos: el controvertido Hugo Chávez Frías.

De villano a héroe

La corrupción política y los ajustes económicos han servido para argumentar lo que Chávez define ahora como "actividades subversivas". Para López Maya, esta "subversión" no se hace visible hasta la intentona golpista de 1992, encabezada por el actual mandatario. Los alzamientos fracasan a las pocas horas, pero causan un gran impacto entre los venezolanos. Según la experta, "quedó claro que el Ejército —que dos años antes había sido cómplice de la masacre— estaba dividido", por lo que el pueblo recuperó, en parte, la confianza en las fuerzas armadas. Pero la figura que sin duda sale más reforzada de estos acontecimientos es el propio Chávez, también militar que, cuando dos años más tarde sale de la cárcel amnistiado por el presidente Rafael Caldera, funda el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, el precursor del Movimiento V República, que triunfa en las elecciones de 1998.

No es de extrañar que, el chavismo haya apelado al Caracazo para movilizar a las clases más desfavorecidas de Venezuela, que le prestaron todo su apoyo, con una nueva conciencia política basada en las movilizaciones. "El bolivarianismo ha tratado de identificarse con el Caracazo desde un punto de vista ideológico", apunta López Maya, que plasmó todas estas ideas en su trabajo, 'La política de la calle', en la que aborda esta nueva forma de manifestarse de los ciudadanos. De acuerdo con la socióloga venezolana, "el pueblo venezolano ha encontrado en salir a la calle la vía para comunicarse con los gobernantes y la máxima vía de expresión política". Consciente de esto, el Gobierno venezolano, en su estrategia, ha recuperado una de las frases que aparecen en el himno nacional: "Venezuela, el pueblo bravo". Así se refiere constantemente a sus seguidores.

Pero la protesta no es monopolio de los partidarios del mandatario. Sólo hay que verlo en las noticias que nos llegan desde el país suramericano. Venezolanos de todos lo colores se lanzan en masa a las calles para manifestar su conformidad o disconformidad con las medidas gubernamentales que se ponen en marcha en cada momento. Tanto es así que, según la ONG Provea, desde octubre de 1989 a septiembre de 2000 se produjeron un total de 8.355 protestas en el país, es decir, tuvieron lugar 2,08 protestas diarias, incluyendo fines de semana y festivos. El último ejemplo lo encontramos en las multitudinarias manifestaciones a favor del 'sí' o a favor del 'no' en el referéndum sobre la enmienda constitucional que prohíbe la reelección indefinida en Venezuela.

López Maya asegura que esto es producto de la seguridad que sienten los venezolanos a la hora de manifestarse políticamente desde los trágicos sucesos del 27 de febrero de 1989 y resalta que en la Carta Magna de 1999 se incluyó un apartado que prohíbe portar armas de fuego durante las manifestaciones algo que, en su opinión, es "muy significativo". Pero también del recuerdo doloroso de unos acontecimientos que nadie, ni chavistas ni opositores, quieren que se repitan.

Para saber más sobre el Caracazo

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