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Con tetas no hay mentalista

Por JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ (SOITU.ES)
Actualizado 09-01-2009 08:12 CET

El final de 'Sin tetas no hay paraíso' en Telecinco coincidió con el estreno en La Sexta de 'El mentalista'. La carne frente al intelecto. Yo, como había leído el libro de Gustavo Bolívar Moreno, sabía que esa historia de sexo, narcos y ambición que es 'Sin tetas...' sólo tenía un final: "el mejor negocio es la vanidad, por eso voy a comprarme un diploma de cirujano plástico y voy a montarme una clínica de estética para la que ya tengo un nombre tentativo: Tetas Factory". Y se acabó.

Un final literario, no los dos de silicona con los que la cadena de Vasile pretende exprimirla hasta los tuétanos: si los televidentes lo solicitan mediante una encuesta, hoy emitirán el mismo capítulo de ayer pero con ¡tres minutos diferentes! Me senté por tanto a ver 'El mentalista', según las promos de la cadena de Emilio Aragón "la serie número uno en Estados Unidos", con 19 millones de espectadores. Muchos más que clásicos como 'C.S.I.' o 'House'. La leche, vamos.

El mentalista es el actor Simon Baker, que interpreta a Patrick Jane, un policía superdotado que lee verdades entre mentiras. Que va más allá de la realidad. Que tiene poderes sobrenaturales. "¿Es usted un vidente?", le pregunta una de las personas investigadas. "No. Sólo presto atención", responde altanero. Es un madero presuntuoso, agresivo, soberbio, sin pelos en la lengua... Un manipulador. Y un personaje televisivo más cerca del doctor House que de sus colegas Rappel o Anthony Blake, para que ustedes me entiendan.

En el primer episodio cuentan que un asesino en serie mató a la mujer y a la hija de este poli lumbreras. "Si fuese realmente vidente no necesitarías abrir la puerta para saber lo que les he hecho", leyó en la entrada de su habitación. Esos crímenes le mortificaron hasta el punto de hacerle poner sus habilidades a disposición del Departamento de Investigación de Crímenes de California. A partir de entonces se suceden los casos. Tiene un papel fundamental en la serie su compañera, la agente Teresa Lisbon (la actriz Robin Tunney). Como la Dana Scully del Fox Mulder de 'Expediente X', Lisbon en principio no cree en los poderes de su compañero, pero poco a poco va comprendiendo que la verdad está... ahí dentro (de su cabeza).

Podríamos decir que 'El mentalista' es otra serie más de policías. Una nueva vuelta de tuerca a la ficción con bofia. Y estaríamos en lo cierto. También lo estaríamos si dijésemos que es original, que tiene giros inteligentes y cierto sentido del humor (incluso negro). ¿La mejor serie del momento? Un poco exagerado me parece a mí. ¿Eso quiere decir que tiene pegas? Pues sí. Puede resultar algo repetitiva (el primer capítulo dejaba con ganas, el segundo, con principio de empacho), le falta la brutal intensidad de The Wire y carece de la densidad emocional de Los Soprano.

En cualquier caso, el peor capítulo de 'El mentalista' es mejor que el más conseguido de 'Sin tetas no hay paraíso'. Por ideas, guión, actores, ritmo, presupuesto... Pero me temo que anoche la ficción española machacaría a la norteamericana. Una pena, pero ya se sabe cómo está el percal en España: con tetas no hay mentalista.



Un motivo para no ver la televisión

De donde no se vuelve.
Exposición de Alberto García-Alix.
Museo Nacional Reina Sofía (Hasta el 16 de febrero).

"Es una exposición muy dura", dicen algunos de los que han visto la amplia colección de fotografías de Alberto García-Alix que se expone en la tercera planta del Reina Sofía de Madrid. No es cierto. Dura es la vida. Las fotografías de Alix sólo son la crónica de un largo viaje a través de las tinieblas. El reflejo de una personalidad compleja, oscura y contradictoria. De una forma intensa de ver pasar las noches, de una visión montaraz de la realidad, de la luz, del equilibrio. Las fotografías de Alix son el aliento de una mirada que deja huella.

García-Alix, premio Nacional de Fotografía, es un artista inmenso, y esta muestra supone el perfecto resumen de una trayectoria deslumbrante. Pero no todo en las imágenes de Alix es cuestión de talento: en esas caras marcadas también encontramos trabajo duro, respeto y educación. Hay gente herida. Yonquis, tatuados, muertos, enanos, putas... Pero también amistad, fidelidad, orgullo. El fotógrafo, como sus personajes, es un superviviente. Y en estas maravillosas copias en blanco y negro encontramos sus historias de amor, de lucha y de redención. Un clásico vivo.

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