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El canto quechua de "La teta asustada" ganó el Oso de Oro y "Gigante" cautivó a Berlín

EFE
Actualizado 14-02-2009 22:27 CET

Berlín.-  La Berlinale se rindió al canto quechua de la hispano-peruana "La teta asustada", de Claudia Llosa, ganadora del Oso de Oro de ese festival, erigido en plataforma del nuevo cine latinoamericano al dar otros tres premios a la uruguayo-argentina "Gigante", de Adrián Biniez.

El jurado presidido por la actriz escocesa Tilda Swinton, con la directora española Isabel Coixet entre sus miembros, optó por las cinematografías aún por explorar y dio su máximo honor a "La teta asustada", primer film de Perú a competición en la historia de la Berlinale y, además, hablado en un 40 por ciento en quechua.

"Gigante", rodada en Montevideo, ganó el Gran Premio del Jurado -compartido con la alemana "Alle anderen", de Maren Ade-, el galardón como mejor ópera prima y el Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, asimismo ex aequo con "Tatarak", del veterano Andrzej Wajda.

Biniez cautivó con la historia de su enorme vigilante de hipermercado enamorado de una empleada y subió hasta tres veces al escenario del Berlinale Palast a por sus sucesivos premios, primero emocionado, luego atónito y finalmente dando un alarido.

Llosa, emocionada hasta las lágrimas, dedicó su premio a Perú y recordó que el determinante papel de los coproductores españoles como plataforma de una cinematografía que difícilmente sale de sus fronteras. Su actriz principal, Magaly Solier, embelesó al auditorio al cantar una pieza en quechua, emotiva y mágica como en el filme.

La directora, de 32 años, nacida en Lima y afincada en Barcelona, representaba a una cinematografía debutante, la peruana, desde la magia de la lengua indígena. Biniez, nacido en Buenos Aires en 1974 y residente en Montevideo, acudía a Berlín con su primera película.

"La teta asustada" es una película enigmática, que transcurre entre agrestes paisajes de los barrios más pobres de Lima y que remite al drama de las miles de mujeres peruanas violadas o torturadas en los años de guerra y terrorismo.

Cuenta esa historia a través de Fausta, el papel que interpreta Solier, una muchacha que trata de dar un entierro digno a su madre, violada como miles de mujeres más en las dos décadas de guerra y terrorismo.

La película toma el nombre de la misteriosa enfermedad que, según el decir popular, transmiten a sus hijos a través de la leche materna las mujeres que fueron violadas o torturadas en el embarazo.

Coixet y Switon eligieron esa película, de corte sencillo, cargada de simbolismos y algo hermética, en un festival que plagado de grandes personajes femeninos y que recibió un buen desfile de divas, como Michelle Pfeiffer, Demi Moore y René Zerweger.

Ninguna gran estrella recibió premio, sino que los galardones, de acuerdo asimismo al sello personal de Swinton y resto de los miembros del jurado optaron por los independientes.

El Oso de Plata al mejor actor fue para el africano Sotigui Kouyate, por "London River", la película de Rachid Bouchareb a la que todas las apuestas daban como favorita, principalmente por el gran papel de Brenda Blethyn, que se quedó sin premio. La Plata a la mejor actriz fue para Birgit Minichmayr, por "Alle Anderen", segundo premio para el cine anfitrión.

El Oso al mejor director fue para el iraní Ashgar Farhadi, por "Darbareye Elly" ("About Elly"), otro de los favoritos que sí se llevó su merecidísimo premio. Otra película que encabezaba apuestas a los Osos, "The Messenger", del estadounidense Oren Moverman, tuvo que conformarse con una Plata al mejor guión.

Llosa y Biniez no fueron los únicos cineastas hispanoamericanos que se fueron con premio de la Berlinale. El Teddy, al cine de contenido homosexual, fue para "Rabioso sol, rabioso cielo", del mexicano Julián Hernández. La película vasca "Ander", de Roberto Castón, se llevó el premio de la Confederación Internacional de Cine de Arte y Ensayo.

La sección oficial de la Berlinale se cerró con la gala de la entrega de los galardones y la proyección, fuera de concurso, de "Eden in West", del director griego Costa-Gavras.

El domingo se prolongará aún el festival con el denominado día del espectador, con el que la Berlinale cumple con su tradición de festival más popular del mundo en su categoría.

En sus diez días de existencia, se proyectaron 282 películas, distribuidas en 1.238 sesiones y se vendieron un total de 270.000 entradas al público de a pie, lo que según cifras oficiales supone un nuevo récord de visitantes.

Por Gemma Casadevall

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