Los virus infecciosos que más atacan a los seres humanos y que cada invierno producen las conocidas estampas de narices irritadas, toses y ojos hinchados del resfriado, los rinovirus (del griego rhin, nariz, por donde se cuelan al organismo), ya están fichados. Investigadores del Colegio de Medicina de la Universidad de Maryland y de la Universidad de Wisconsin han secuenciado los genomas de todas las cepas conocidas de este virus y los han comparado formando una especie de 'árbol genealógico' que muestra sus relaciones, similitudes y diferencias. Para los investigadores, este estudio —que ha sido hoy publicado en 'Science' y que aparecerá mañana en versión impresa— proporciona una poderosa herramienta que podría conducir al desarrollo del primer tratamiento antiviral efectivo.
El resfriado común ha sido durante muchos años un misterio, debido, en gran parte, a que no hay un único tipo de agente infeccioso que lo cause, aunque se estima que la gran mayoría de los casos se debe a estos pequeños virus de las narices. La biblioteca de rinovirus de referencia consta de unas 99 cepas conocidas, aunque los científicos se figuran que existen muchas más, y por esta razón los intentos para desarrollar la droga única, válida para todos los pacientes infectados, han fracasado. "Creemos que esta falta de éxito se debe a una información incompleta sobre la composición genética de las distintas cepas", explica Stephen B. Liggett, director de la investigación y catedrático de medicina y fisiología de la Universidad de Maryland.
Para ordenar estas variedades del virus, Liggett y su equipo determinaron la secuencia genética completa —el conjunto de los genes y su ordenación— de las 99 cepas conocidas, así como las de algunas nuevas recientemente detectadas y, posteriormente, pusieron los resultados en común, comparando las secuencias y creando el árbol genealógico de la familia rinovírica. De esta manera, los investigadores han descubierto que las cepas están organizadas en 15 pequeños grupos provenientes de lejanos ancestros, lo que por un lado, aclara por qué una droga única no funciona frente al resfriado y, por otro, abre la puerta al diseño de fármacos especializados para cada rama del árbol familiar. "Probablemente se podrían desarrollar distintos antivirales que apuntaran a regiones genéticas específicas de algunos de estos grupos", explica el investigador.
Aunque normalmente se piense en los resfriados como una simple molestia, éstos pueden tener "efectos debilitantes en bebés o personas mayores y desencadenar ataques de asma en cualquier segmento de la población. Además, recientes investigaciones indican que infecciones tempranas en niños pueden programar su sistema inmune para desarrollar asma en la adolescencia", según Liggett. Y es que aunque en la mayoría de los casos los constipados son leves, en otros conducen a enfermedades secundarias como bronquitis, sinusitis, neumonías o el mencionado caso del asma que, según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, afecta en todo el mundo a unos 300 millones de personas y provoca unas 180.000 muertes al año. En España, esta enfermedad afecta al 5% de la población adulta y alrededor del 12% de la infantil, lo que supone más de tres millones de enfermos y un gasto de los recursos que supera al dedicado al Sida y a la tuberculosis juntos.
Pero aunque el desarrollo de antivirales parece la mejor opción, "los datos nos dan la oportunidad de reconsiderar las vacunas como una opción, especialmente, a medida que reunimos muestras que permiten conocer la frecuencia con la que mutan los virus". El descubrimiento de mutaciones, o más concretamente, de intercambio de material genético entre cepas separadas genealógicamente cuando infectan a la misma persona —la recombinación— es otro de los éxitos de la investigación, pues hasta ahora se pensaba que no podían ocurrir en el caso rinovirus humano. Durante las épocas frías, cuando muchas de estas variedades causan infecciones, la recombinación podría estar produciendo nuevas cepas rápidamente y eso fue precisamente lo que encontraron los investigadores cuando compararon muestras de pacientes infectados recientemente con las antiguas cepas de referencia. "Algunos virus mutan introduciendo ligeros cambios en ciertas proteínas para evitar ser destruidas por los anticuerpos del paciente. Nosotros encontramos mutaciones en cada área del genoma", señala Liggett. Asimismo, encontraron una parte específica de las secuencias particularmente variable y que podría determinar la virulencia del virus.
"Ahora podemos poner juntas todas las piezas del puzzle para responder a preguntas fundamentales: cómo mutan las cepas mientras se propagan de una persona a otra, cuáles están más relacionados con los ataques de asma o por qué la exposición a estos virus durante la infancia puede ocasionar asma más adelante. Con toda esta información en la mano, vemos un gran potencial al desarrollo de fármacos de más amplio espectro para el resfriado", concluye el investigador.
* Eugenia Angulo es periodista especializada y trabaja en la empresa de divulgación científica DIVULGA.
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