Londres.- El galés Bryn Terfel, una de las voces más poderosas entre los bajos barítonos de la actualidad, ha vuelto al Convent Garden para hacer "El Buque Fantasma", de Wagner, tras haber escandalizado al renunciar al papel de Wotan en este mismo coliseo la pasada temporada.
La Royal Opera House parece haberle perdonado la espantada que protagonizó entonces tras haber ensayados sólo dos actos de "Siegfried" y que el cantante justificó por motivos familiares: quería estar cerca de sus hijos.
Terfel se estrenó en el papel del marinero condenado a vagar hasta el fin de los tiempos por los siete océanos con la Welsh National Opera en Cardiff, donde su gran poder de atracción entre el público británico, y especialmente sus compatriotas galeses, garantizó un lleno en todas las funciones.
La producción de Cardiff, importada de la Ópera de Zúrich, resultó muy polémica: la dirigió David Pountney, quien, en un alarde de modernidad, decidió abandonar el ambiente marinero en que se desarrolla la historia para situarla en el espacio exterior.
Esta nueva producción de Tim Albery para la Royal Opera House, que podrá verse hasta el 7 de marzo, es afortunadamente mucho más tradicional ya que permite concentrarse en la orquesta y las voces en lugar de verse uno continuamente distraído por vídeos de objetos espaciales.
Los decorados, de Michael Levine, son simples y de una extraordinaria eficacia gracias además a la luminotecnia de David Finn: la enorme cubierta inclinada de un barco, cruzada por dos sogas diagonales, domina casi todo el tiempo, y el cambio de escenario en una ópera representada sin interrupción se lleva a cabo con gran facilidad.
Para la escena de las costureras, cae del techo una plataforma en la que están colocadas varias hileras de máquinas de coser con las correspondientes lámparas, y para el dramático momento en que Wagner contrapone el coro de los marineros al de los malditos del Buque Fantasma, se abre, en un eficaz golpe de efecto, una bodega de la que salen gritos endiablados.
Gracias a la ausencia de intervalos, la ópera de Wagner adquiere una excepcional intensidad dramática y las dos horas y media aproximadamente que dura la representación se pasan volando gracias sobre todo a la enérgica dirección musical de Marc Albrecht, titular la Filarmónica de Estrasburgo, que ya hizo esta misma esta obra en el festival de Bayreuth.
A todo ello contribuye sin duda el hecho de que la música de El Holandés Errante, quintaesencia de la ópera romántica alemana como Der Freischütz, de Weber, resulta mucho más fácil al oído que la de las posteriores óperas del compositor como el Ring o Parsifal.
"El Holandés Errante", Wagner no está lejos todavía lejos de la "gran ópera" de Meyerbeer ("Los Hugonotes") o Spontini, e incluso de Beethoven, y su lenguaje melódico evoca a veces el francés y el italiano (Bellini), sobre todo en las arias, los duetos y la cavatina.
Es cierto que la economía de personajes y de acción, entre otras cosas, ayuda a la condensación, pero en esa obra no se produce si no de manera muy incipiente aún la transición de la ópera tradicional al "drama musical", la gran creación musical wagneriana.
Junto a Terfel brillan en sus respectivos papeles en esta nueva producción la alemana Anja Kampe (Senta), una soprano de timbre luminoso, el bajo alemán Hans-Peter König (capitán), y su compatriota, el tenor dramático Torsten Kerl, a los que hay que añadir los excelentes coros masculino y femenino de la casa.
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