Logroño.- La industria agroalimentaria española que se dedica a los llamados "alimentos funcionales" -alimentos a los que se añaden sustancias específicas para el colesterol o la tensión- es partidaria de incidir en proyectos educativos en las escuelas que promuevan una alimentación saludable.
Así lo han explicado a EFE en Logroño el consejero delegado de Exxentia-Puleva Biotech, Juan Carlos de Gregorio, y la vicepresidenta de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) en España y responsable de Comunicación en España de Unilever, Ana Palencia.
Ambos han sido dos de los ponentes del Foro "Innovación para una alimentación saludable", que ha reunido en Logroño a científicos, médicos y empresarios del sector de la alimentación para analizar cómo pueden colaborar estos tres ámbitos para avanzar hacia un estilo de vida más saludable.
En este Foro, varias empresas han detallado sus proyectos para añadir a productos vegetales o lácteos componentes que potencien la reducción del colesterol o actúen sobre los triglicéridos, entre otros.
Palencia ha subrayado la implicación del sector en la "estrategia Naos", acrónimo en inglés de nutrición, actividad física y salud, que está respaldada por la Organización Mundial de la Salud y que se basa en diferentes estadísticas, como que "si se mejora la alimentación, se puede reducir un tercio de las muertes por causas cardiovasculares y entre un 30 y un 40 por ciento los cánceres".
Para desarrollar esta estrategia, la FIAB firmó un convenio con el Ministerio de Sanidad en 2005 por el que se crearon grupos de trabajo sobre la publicidad de los alimentos, sobre su composición, de información al consumidor y un observatorio de la obesidad.
Los trabajos de esos grupos han deparado "frutos" como que el sector haya promovido "una autorregulación publicitaria, que ha sido puesta de ejemplo en muchos otros países", y que "se haya constatado una tendencia en ciertos componentes grasos de todas las margarinas o de los azúcares en los néctares de frutas", ha subrayado.
"Vamos a seguir comprometidos en este trabajo porque es un compromiso social de las empresas", ha afirmado Palencia, quien ha indicado que, "aunque no somos los responsables de problemas como la obesidad, nosotros queremos promover la salud".
Más allá de ese compromiso, "es una estrategia empresarial para ganar dinero a largo plazo", ha admitido De Gregorio, quien cree que las compañías están obligadas a "hacer productos que dejen satisfecho al consumidor, también en cuanto a salud".
"Nuestro éxito es la salud del consumidor y para eso analizamos las necesidades nutricionales que hay en la sociedad actual y que se deben a las desviaciones que produce nuestro modo de vida", ha explicado y ha admitido que "con una vida sana no hacen falta alimentos funcionales".
Cree que en el futuro aumentará la producción de estos alimentos funcionales, "enfocados hacia una línea de prevención" de enfermedades, "no para sustituir medicamentos, sino para aislar patologías".
"En pocas décadas la esperanza de vida ha crecido en treinta años, nos han regalado ese tiempo y hay que aportar todo lo posible para que se disfrute con calidad", ha asegurado.
Otro de los participantes en este seminario ha sido el jefe clínico de Endocrinología del Hospital Gregorio Marañón, Basilio Moreno, quien ha considerado "necesarios" esos alimentos funcionales por "nuestro estilo de vida".
"En zonas de montaña de Asturias o León no tendría sentido vender leche con determinados suplementos, pero en las ciudades, con el estilo de vida actual, sí", ha explicado Moreno, quien se ha referido a "los grandes avances de las industrias en este campo".
Ha considerado que "la gran epidemia es la obesidad, ya muere más gente por ella que de hambre"; y "en el mundo occidental es un problema asociado a la mala alimentación y la falta de ejercicio".
Por ello, ha incidido en que "el mensaje que debe calar en la población es contra la obesidad y, para ello, hay que empezar desde la escuela, que un niño sepa desde muy temprano qué es una caloría o un hidrato de carbono".
Ha insistido que de esta forma se evitará que la tasa de obesidad infantil aumente, ya que "en poco más de dos décadas -de 1985 a 2007- se ha triplicado", al pasar del 4,9 por ciento al quince por ciento.
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