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"No cabe esperar cambios de la cúpula israelí. No hay liderazgo para eso"

Por MARIAN HENS (SOITU.ES)
Actualizado 14-01-2009 14:31 CET

El ex ministro de Seguridad Interna y de Relaciones Exteriores de Israel y ahora vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz nos habla sobre el conflicto de Gaza, la posición israelí y el papel de Estados Unidos.

Pregunta.- Cada vez es mayor el número de voces que están clamando contra la desmesurada desproporcionalidad de los ataques israelíes en Gaza, tanto por su intensidad como por los métodos empleados. La ONU y otras organizaciones de derechos humanos han pedido que se abra una investigación contral Israel por crímenes de guerra. Y esas voces no son sólo internacionales, también incluyen a organizaciones como la israelí B'Tselem .

Respuesta.- La cuestión de la proporcionalidad es algo complicado: si se tratara de una represalia de Israel por los ataques de Hamás es cierto que sería totalmente desproporcional. Pero no se trata de una represalia sino de intentar crear unas nuevas reglas de juego. Es una estrategia (por errónea que pueda ser); por tanto, ya no entra en el campo de la proporcionalidad porque se está intentando lograr un objetivo que va más allá de castigar. Me parece que éste es un debate que tristemente no viene al caso. Soy consciente de que están muriendo civiles, pero al no tratarse de una represalia, el tema entra en otro espacio. La pérdida de vidas humanas, el daño enorme que se está causando a la población civil es una tragedia y espero que esto acabe lo antes posible. Pero también es una realidad que en las guerras asimétricas de esta era, eso es lo que ocurre. Cuando se trata de una guerra entre dos Ejércitos existe la posiblidad de que no tengas que llegar a la población civil. Pero cuando tu enemigo está desplegado en el seno de la población civil —como en el caso de Hamás— y tú lo que quieres es transmitir un mensaje a ese rival, ¿qué puedes hacer? ¿claudicar? ¿decir, 'bueno mire, siga bombardeándome porque no puedo atacarle'?. Hemos visto que lo mismo ha ocurrido en otros conflictos, en Kosovo, en Afganistán, en Irak... ha pasado por todas partes. Eso no lo justifica, pero este es el mundo perro en el que vivimos.

P.- ¿Es realista pensar que con este tipo de acción se va a vencer a Hamás? La historia del conflicto parece apuntar en sentido contrario.

R.- Yo personalmente no creo que Israel vaya a conseguir el objetivo de doblegar a Hamás. ni de crear nuevas reglas del juego hasta que no haya un cambio de liderazgo. Pero hay argumentos en contra de esta opinión: según todos los analistas, Israel no ganó la guerra en el Líbano en el 2006. ¿De verdad no la ganó? ¿No es una victoria que Hizbulá no se atreva ahora a ayudar sus hermanos de Hamás porque sabe muy bien que no quiere una repetición de lo que ocurrió entonces? En otras palabras, la supuestamente "no exitosa" guerra del 2006, creó suficiente disuasión —que es lo que se pretendía— para que ahora Hizbulá no se mueva. Y algo parecido puede ocurrir en Gaza. Es posible que cuando esto acabe, con toda la ira que pueda haber creado entre la sociedad civil palestina —justificada—, los palestinos se levanten, vean el desastre y se digan: 'bueno, los israelíes son Satanás' (eso lo sabían ya antes de esta guerra, para eso la población palestina no necesita la destrucción), pero también se preguntarán: '¿es esto lo que nos ha traído Hamás, que nos prometió un gobierno no corrupto, infraestructura, servicios… ?

P.- Hay múltiples testimonios procedentes de Gaza en sentido contrario: palestinos que rechazaban a Hamás, ahora apoyan a la organización y sus métodos violentos...

R.- Hay testimonios para todos los gustos. Pero el argumento israelí no es tan falaz y también es cierto que Hamás se movió demasiado hacia el campo militar. No ha habido ningún diálogo y la operación actual es fruto de ese desencuentro político. También es verdad que las actuales estrategias políticas israelíes pecan de un exceso de concentración en las políticas del pasado, siguiendo los dictados de Ben Gurion y otros: se basan en la idea de que tenemos que hacerles pagar un alto precio por nuestra sangre para que paren. En ese sentido no me gusta nada la postura de la actual ministra de Exteriores, Tzipi Livni, que ha ido por ahí haciendo declaraciones en el sentido de "o nosotros o ellos" que están totalmente fuera de lugar. Eso es absurdo porque "ellos" no van a desaparecer, es un crecimiento natural de la sociedad palestina, por lo que hay que buscar un camino. Los acuerdos de La Meca hicieron eso, buscar un camino medio entre los nacionalistas laicos y los nacionalistas religiosos y a eso hay que volver. Pero Livni no plantea fórmulas para ver cómo salimos de esto. Hace falta un liderazgo que sepa convertir esta tragedia en un elemento de palanca para un cambio mucho más grande. Pero en Israel no existe actualmente un liderazgo para eso. No cabe esperar en este momento del político israelí cambios bruscos y radicales de visión. Soy iraelí y mi corazón está allí, pero también conozco bien los entresijos del sistema. La cúpula israelí se adaptará a un nuevo paradigma y a un nuevo interlocutor sólo si Estados Unidos cambia su política en la región.

P.- Hay ciertas expectativas de que la nueva presidencia de Barack Obama traiga algunos cambios, al menos que suavice los ángulos de la política estadounidense en la región, ¿usted qué opina?

R.- Esa posiblidad cabe. Pero por el momento no veo indicios muy claros de que eso vaya a ser posible. Si tenemos que juzgar por los nombres que se barajan como responsables de la diplomacia estadounidense en Oriente Medio, por ahora es un continuismo clintoniano: es Hillary, Dennis Ross, Richard Haas... son todos personajes de aquella era y del paradigma del "proceso de paz", un término que odio porque se ha convertido más en proceso que en paz y la gente se ha enamorado de esa industria. Insisto en que no veo en este momento indicios claros de cambio.

P.- ¿Y Europa, tiene algún papel? Hay diversos diplomáticos europeos, entre ellos el ministro español de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, intentando encontrar una salida a la crisis...

R.- Los europeos tienen esa costumbre de que se abre un conflicto y se lanzan a viajes, de un lado a otro. El mayor exponente de eso ahora quizás sea el presidente francés Nicolás Sarkozy que se ha convertido en una especie de motor revitalizante. Pero eso sólo sirve para crear más confusión. Ya lo decía Henry Kissinger: 'cuando quiero hablar con Europa, ¿a quién llamo?'. Si los europeos quieren influir, la mejor manera sería establecer una visión común con Estados Unidos, un entendimiento común sobre la estrategia en Oriente Medio, especialmente ahora que tenemos un Obama que quiere reconstruir lo que se quebró en la etapa Bush, y acordar una división de su trabajo en esa parte del mundo.

P.- Pero Israel no ha demostrado precisamente flexibilidad para aceptar propuestas de solución procedentes de terceros...

R.- A Israel lo que no le gusta es que intenten darle lecciones, lo rechaza siempre porque cuando se trata de dar lecciones de moral, todos conocemos capítulos de la historia que desautorizan a la mayoría. Pero la comunidad internacional si puede decirle a Israel: 'miren ustedes, nuestra cooperación no es "a la carta". Por un lado, ustedes nos piden que nos movilicemos para que boicoteemos a Hamás y nos pongamos de su lado cuando nos necesita, pero cuando les decimos que queremos jugar un papel, no nos lo permite'. A mi nunca me ha gustado esa actitud de los políticos israelíes.

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