Corredores de fondo

Tom Cruise saltó a la fama en calzoncillos con 21 añitos en la comedia adolescente 'Risky Business'. Luego vendrían 'Top Gun', 'Rain man', 'La tapadera', 'Mission: Impossible'... y hasta ahora. Y eso es todo lo que se puede decir de la aburrida carrera de Tom Cruise.

Will Smith se enfundó unas bermudas y una gorra de colores del revés a los 22. La serie 'El príncipe de Bel Air' le propulsó al estrellato catódico cuando todavía era el chico alto y espigado que hacía enfadar al tío Phil. Millonario antes de los 25, consiguió con 'Hancock' el año pasado el récord de más estrenos consecutivos (8) por encima de los 100 millones de dólares recaudados. Con 'Siete almas', de estreno en España el día 16, espera sumar una muesca más. Y eso es lo único que se puede destacar de la aburrida carrera de Will Smith.

Tom Hanks (todos sabemos quién es Tom Hanks) fue algo más tardío, pero, aún así, rodó '1, 2, 3...¡Splash!' a las órdenes de Ron Howard contando tan sólo 28 primaveras. 'Forrest Gump', dos óscares y tres pelis al lado de su amigo Spielberg más tarde, es, sin duda alguna, la reencarnación de James Stewart, el último hombre justo de Hollywood, el que todos querríamos como padre si filmaran una película sobre nuestra vida. Perpetró 'El código Da Vinci', sí, pero no es menos cierto que ha sabido mantenerse de manera acomodada y aburrida en la cresta de la ola desde hace un cuarto de siglo.

Ellos fueron los primeros de la clase, los repelentes y marisabidillos. Pero nosotros hoy queremos echar un vistazo a los malotes, a los que la 'seño' golpeaba con la regla en los nudillos: a los tunantes de Hollywood. Uno, porque lo lleva impreso en su ADN y el otro, porque el cine así le ha catalogado. El éxito les ha alcanzado tarde, talluditos, en una jungla en la que 'High School Musical' y 'Crepúsculo' fijan los cánones del éxito. Empezaron pronto y se estamparon. Se levantaron y fueron glorificados en 2008. El 2009 también promete ser suyo.

Iron Man Downey Jr: El héroe de 2008

Empezó a ser sospechoso habitual en agosto de 1996. Le pillaron con el carrito del helado un día que conducía borracho, drogado y con un arma no registrada en la guantera. En el año 1999 confesó con voz alta y clara al juez que le tocó en suerte aquella vez: "Es como si tuviera una pistola cargada en mi boca, con el dedo en el gatillo, y me gustara el sabor del metal". Ah, y que sepan que "soy adicto porque mi padre (director de cine 'indie') me introdujo en el consumo de la marihuana a los ocho años", matizó. Animalito.

Con todos esos problemas que le llevaron a ser constantemente despedido y recontratado a finales de los 90, marcó los valles más bajos de una carrera que empezó de manera asombrosamente notable. Intérprete en algunas de las pelis de Robert Downey Sr., se alistó en el célebre programa 'Saturday Night Live' con tan solo 20 años para después poner carne y hueso al protagonista principal de la primera adaptación de una novela de Bret Easton Ellis, 'Golpe al sueño americano', premonitoria fábula drogadicta de lo que estaba por venir.

Pero andaba bien todavía, tanto que el ahora muy enfermo Sir Richard Attenborough pensó en él como actor ideal para encarnar a Charles Chaplin. Nominado al Óscar a los 27, se iba a comer todo. Estuvo a punto de caer en el saco de los sosos de los tres primeros párrafos, pero jugó a la ruleta de la vida y perdió. Se hundió, y ni los esfuerzos de Sir Elton John (quien declaró de él que era su actor favorito), por redimirle, resultaron.

Hizo falta que tocara fondo por enésima vez a comienzos de esta década para reponerse de sus adicciones. Tras ganar el Globo de Oro en 2001 por su personaje secundario en la serie 'Ally McBeal', David E. Kelley, productor de la misma y marido de Michelle Pfeiffer, le despidió por lo de siempre. Y desde ahí, niño bueno: 'El detective cantante', 'Gothika', 'Kiss kiss bang bang', 'Buenas noches y buena suerte', 'Zodiac' y 'Lucky you' se fueron solapando unas con otras. Si bien no todas fueron grandes obras maestras, la crítica era unánime: parecía que Robert no podía hacer un mal papel.

Tras el descarte de Cruise, nuestro aburrido número uno, Bob heredó el papel de Iron man, que sirvió para que un actor de culto se conviertiera en la estrella total. 'Tropic Thunder', a las órdenes de su amigo Ben Stiller, le ha colocado en la carrera por su segundo Globo de Oro. Además, ya ha filmado 'The soloist', drama contemporáneo a las órdenes del prestigioso director de época Joe Wright, y ahora hace lo propio con 'Sherlock Holmes', drama de época a las órdenes del prestigioso director contemporáneo Guy Ritchie.

Josh W. Brolin: El villano

El hijastro de Barbra Streisand (su padre, el actor James Brolin, casado con la estrábica cantante, encarnó al director en la serie 'Hotel') sale en casi todas las películas oscarizables de Hollywood. De rasgos duros, su permanente rictus de enfado sigue recordando al hermano mayor del 'Goonie' al que interpretó Sean Astin. Hombre de cara de palo, antipático por antonomasia, tiene, como Rajoy, esa fisonomía que hace que la sonrisa parezca un oasis en su rostro, casi una impureza. Eso le sirve para clavar los personajes más desagradecidos. Después del apagón de mediados de los 80, participó en la mítica serie 'Jóvenes jinetes' en la que daba vida a un imberbe y cartero Buffalo Bill en los tiempos previos a la Guerra Civil americana. La oscuridad sobrevendría de nuevo sobre él: Los 90 fueron aciagos y el capullo no saldría de la mariposa hasta que Robert Rodríguez le rescatara 'anteayer'.

Doctor de dudoso método en el divertimento 'Grindhouse' que el mexicano firmó junto a Tarantino, pasó a ser la parte menos empática del trío que conformó con Charlize Theron y Tommy Lee Jones en 'En el Valle de Elah', la denuncia que Paul Haggis hizo de la guerra de Irak. A continuación, poli corrupto en 'American Gangster' y pillo escaldado en 'No es país para viejos', en la que coincidió con su ahora amigo Javier Bardem. Ya pegando a nuestras puertas con dos papelones, pone de largo este fin de semana en nuestros cines a su supervisor Dan White, antagonista del muy gay y muy simpático Harvey Milk en 'Mi nombre es Harvey Milk'. No tan largo como merecía, su papel es de los más aristados dentro del algo vago retrato de la lucha por los derechos de los homosexuales en la norteamericana década de los 70 acometido por Gus Van Sant, quien, para rodar el que podría haber sido su testamento gay definitivo, se acerca más a la estructura fácilmente digerible de 'El indomable Will Hunting' que a la de 'Mi Idaho privado'.

Y si hablamos de uno de los actores más antipáticos sobre la tierra, ¿quién mejor que él para dar vida (en vida) al peor presidente de la historia de los Estados Unidos en 'W.'? Acerca de su mimetización con Bush Jr., Brolin declaró recientemente: "¿Por qué yo? ¿Por qué querría hacer esta película? ¿Por qué querría hacerle esto a mi carrera?" Luego matizó: "Cuando Oliver Stone me lo ofreció, me sentí un poco insultado porque tuve una reacción visceral contra la propuesta. Pero luego leí el guión y pensé que era increíble. No amé la historia, sino al personaje, al seguimiento de un tipo —de los 21 a los 58 años—, un reto increíble para cualquier actor". Aunque, si un pelotazo ha conseguido Brolin en su vida, ése ha sido el de casarse en 2004 con Diane Lane, una de las mujeres maduras más codiciadas de toda la industria, que fue descubierta por Coppola en los 80 y rescatada por Adrian Lyne en 'Infiel' (2002); aunque eso, amigos, es otro artículo.

*Alberto Moreno es uno de nuestros colaboradores de Cine.