Israel es el país donde se ha rodado la Mejor Película de Habla No Inglesa de 2008. Al menos así lo entendió la Asociación de Periodistas Extranjeros de Hollywood el pasado domingo. El Globo de Oro fue para 'Vals con Bashir' tras imponerse a sus rivales, entre las que no figuraban 'Los girasoles ciegos' de Jośe Luis Cuerda. Otro premio que no ganará la adaptación del libro de Alberto Méndez es el Óscar, pues la madrugada pasada se supo que no ha pasado el corte de las ocho prefinalistas a Mejor Película Extranjera. Da igual, a nosotros nos gusta más el Vals. Los hay que no saben si catalogarlo como animación, documental o ensayo histórico. Lo único cierto es que sirve para poner otro grito en el cielo y atraer la atención desde un frente más, si es que hacía falta, al conflicto palestino-israelí.
La película, que llegará a las pantallas españolas el próximo 13 de febrero, narra desde una óptica autobiográfica (la del director Ari Folman) la matanza de docenas de refugiados palestinos en Sabra y Chatila (Líbano) en 1982. Una conversación de bar mantenida entre Ari y un antiguo compañero suyo del ejército hebreo le hace caer en la cuenta de que ha borrado de su memoria todo lo relacionado con aquella época. Debido a ello decide emprender un viaje redentor hacia sus raíces para reparar en quién fue de manera que pueda redescubrir quién es ahora en realidad. Los paisajes que se encontrará, surrealistas gracias a la textura de tono cómic empleada, ahondan en lo aberrante de una historia que, de tan dolorosa, decidió olvidar. Un poco de autocrítica judía para empezar, pero ha habido más casos en la historia del arte que han reflexionado sobre el particular que han quedado archivados en formato celuloide. Demos un paseo por el tiempo y veremos cómo el conflicto se ha abordado de todas las maneras posibles:
Digamos que, si atendemos al cine, podemos poner un punto de partida bastante democrático en la fundación del estado de Israel en el año 1948, que es lo que dedica a relatar 'Éxodo', a pesar de que es un problemas que lleva vigente 18 siglos, como explica el siguiente vídeo.
La superproducción hollywoodiense dirigida por el austriaco Otto Preminger se centraba en la odisea que vivieron seis centenares de entre los judíos que se salvaron del Holocausto nazi. La aventura de la supervivencia no ha acabado y deberán sortear el bloqueo británico para poder llegar a Haifa. Por otro lado se plantea, con supuesta equidistancia de posiciones, las dos maneras de afrontar la nueva situación por parte de los palestinos. Akiva Ben Canaan (David Opatoshu) ve la violencia terrorista como único medio para constituir la nación de Palestina. Sus hermanos Ari (Paul Newman) y Barek (Lee J. Cobb) le plantan cara abogando por la resistencia pacífica. Teñida de Hollywood por los cuatro costados es, sin embargo, un legado fílmico de indudable valor y vigencia. Recomendable verla con toda la tarde por delante o partirla en dos sesiones. 208 minutos tienen la culpa.
También se fijó en la fundación una película francesa de 2006 que llevó por título 'Oh, Jerusalén'. Elie Chouraqui, director de la emocionante 'Las flores de Harrison', adaptó la novela homónima que firmaron al alimón Dominique Lapierre y Larry Collins. En esta ocasión, la herramienta para contar la historia son dos amigos de toda la vida (uno de cada nacionalidad) que parten de Nueva York hacia su destino final. Acusada por parte de la crítica de cierta ligereza e ingenuidad, procura mantenerse neutra en todo momento sin dar muestras de simpatía por ninguno de los dos sujetos protagonistas. Israel y Palestina vistos por un francés con un ojo puesto en los Estados Unidos: el pastiche está servido
Norteamérica fue de nuevo el punto de partida de 'La chica del tambor' por ser el pais donde nació Charlie, la protagonista, una actriz propalestina que es reclutada por una compañía de publicidad para rodar un comercial televisivo en Grecia. Después del punto de giro, nos enteramos de que Diane Keaton, que es quien interpreta a la muchacha, ha sido en realidad engañada por un grupo de judíos radicales que la quieren integrar en su comando. Tomando como punto de partida una novela de John LeCarré, George Roy Hill, (autor de 'El golpe' y 'Dos hombres y un destino', entre otras) se hizo cargo de esta cinta irregular y tremendamente complicada. Palo para los israelíes.
Seguimos con base en los Estados Unidos, y esta vez no pisamos la tierra prometida sino que nos desplazamos a Alemania, ya que uno de los mayores Reyes Midas de la industria del cine (y uno de los judíos más famosos del mundo), Steven Spielberg, quiso dar también su particular punto de vista sobre el conflicto en una de sus películas menos pirotécnicas: 'Múnich'. También basada en hechos reales, se centra en la figura de Eric Bana, un agente del Mossad (servicio secreto israelí) al que le fue encomendada la tarea de asesinar a los palestinos responsables del 'Septiembre negro', nomenclatura con que se conoce al periodo histórico en que varios atletas israelíes que concurrían a los Juegos Olímpicos del 72 fueron eliminados. El director de 'La lista de Schindler' fue alabado por gran parte de la crítica especializada y cuestionado por otra, que se asustó por lo inquietante de su mensaje.
Todavía sin salir de Hollywood, acudimos al documento más lúdico de la selección, la última comedia del imprescindible Adam Sandler, que demostró con 'Zohan: Licencia para peinar' que ningún tema es tabú a la hora de ser abordado con irreverencia. Sinteticemos: otra vez un agente del Mossad (Sandler) abandona su país para acabar emigrando a Nueva York, donde intentará cumplir el sueño de su vida: ser peluquero/estilista femenino. Al margen de la lectura homosexual de esta comedia de Dennis Dugan, lo verdaderamente convulso del tema es que el único salón de belleza que se aviene a contratarle es el regentado por una guapa palestina, hermana de un terrorista, de la que Zohan se acabará enamorando. Debido a su frivolidad fue condenada y prohibida en la mayoría de países de Oriente Medio el verano pasado... Y todo un éxito de taquilla en Israel.
Ya en un tono más grave, el circuito festivalero (Premio del público en Berlín 2008) y las salas de versión original hicieron hueco este el pasado año a 'Los limoneros', film israelí que linda con la fábula. El conflicto se vive en esta ocasión por partida doble: el explícito enconamiento entre las dos poblaciones vecinas y un cuentito en el que una mujer palestina viuda defiende los derechos de su campo de limoneros, que curiosamente se encuentra junto a la casa del ministro de Defensa israelí. Conmovedora la lucha de Salma, que así se llama la mujer, por preservar la integridad de sus árboles y la suya propia.
También el público berlinés quedó complacido cuatro temporadas atrás con 'Paradise Now', que, aunque de nacionalidad palestina, consiguió parte de su financiación de bolsillos hebreos. Narra la historia de dos jóvenes árabes obligados a inmolarse en Tel Aviv y de las profundas dudas que les surgen durante la última noche que comparten con sus respectivas familias. Khaled y Said son la prueba viva de las flaquezas del mártir, la muestra palpable de la violencia teledirigida y de los daños colaterales que produce el fanatismo de cualquier escuela.
Un año antes, el director rumano Radu Mihaileanu se atrevió con una historia que, en principio, era ajena a sus orígenes. Estableciendo el punto de partida en el Sudán de 1984, 'Vete y vive' atiende al éxodo de miles de judíos etíopes procedentes de todos los rincones de África para que estos sean adoptados por familias hebreas. Una madre cristiana, deseosa de una oportunidad para su hijo le convence para que se haga pasar por israelí. Los conflictos de personalidad, el fingimiento de una cultura ajena y la impostación como medio de supervivencia son tratados en este valioso documento que habla de la exclusión que en ocasiones han ejercido los judíos, no ya sólo para con los árabes. La dualidad en la mente del muchacho surge cuando enfrenta el cariño que le brinda su familia de acogida con la barbarie derivada del racismo que es moneda de cambio en su nueva casa.
Fue desde Italia que el director Saverio Costanzo regaló una preciosa historia basada en hechos reales. 'Domicilio privado' relata con delicadeza la ocupación de la casa de un profesor de literatura palestino por parte de la milicia israelí. Al modo de un juego de estrategia, el ejército establece unas normas muy claras por las que de las tres partes en que se dividirá el techo que a todos cobija, los anfitriones sólo podrán utilizar uno durante el día y otro por la noche. El tercero será para los 'invitados'. Frente al comportamiento de resistencia pacífica del profesor, sus hijos dan muestras de subversión, primero de manera pacífica y después más acalorada. Costanzo se vale de un drama limitado por cuatro paredes para hablar de cómo, independientemente de nuestras creencias, cada corazón hace latir a un ser humano.
Por lo demás, y habiendo dejado muchas buenas muestras en por el camino, de lo que queda en el horizonte destaca el esperadísimo nuevo trabajo como directora de Madonna, quien, tras debutar muy mediáticamente en el pasado festival de Berlín, con la comedia independiente 'Filth and Wisdom' prepara ya un documental sobre el maltrato infantil en la zona del conflicto. Esperemos que aporte la lucidez necesaria que de ella se espera.
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