"Subrayamos la importancia vital de rechazar el proteccionismo y de no volver atrás en tiempos de incertidumbre financiera". Así comenzaba el punto 13 de la declaración de principios que los miembros del G20 firmaron en Washington el pasado noviembre. Desde entonces se han vuelto a romper las negociaciones de la ronda de Doha, Sarkozy ha condicionado sus ayudas al automóvil a que no salga ningún empleo de Francia hacia fuera y Merkel y Brown han exigido a Obama que evite políticas proteccionistas. Lo último: Miguel Sebastián nos ha pedido que consumamos productos 'made in Spain'.
El ministro de Industria, Turismo y Comercio parece que ha dado con la fórmula mágica para acabar o al menos no empeorar la crisis reinante. Sebastián quiere que cada uno de los españoles gastemos 150 euros en productos nacionales. Si crees que te has librado porque ya te gastas esa cantidad cada mes comprando leche Pascual, zumos Don Simón y especias Carmencita estás equivocado. El ministro, economista de carrera y profesión —todo sea dicho—, propone que el dinero que te ibas a gastar comprando 'The Economist' o esquiando en Los Alpes lo inviertas en productos patrios como "la prensa económica española" o una estancia en los cálidos hotelitos de Sierra Nevada.
Según las previsiones del ministro, si todos le hiciéramos caso se evitaría la pérdida de 120.000 empleos en 2009. Los cálculos hechos por el Ministerio evidencian que seguir sus instrucciones evitaría una caída del consumo del 1,5% y que se esfumaran 7.000 millones de euros de riqueza española. Pero, ¿qué ocurriría si todos los países hicieran lo mismo?, ¿Qué pasaría si los más de 57 millones de turistas que nos visitaron el año pasado apostaran también por su turismo nacional? "Si tú a un francés no le dejas entrar su vino porque has lanzado medidas proteccionistas subliminales, él no te comprará tu aceite de oliva y eso acabará produciendo unos desequilibrios económicos mundiales", explica el economista Rafael Pampillón, del IE Business School.
El departamento que dirige Miguel Sebastián asegura que la medida propuesta por el ministro no es "en absoluto" proteccionista. "No hay ninguna imposición ni restricción tan sólo se pretende que se incentive la compra de productos españoles", señalan. Un experto consultado confirma que no es una medida proteccionista al uso. Tradicionalmente los gobiernos han protegido sus productos con los aranceles, sin embargo existen muchas formas de "nuevo proteccionismo". "El problema surgiría si se comenzaran a utilizar medidas subliminales como poner más trabas de certificación a un acero extranjero que a uno nacional", apunta.
Ellos, los líderes del Grupo de los Veinte, hicieron hace dos meses en Washington muchas promesas que no han llegado a cumplir. La crisis económica exigía medidas "urgentes" que, en su mayoría, se han quedado en papel mojado. Entre otras cosas pidieron evitar el proteccionismo y reactivar cuanto antes de Ronda de Doha sobre el comercio mundial que ayudaría a salir de la pobreza a los países más pobres. En diciembre Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), fracasó en su intento de hacer la promesa realidad. "Sé que esto es algo más que una decepción, es un revés económico porque retrasa las buenas noticias, ahora tan necesarias", dijo Lamy entonces. Las negociaciones se rompieron y la reunión que se esperaba para este mes de enero nunca llegó a producirse.
Se estancaba otra vez una ronda nacida con el objetivo de crear unas condiciones justas para los países en desarrollo a través del derribo de las barreras comerciales de los países ricos y los subsidios. "Ha fracasado por la política agraria común [de la UE] y por la política agraria de los Estados Unidos", comenta el experto anteriormente citado. "No dejamos de proteger nuestra agricultura. Queremos vender nuestros productos industriales a los países menos desarrollados pero ponemos barreras a su agricultura y eso no hace más que empobrecernos a todos", apunta.
Mucho se teme que ahora, tras el fracaso de la Ronda, y con el telón de la recesión como fondo, se reaviven los espíritus nacionalistas y proteccionistas con mucha más fuerza. La propuesta de Sebastián, aunque sin imponer restricciones a la entrada de otros productos, tiene el mismo trasfondo que el de otras políticas proteccionistas: la defensa del empleo interno y la riqueza del país. Sin embargo, la mayoría de los que han hablado largo y tendido del tema creen que el proteccionismo agrava más las cosas.
El crac del 29, con el que se compara habitualmente esta crisis, abrió unos años de intenso proteccionismo. En tres años (de 1929 a 1932) el comercio internacional disminuyó un 65% y sumió a las naciones en una profunda depresión. Algunos expertos temen que, si esta recesión se extiende, se tomen medidas proteccionistas como las de los años treinta "que desembocaron en nacionalismos y totalitarismos". Un dato adelantado del cierre de fronteras es éste: El Banco Mundial, según refleja un artículo de El País, pronostica que el comercio internacional va a decrecer un 2,5% en 2009. Si se cumple sería la primera vez que lo hace desde hace 26 años.
Que el mundo mira a Obama es algo de lo que nos hemos percatado desde que ayer fuera investido como presidente de Estados Unidos. Se espera que tome decisiones importantes en todos los campos y también, por supuesto, en el ámbito del comercio internacional. Los expertos coinciden en que el nuevo presidente de la nación más poderosa del planeta tiene un claro perfil proteccionista pero aún está por ver cómo actuará en este sentido porque aún no se ha manifestado en este sentido desde que fue elegido el pasado 5 de noviembre. Un estudio de Daniel Griswold, director del Center of Trade Policy Studies en el Cato Institute en Washington, explica sus movimientos políticos como senador:
Obama ha votado a favor del libre comercio sólo en cuatro de 11 votaciones importantes relacionadas con las barreras comerciales, es decir el 36% de las ocasiones. A diferencia de McCain, votó en contra del Tratado de Libre Comercio y a favor de un escaneo total de los contenedores importados antes de 2012, la enmienda Byrd para distribuir los ingresos procedentes de los impuestos anti dumping, y la enmienda Schumer-Graham que hubiera impuesto aranceles del 27,5% sobre los artículos chinos a menos que China revaluara su moneda, el renminbi. Votó a favor del proyecto de ley sobre el medio rural 2008 y está en contra de los acuerdos con Colombia y Corea del Sur.
Griswold define a Obama como un proteccionista, tanto por sus ideales como por el partido al que pertenece. "Los lobbys agrarios estadounidenses tienen mucha fuerza y ejercerán mucha presión sobre Obama", confirma Rafael Pampillón. "Uno de los legados que Bush le deja son diferentes tratados de libre comercio que quiso aprobar y ahora están encallados porque el congreso [demócrata] se los ha ido tumbando por considerar que no protegen a la economía norteamericana. Dudo mucho que los reactive", prosigue. Mientras tanto, los principales líderes europeos ya le han pedido a Obama que rechace posturas proteccionistas que en el pasado convirtieron crisis en profundas recesiones.
El pensamiento de Obama es el pensamiento de gran parte de su país. Según una encuesta del Pew Center, el 53% de los estadounidenses cree que el libre comercio es bueno para su país, frente al 78% de 2002. En Europa, sin embargo, los porcentajes rozan el 80% y en los países subdesarollados el 90%. Estados Unidos figura en la encuesta como el país menos interesado en abrir sus fronteras a productos extranjeros.
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