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Huracanes, penuria económica y apertura exterior en el primer año de Raúl Castro

EFE
Actualizado 23-02-2009 16:00 CET

La Habana.-  En el primer año de Raúl Castro como presidente, que se cumple este martes, sobresalen tres huracanes demoledores, el agravamiento de la perenne crisis económica cubana, más continuidad que reformas, éxitos diplomáticos y el protagonismo perseverante de su hermano Fidel.

Aunque ejercía como interino desde 2006, cuando su hermano enfermó y debió renunciar tras medio siglo en el poder, el nombramiento del general Castro lo escenificó la Asamblea el 24 de febrero de 2008.

La penuria que arrastra Cuba desde que quebró la Unión Soviética la agudizaron en 2008 tres huracanes que causaron siete muertos y perdidas de 10.000 millones de dólares.

Las autoridades reconocen que tardarán en reponer medio millón de casas destruidas o averiadas, cultivos arrasados, líneas de energía y comunicaciones y toneladas de alimentos perdidos, en un país que ya importa más del 80 por ciento de los que consume.

Fueron utilizadas todas las reservas, incluso las militares, para atender a millones de damnificados, pero aún así es "imposible resolver la magnitud de la catástrofe con los recursos disponibles", señaló el diario Granma, portavoz del gobernante Partido Comunista.

Muchos diplomáticos y analistas achacan al deterioro económico causado por los ciclones, en parte, el freno e incluso la marcha atrás en las reformas que había prometido Raúl Castro, aunque se citan también supuestas disputas en la cúpula y el papel de su hermano, aún primer secretario del Partido.

Tras aceptar que Cuba padece un exceso de prohibiciones, muchas absurdas, el nuevo presidente levantó en su primer año unas pocas, como las que vedaban a sus compatriotas los hoteles y los celulares, y entregó tierras ociosas a campesinos, con resultados aún por ver.

También prometió reformas estructurales y de gobierno, pero los cambios en su gabinete -casi el mismo que tenía Fidel- han sido mínimos y en algunos casos de título, como el ascenso a vicepresidentes de ministros que siguen, no obstante, con las mismas carteras y responsabilidades.

Hartos de décadas de restricciones y escaseces, muchos cubanos recibieron con alivio e incluso ilusión los anuncios de cambio, aunque Raúl Castro aclaró que sería económico y no político, y manteniendo el socialismo.

Luego en las calles se observó desde desánimo contenido hasta descontento airado, cuando se hizo evidente que las reformas habían sido reducidas o postergadas.

Pero los augurios del exilio sobre un derrumbe cuando Fidel Castro dejara las riendas no se han cumplido este año: incluso se apunta que tiene el privilegio de supervisar su sucesión.

Sobre derechos y libertades, el gobierno aseguró recientemente en Ginebra, ante el correspondiente consejo de la ONU, que en Cuba se respetan, mientras la oposición dice exactamente lo contrario.

La Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (oposición) no ve "mejoras significativas" en el primer año del general Castro.

Aunque registra una reducción de presos políticos -205 ahora, 29 menos que hace un año-, afirma que en libertades civiles, políticas y económicas prevalece "el peor panorama en toda Iberoamérica", ya que el gobierno "transgrede todos y cada uno de los mencionados derechos".

La merma de presos políticos fue una de las bazas esgrimidas en la Unión Europea para levantar en junio las sanciones simbólicas que impuso a La Habana en 2003 -como invitar a disidentes a cócteles en las embajadas-, a raíz de una ola represiva que llevó a las cárceles a 75 opositores.

Detrás yacía el temor de que Estados Unidos, tras unas elecciones que podía ganar Barack Obama, como en efecto ocurrió, se adelantase a Europa en la apertura hacia Cuba, algo en lo que también tomó impulso América Latina.

Como muestra de los éxitos diplomáticos, seis presidentes latinoamericanos desfilaron por Cuba en las últimas semanas y al menos otros dos están en camino, mientras Raúl Castro hizo en diciembre su primer viaje oficial al exterior, a Brasil, con escala en Caracas.

La reciente visita a Cuba de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, originó un barullo diplomático porque Fidel Castro, tras recibirla, divulgó un artículo que apoyaba el reclamo boliviano de una salida al Pacífico.

Pero no fue el único incidente: cuando Europa levantó las sanciones, el octogenario la llamó "hipócrita" en otra "Reflexión", y a Obama no le concedió ni diez días en la Casa Blanca antes de fustigarlo en varias columnas.

Algunos analistas ven una puja entre hermanos; otros opinan que Raúl Castro tiene el control.

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