Ahora que entramos en un nuevo periodo electoral (con las elecciones gallegas y vascas en marzo y ya en junio las europeas), regresan las estrategias digitales de los partidos políticos en España. En esta ocasión, de nuevo algunos partidos o candidatos repiten la ya conocida, y bastante inútil, estrategia de crear en pocas semanas una intensa actividad digital que no existía antes de este periodo y que volverá a desaparecer una vez pasadas las votaciones. Otros sí que llevan ya un tiempo cultivando su identidad digital, generando con mayor o menor éxito conversaciones y comunidades a su alrededor. Estos cuentan muy probablemente con mayor credibilidad y tendrán ahora un mejor retorno de su campaña digital. Permitidme que no enlace aquí con ejemplos de unos u otros, no quiero abrir ahora ese debate, porque no es este el tema que quiero discutir aquí. En todo caso, podremos evaluar el éxito de unas y otras iniciativas dentro de unas semanas, una vez vistos los resultados.
Por el contrario, me preocupa un comportamiento que todos, sin excusa, repiten independientemente de su ideología o competencias digitales. Todos parecen vivir una doble realidad: en Internet son los candidatos digitales perfectos; en los espacios físicos no hacen la más mínima referencia a su trabajo y presencia digital. Pero, si estamos de acuerdo (y no he oído a ningún político que diga lo contrario) en que debemos reducir las brechas digitales, que necesitamos a ciudadanos competentes con la tecnología y que en estos cambios nos jugamos el futuro, ¿qué papel desempeñan en estos temas nuestros políticos? Parece que ninguno, salvo aprobar partidas presupuestarias para banda ancha, equipos informáticos o cursos de formación.
Esta contradicción no es más que la punta del iceberg de un problema más global. No contamos con políticos que sean verdaderos líderes. No necesitamos gestores (o no sólo necesitamos gestores públicos, que por otra parte podemos conseguir en el mercado profesional y que tendrán mucha mejor preparación que nuestros políticos). Necesitamos líderes transformadores. Personas que sepan ver el futuro (y el presente) y sepan adelantarse a la sociedad, comunicando los cambios que debemos afrontar, diseñando los mapas de ruta para lograr esos cambios y convenciendo a los ciudadanos para que se involucren, y apasionen, con esos retos.
Regresando al uso de los medios sociales en Internet, lo interesante no es ya que los políticos los usen de forma inteligente. Lo verdaderamente relevante sería que esos políticos sirvan de modelo a la población, que demuestren con su propia práctica la importancia de la tecnología y del nuevo paradigma de la cultura digital y que provoquen un cambio entre los ciudadanos. Ellos son los que tienen más y mejores canales para llegar a esa (inmensa) parte de la población que aún permanece indiferente a estos cambios.
Acabamos de asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de EEUU. Barack Obama es un líder que ha hecho de Internet su plataforma organizativa y que, además de aprovechar inteligentemente las oportunidades que significaba Internet, ha contribuido como pocos a divulgar la importancia de la cultura digital. El cambio en la Casa Blanca ha venido acompañado de nuevos gestos. Por una parte el primer post del blog de la Casa Blanca, Change has come to WhiteHouse.gov —que, como explica Enrique Dans, es "un texto de Macon Phillips, 'director of New Media' de la Casa Blanca de más que recomendable lectura, que habla, como no, de comunicación, transparencia y participación"—. En paralelo, WhiteHouse.gov cuenta desde ahora con una licencia Creative Commons, eligiendo además la opción menos restrictiva que sólo exige atribución. No son asuntos menores y son buenos indicadores de que desde la primeras decisiones relacionadas con la tecnología se percibe ya esa voluntad de transformación.
Regresando a España, lo que necesitamos es que nuestros políticos crean en la realidad de sus prácticas digitales. Pero necesitamos sobre todo que lleven el mensaje transformador a los canales tradicionales. Que en sus mítines, debates televisivos y carteles publicitarios que colocan en las calles hagan referencia a sus canales de comunicación digital y expliquen siempre que puedan la importancia que estos canales tienen en su trabajo: cómo les permiten escuchar a los ciudadanos, cómo les ofrecen la posibilidad de debatir de modo constructivo, cómo pueden ahora presentar sus propuestas de forma más directa, cómo Internet ha mejorado su transparencia y su forma de hacer política. Porque, al fin y al cabo, si realmente se han creído la revolución digital y se han implicado en el cambio, habrán tenido que experimentar en primera persona todos estos procesos. Pero la realidad es que cuando esos candidatos digitales regresan a sus mítines o debates televisivos, Internet desaparece. Entonces la lección sería clara: o su estrategia digital es puro márketing o están perdiendo un enorme oportunidad (atraer a sus votantes a los espacios donde ellos están comunicando) y una aún mayor responsabilidad: actuar como verdaderos líderes que transformen la sociedad y no como simples conseguidores que tratan de vivir de la parálisis social cultivando sólo los instintos más conservadores de esa misma sociedad.
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