Estaban a sólo 20 metros de la costa de Teguise (Lanzarote) y murieron ahogados. Tras el naufragio de esta patera el domingo, ayer se sacaron del mar 22 cuerpos sin vida, de ellos, entre 14 y 15 de menores. Sólo sobrevivieron seis inmigrantes, uno también menor. Al hilo de este drama que cada poco nos sacude, reproducimos un fragmento del audiolibro 'Mi nombre es nadie' (Ed. Icaria), de los periodistas de la Cadena Ser Nicolás Castellano y Carla Fibla. Ambos llevan años recogiendo de primera mano las historias de aquellos que deciden jugarse la vida subiéndose a una patera y saliendo del infierno de África hacia el primer mundo. El libro recopila una treintena de reportajes sobre las rutas de la inmigración. Entre ellos está 'Cómo hacerse mayor después del cayuco', sobre un menor que llegó en cayuco a Canarias y se quedó en las islas para atender a los que, años después, corrieron su misma suerte. Es la historia de supervivientes, como el pequeño que queda con vida del naufragio de Lanzarote, al que un surfista salvó de la muerte en los últimos 20 metros.
Mi nombre es Kane Baba Olit Siaka, vine de Mali, salí de Mali hace tres años y medio para [venir en] patera aquí y ahora estoy trabajando de cuidador con ellos. Ha sido muy duro de caminar, la guagua, el Land Rover, el agua, la patera, ha sido muy duro. De Mali a Argelia en la guagua, y en Land Rover de Argelia para Marruecos y después de Marruecos para el Sáhara, de allí del Sáhara cogimos la patera para aquí, Canarias".
Desde que llegó en patera a la isla de Fuerteventura en el año 2002, Kane no ha olvidado ni un solo detalle de su vida en las islas. Cuando salió de Mali tenía 17 años, al llegar a Canarias tuvo que permanecer en un centro de acogida de menores inmigrantes hasta superar la mayoría de edad. Conoce muy bien cómo funciona el día a día de estos centros convertidos desde finales de 2005 en el hogar de los niños de los cayucos. Kane no olvida el trabajo que le ha costado ni tampoco el porqué de su peligroso viaje hacia las islas: "Sabemos todos que el camino es duro pero si hay necesidad tenemos que salir. No venimos aquí porque nos gusta, si tú ves que tu familia no come, tiene necesidad, tienes que salir para ayudar a tu familia"
Kane tiene una sonrisa casi permanente, se siente muy afortunado por haber cumplido el sueño de poder trabajar en España y enviar cada mes a su familia 400 euros que hacen que sus hermanos ya no pasen hambre. Ahora es cuidador y traductor de los menores que como hizo él llegan en estos momentos a las islas con una misma premisa, ayudar a su familia. Eso sí, el gesto se le endurece cada vez que conoce nuevos naufragios de africanos como él que mueren en el intento de llegar a Canarias...
"Cuando ves a los muertos... ellos ven a los muertos, sufren, pero, uff... ¡Si no tienes otras cosas que hacer, vivir allí es como vivir también como un muerto donde están viviendo, porque no tienen nada para comer".
[...]
Kane está convencido de que sólo con patrulleras y con la extrema vigilancia de las costas no se va a conseguir frenar el fenómeno migratorio. África necesita ayuda y, por ello, cuando algún amigo de Mali le pregunta por el viaje en cayuco, él les anima a emprender la aventura [...] "Si Europa ayuda a África y ponen las empresas allí, ponen las clases para ayudar a África, no salen los chicos. Si Europa no quiere que entren los chicos tiene que ayudar a África, porque —insisto— hay un montón de gente aquí que son muy ricos y no piensan ni en ayudar a los pobres, eso también es malo. A mí si me hubiera ayudado Europa con lo que yo necesito; algo de dinero y con la comida para la familia, yo no hubiera salido".
Kane confiesa que tuvo que arriesgar la vida como todos los jóvenes a los que cuida ahora en Gran Canaria, porque para un africano conseguir un visado y entrar legalmente en España para trabajar temporalmente es ahora mismo una odisea inalcanzable. Kane cuenta su historia en la oficina del centro de acogida que la ONG Nuevo Mundo gestiona en Arinaga, en Gran Canaria. Las mismas personas que le atendieron a él cuando llegó en patera le han contratado como traductor y cuidador de los menores que llegan ahora en cayucos. En este centro hay más de 100 jóvenes, la mayoría de Senegal y Mali. Para ellos, Kane es el ejemplo a seguir.
[...]
"La normalización del menor es vital. Es un menor que ha arriesgado su vida, que ha puesto el máximo de sus ilusiones y sus esperanzas y los pocos recursos (de los que disponía) para llegar al primer mundo. Y ese primer mundo le debe acoger al menos con mucha dignidad [...]", explica José Felipe Santana, director del centro. Lleva atendiendo a menores inmigrantes llegados en patera desde que empezaron en Fuerteventura y Lanzarote. Reconoce que la situación de 2006 había desbordado todas las previsiones. [...] La situación que se vivía en Canarias en 2006 con los menores inmigrantes no tenía precedentes. Las plazas previstas en las islas para estos jóvenes eran 250, por lo que se habían improvisado centros de acogida como esta antigua aula del instituto tecnológico de Canarias. Este año se suceden varios brotes xenófobos contra estos pequeños. [...] [Pero] la situación general es mucho más amable.
Es mediodía y llega la hora de que uno de los cuatro grupos en los que se dividen estos jóvenes asista a clases de español. "Tijera,eso es una tijera, lápiz, goma, ya está". Ambe pronuncia estas primeras palabras que conoce del castellano de manera lenta, pero segura. Ambe es uno de esos chicos del centro, tiene 15 años, procede de Senegal y llegó a Gran Canaria en un cayuco que partió hace más dos meses de la costa de Mauritania. Está muy contento con las primeras palabras que empieza a pronunciar en castellano [...] Ambe mira a sus profesoras y contesta a una pregunta de manera muy firme cuando se le cuestiona si quiere ser trasladado a otro centro en la península. "A mí me gusta estar aquí, y no quiero moverme de aquí para ningún centro". La saturación de los centros de menores en Canarias llevó al gobierno de las islas a solicitar la colaboración de otras comunidades autónomas. Pero entre ellos no tienen muy claro en qué les puede beneficiar que les trasladen de nuevo y esta vez fuera de Canarias. Sólo en Gran Canaria habían sido trasladados ya en apenas cuatro meses por cinco centros provisionales diferentes, entre ellos incluso un polideportivo municipal.
Mamadú es de Mbour, en el sur de Senegal, el lugar de donde habían salido muchos de los cayucos que habían alcanzado las costas canarias. Salió directamente desde su pueblo situado a 1.800 km al sur de Tenerife adonde llegó gracias al pescado que iban capturando en el trayecto. "Éramos 103 personas y por suerte no murió ninguna. Sólo comíamos sardinas, pescado que íbamos pescando, galletas, agua". Entre este centenar de jóvenes hay un caso muy particular. Omar Bande tiene 17 años, es senegalés, pagó 2.000 euros por subirse a un cayuco desde Mauritania, un dinero que ahorró gracias a su madre. [...] Tiene dos hermanos mayores, uno llegó también en cayuco en marzo, el otro reside en Barcelona. 40 días después de estar en un centro de retención su hermano mayor fue expulsado a Dakar en el polémico vuelo en el que se repatriaron a Senegal 100 jóvenes que generaron incluso manifestaciones contra el gobierno de Wade, en mayo de 2006. A pesar de lo que le sucedió a su hermano, él no dudó en subir a su cayuco en Nuadibú. "Yo dije que iba a intentar suerte, a ver si lo que le pasó a mi hermano no me pasaría a mí". Ellos pueden al menos contar su aventura.
Todos coinciden en lo mismo: ésta no es la solución que se habían imaginado, porque la ley española no les permite trabajar hasta cumplir la mayoría de edad y no pueden enviar dinero a su familia. Sidi Sisogo, 17 años, de Mali, considera muy injusto que se tengan que jugar la vida en un cayuco porque nadie les da un visado. Igual que Tayron Yai, es mauritano, su reflexión sobre la muerte evidencia la situación que vivía en su país: "Es la vida, que si llega el momento te mueres, aunque no cojas la patera para venir aquí, durmiendo puedes fallecer y nadie puede evitar esto, es la vida".
Tayron, Mamadú, Omar, Sidi, Ambe, así hasta 2.000 menores que pasaron en 2006 y 2007 por unos centros desde donde quieren empezar a cambiar sus vidas dejando atrás los cayucos y las pateras.
* Nicolás Castellano y Carla Fibla son periodistas de la Cadena SER y autores del audiolibro 'Mi nombre es nadie' al que pertenece este fragmento de reportaje.
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.