«Los disturbios de estos días no son puntuales. Grecia se enfrenta a un periodo de descontento y revueltas a largo plazo. Será preciso que transcurran una o dos generaciones para que se enderecen la cosas en el país». Esa es la lúgubre predicción de George Kapopolous, analista del diario griego Imerisia en esta segunda semana de protestas masivas.
La posibilidad de altercados inminentes se mantiene en vista de las manifestaciones convocadas para jueves y viernes por diversos sectores, desde la federación de estudiantes hasta el Partido Comunista griego o la Confederación General de Trabajadores, que se quejan de los recortes en la sanidad, los presupuestos para el 2009 o el aumento de los impuestos.
Más de 600 centros de secundaria permanecen ocupados por todo el país, según la federación de docentes (OLME), y hoy martes una quincena de radicales atacaron con bombas incendiarias las instalaciones de las fuerzas antidisturbios cerca de la villa universitaria y quemaron dos vehículos. Además, uno grupo interrumpió el noticiario de la cadena estatal NET durante unos minutos tras acceder a las instalaciones de la cadena. La muerte de un adolescente, Alexis Grigoropoulos, por disparos de un agente del orden público hace 10 días ha desencadenado esta ola de malestar que parece estar transformándose en un levantamiento social con protestas en muy diversos sectores.
«La crisis económica unida a la inoperancia de todos los partidos políticos y los escándalos de corrupción se han convertido en un cóctel muy peligroso», subraya Kapopolous en conversación telefónica desde Atenas.
La reciente aprobación de una reforma en las jubilaciones que obliga a muchos trabajadores a retirarse con escasos beneficios y de un programa de privatizaciones que no contemplaba su impacto social, ha enfurecido a muchos sectores, en particular a los pobres, que constituyen una quinta parte de la población. Además, los empresarios griegos se quejan de cómo están gestionando las autoridades griegas la crisis, han acusado al Gobierno de hacer poco y tarde para contrarrestarla y reclaman reformas estructurales para reactivar el estado de las finanzas.
Con una economía valorada en 240,000 millones de euros y una población de 11.2 millones, el presupuesto nacional griego para el 2009 prevé un déficit por debajo del 3% límite de la Unión Europea y un crecimiento del 2.0% según estima la OECD. Dos de los principales sectores que engrasan el motor económico griego, el turismo y la industria naviera, se han visto especialmente afectados por la crisis.
"El sueño griego de posicionarse entre los países centrales de la UE y no quedarse en la periferia se ha disipado", dice Kapopolous. "Muchos de los fondos que la Unión concedió a Grecia se han gastado en otros menesteres, y tampoco se han puesto en marcha las reformas necesarias, sobre todo en el sector agrícola. Los políticos no son los únicos responsables; también los sindicatos y los agricultores".
El pesimismo de los jóvenes se ve aumentado porque el sistema educativo también está en crisis, agrega Kapopolous. «Antes, ir a la Universidad ayudaba a mejorar social y económicamente. Hoy en día muy pocos jóvenes logran acceder a la Universidad porque los cupos son muy reducidos y además necesitan invertir mucho dinero en instituciones privadas para mejorar su preparación o lograr pasar las pruebas de acceso».
En un sondeo publicado el domingo pasado el 62% de los encuestados calificaba las revueltas de inexcusables mientras que un 35% consideraba que la violencia estaba justificada. La extensión de los daños generados por los manifestantes durante los incidentes de los últimos días supera los 1000 millones de euros en todo el país, suficiente para ilustrar el grado de disgusto de la población.
Otra encuesta que apareció en el diario Kathimerini indicaba que la mayoría de los griegos creen que estos desórdenes son algo más que que una simple reacción a la muerte del joven. A la pregunta de si creían que las revueltas respondían al descontento social, el 60% contestó que si.
Las autoridades griegas insisten en que la violencia ha venido incitada por un puñado de radicales a los que se refieren como «los conocidos anónimos». Kapopolous disiente: «Ese apodo no se sostiene. Lo que ocurre es que los partidos políticos no parecen entender la dimensión real de esta crisis. Continúan con sus jueguecitos tácticos en lugar de pensar en estrategias para gestionar los problemas. Pero no hay ningún tipo de propuesta concreta, ni del Gobierno ni de la oposición. Todo nuestro sistema político está bloqueado».
Según otro sondeo distribuido por varios diarios griegos el pasado fin de semana, la popularidad del partido gobernante, del democristiano Kostas Karamanlis, ha descendido hasta al 20,6% un 5.6% por debajo de los socialistas del PASOK , el principal partido opositor. Pero un 55% de los encuestados decía desconfiar de que cualquiera de los dos partidos fuera competente para gestionar la situación.
«Las perspectivas a corto y medio plazo no son buenas en vista del panorama político», dice Kapopolous. «Fuera de los dos partidos principales, solo quedan dos agrupaciones de izquierda: el Partido Comunista, que está articulado al viejo estilo y es incapaz de enfrentar una crisis como ésta, y la Coalición de Izquierda Radical, que funciona como foro para expresar descontento, pero es incapaz de formular soluciones. Las condiciones son muy malas para los años venideros».
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