Regresó José Luis Rodríguez Zapatero a 'Tengo una pregunta para usted' (La 1). Sí, el mismo Zapatero que reventó las audiencias de la televisión pública (30,3% de share, casi seis millones de espectadores) cuando hace dos años inauguró la versión hispana del formato francés atascándose en una pregunta que pasará a los anales de la información política: "¿sabe usted cuánto cuesta un café?".
"Es un programa incontrolable", aseguró Lorenzo Milá, presentador del show. Pero no es cierto. Milá controló a los ciudadanos más incisivos. Y TVE estuvo al servicio de un Zapatero circunspecto, como requerían las circunstancias, pero con guiños de estadista. Se trataba del programa del año: en el Telediario de las nueve de la noche conectaron con el plató de 'Tengo una pregunta para usted' ¡en cuatro ocasiones distintas! Ciertamente no había otra noticia más importante en todo el planeta Tierra que la inminente presencia en La 1 del gurú de la economía española.
La primera pregunta, de un instalador electricista de Pamplona, abordó la desaceleración que se convirtió en crisis. Zapatero, como pueden imaginar, no esperaba ni por asomo que le pusieran en semejante brete. "Le agradezco su pregunta", respondió, inaugurando un programa montado para que el presidente se defendiera de los que le acusan de ineficaz e inútil. En los ratos libres incluso se puso el traje de Obama: invocó al sacrificio individual y lanzó voces de ánimo a la tropa.
Zapatero no se enfrentó a un grupo de economistas, de filósofos o de periodistas de nivel (sí, existen). Respondió a las dudas de cien ciudadanos deprimidos que temblaban ante las cámaras y, la mayoría de las veces, decían obviedades. "Yo viviría con la tercera parte de lo que cobra usted", "¿Me va usted a proporcionar un puesto de trabajo de calidad?". El Presidente se contagió y respondió más obviedades. "Va a ser un año difícil... vamos a dar un impulso que palíe la situación... tenemos que hacer más cosas para cuando la crisis toque a su fin..."
El viento aparentemente soplaba en contra, pero Zapatero estaba tan cómodo como para ejercer de mentalista. "Ya me tocará explicar lo de los bancos, que es lo más difícil", dijo un minuto antes de que Teodoro le preguntase por el dinero que ha concedido el Gobierno a los Bancos.
Se sabía la lección. Es lo menos que se le puede pedir a un presidente del Gobierno. Pero ahí terminó todo. Ni un ápice de brillo, de talento, de imaginación. Ni una respuesta. Ni un motivo para el entusiasmo o la confianza. Con los brazos siempre abiertos a la altura del pecho, disfrazado de Click de Playmobil, Zapatero confirmó lo que ya me temía: sólo es el menos malo de los presidentes posibles.
De hecho, una simple pregunta sobre la hipocresía bastó para sacarle del guión y meterle en problemas. "El Gobierno permite que se fabriquen armas y se vendan a otros países. ¿Cuántos civiles palestinos se han matado con las armas que hemos vendido a Israel?". Ante esta primera dificultad, Zapatero se bloqueó. "Es un número insignificante... Puede que un millón de euros... Estoy seguro de que no se han empleado en eso". Un Milá siempre a su servicio le hizo el quite: cortó al antisistema. Zapatero agachó las orejas y repitió el conocido discurso de las bombas de racimo. Esas que, como matan de muy mala manera, han sido eliminadas por nuestro glorioso gobierno en un alarde de propaganda pacifista.
Si yo hubiese sido uno de los ciudadanos elegidos mis preguntas no hubiesen sido para el Presidente, que no tenía nada que decir, sino para el presentador: "señor Milá ¿cuánto nos ha costado esta promoción de Zapatero llamada "Tengo una pregunta para usted?" Me gustaría saber el presupuesto del programa. Otra: ¿Se filtran en algún momento, de alguna manera, las preguntas? Y para terminar ¿Les parece bien interrumpir un programa como éste con un bloque de publicidad?».
P.D. No puedo dejar de comentar uno de los momentos cumbre de la televisión carroñera. Tuvo lugar ayer, en Antena 3, a las 11,23 de la mañana. Una joven llamada Mercedes, que había sido agredida por un sicópata de manera brutal, es entrevistada en directo por Susana Griso. Mercedes está en su casa y aparece en pantalla con un collarín, una gran cicatriz con puntos en la frente y la cara desencajada. Susana y sus colaboradores comienzan preguntándole por los pormenores: cuenta cómo la retuvo un hombre en una casa, cómo quiso violarla, cómo la golpeo hasta casi matarla, cómo estaba cubierta de sangre... Lo normal en un programa de televisión matinal. Pero no lo suficiente. Uno de los colaboradores sugiere que Mercedes se dedica a la prostitución. "No hay derecho a esto. Eso es mentira. Cortad, por favor. ¡Me estáis juzgando a mí!", decía entre sollozos. Mientras Susana Griso hablaba a la cámara, sus colaboradores se enzarzaban en una agria discusión sobre los detalles. Los desconsolados llantos de Mercedes sonaban de fondo. Televisión repugnante, sensacionalista, cruel, de la peor calaña.
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