No hay peor cosa que los empleados de lujo cuando se pasan por exceso de celo para agradar a sus jefes. Eso es lo que le pasó ayer al presidente de la patronal bancaria (AEB), Miguel Martín, y hoy al ministro de Industria, Miguel Sebastián. Los 'migueles' han enrarecido con sus respectivas intervenciones el clima "cordial" y "correcto" de ayer entre Zapatero y Solbes y los tres grandes banqueros.
Preguntados los grandes bancos y alguno de los medianos sobre si conocían previamente el contenido de la intervención del presidente de la AEB (en la que aseguraba que la economía no se hunde aún más gracias a la banca) o estaba consensuado, la respuesta ha sido unánime: un rotundo NO. Las entidades daban por hecho que si "hasta entre Botín y Francisco González —que no están en un noviazgo rosa precisamente— los mensajes son similares, sin necesidad de pactar nada ¿cómo íbamos a pensar que Martín iba a resultar tan agresivo?" explican fuentes cercanas a uno de los grandes. Otro banco asegura que "no era necesario ¿no? Todos estamos diciendo lo mismo, explicando lo mismo. No hay demanda de crédito pero, además, ¿a quién damos los créditos? ¿A insolventes para que luego el Banco de España nos riña y aumente la morosidad? El problema de la intervención del presidente de la AEB no ha sido de fondo, sino de forma. El tono tan brutal de decirlo, la tensión que transmitía".
Lo cierto es que la imagen que ofreció ayer el presidente de la patronal bancaria en el Congreso —Martín es un hombre avezado, que fue subgobernador del Banco de España con Luis Ángel Rojo, con décadas de mili en el sector público y siempre limítrofe con la política— preocupa, y mucho, en la banca. La intervención "ha tenido justo el efecto contrario a lo que estábamos buscando. Ha ayudado al Gobierno a acentuar esa idea de que somos los malos de la película entre los ciudadanos", comenta preocupado una fuente de la gran banca.
Pero si preocupados están los banqueros con los resultados de la intervención de Martín, más cabreados están determinados sectores del Gobierno con las palabras del ministro de Industria que esta mañana (en declaraciones a Antena 3) se ha descolgado con unas declaraciones tan desafiantes como las de Martín, o más. El titular de Industria, que pasa por ser todavía uno de los hombres que susurra al oído del presidente, ha asegurado que al Gobierno "se le está acabando la paciencia con los bancos", que son "los causantes de esta crisis" y tienen que "dar la talla para salir de ella". Si no lo hacen, el Gobierno "actuará en consecuencia".
La pregunta inmediata en los medios políticos y económicos ha sido ¿habla Sebastián por sí mismo, o hace de 'poli malo', diciendo lo que Zapatero no puede decir? La mejor respuesta nos la ha dado un compañero de Gobierno, rogando que le guardemos el anonimato. "Sebastián tiene un ataque de celos porque ayer no salía en la foto en la que sí estaba Solbes. Pero, además, en su afán por mantener la imagen ante el presidente, seguro que ha interpretado algún comentario de pasillo de Zapatero sobre lo cabreado que le tienen los banqueros con lo del crédito. O alguna palabra del presidente sobre ese asunto, pero en tono coloquial."
Sea como fuere, esta vez el presidente del Gobierno no ha tardado nada en matizar las palabras de su acólito, con una explicación psicológica: su ministro de Industria simplemente trataba de refleja "un estado de ánimo" existente en muchas familias y empresas. Y después ha insistido en lo "positiva" que resultó la reunión de ayer.
Pero el comentario más cáustico e interesante sobre las meteduras de pata de los 'migueles', que han entrado como "elefantes en una fábrica donde se soplaba cristal de bohemia" (la fábrica es el encuentro de ayer entre el Gobierno y la banca) corresponde a un economista, que esta misma tarde ha rematado: "Si a los dos se les ha calentado la boca y se les han ido de las manos a sus patronos, que los despidan. Hoy, precisamente, hay 198.000 parados más que seguro que han dicho la mitad de bobadas que el señor Sebastián y el señor Martín".
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