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Una dieta materna rica en grasas puede triplicar los triglicéridos en el feto

EFE
Actualizado 20-01-2009 01:46 CET

Redacción Internacional.-  Una dieta materna con alto contenido en grasas afecta al desarrollo del sistema metabólico del feto y puede triplicar sus niveles de triglicéridos, así como aumentar la probabilidad de padecer la enfermedad de hígado graso no alcohólico durante la infancia.

En un artículo publicado hoy por la revista "Journal of Clinical Investigation", científicos de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón y de la Universidad de Colorado (EEUU) explican que un feto es "altamente vulnerable" al exceso de lípidos durante el embarazo, con independencia de que la madre sea obesa o delgada.

Tras estudiar el efecto que una dieta rica en grasas tuvo en primates no humanos, el equipo investigador llegó a la conclusión de que la exposición a los lípidos durante el desarrollo fetal puede incrementar el riesgo del niño de padecer la enfermedad de hígado graso no alcohólico y otras complicaciones hepáticas.

La enfermedad de hígado graso consiste en la acumulación de grasa en ese órgano, lo que puede derivar en cirrosis o cáncer de hígado.

Algunos investigadores afirman que la obesidad de la madre durante el embarazo puede predisponer al hijo a ser obeso y a padecer enfermedades metabólicas, sin embargo se desconocen los mecanismos por los que el exceso de nutrición materna afecta al feto.

Ahora, este equipo de científicos dirigido por Kevin Grove y Jacob Friedman ha arrojado algo de luz al establecer una relación entre la ingesta de grasas por parte de la madre y el desencadenamiento de complicaciones hepáticas en las etapas fetal e infantil del hijo.

Los fetos de aquellas hembras primates que tenían una dieta muy rica en grasas mostraron mayor riesgo de desarrollar enfermedad de hígado graso que los pertenecientes al grupo control.

La concentración fetal de triglicéridos hepáticos fue tres veces mayor y el porcentaje de grasa corporal el doble de los existentes en los fetos de madres con una dieta equilibrada.

Además, se dieron mayores indicios de estrés oxidativo hepático durante el tercer trimestre del desarrollo, los niveles fetales de glicerol (un componente de los triglicéridos y los fosfolípidos) se multiplicaron por dos y la expresión de las enzimas gluconeogénicas (sintetizadas por el hígado) fue elevada.

A pesar de todo, los científicos se muestran optimistas porque en aquellos casos en los que la madre redujo la cantidad de grasas ingeridas en el segundo embarazo, los niveles de triglicéridos del feto disminuyeron, se normalizó la expresión de las enzimas gucleoneogénicas y los descendientes mostraron menos síntomas de la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

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