Cuando se piensa en Ron Wood, el guitarra de los Rolling Stones, muchos le consideran un contratado. En el fondo es así y aunque aparezca en las portadas de los discos y haya firmado algunas canciones del repertorio de los Stones, nunca ha sido miembro del grupo de pleno derecho. Pero ¿a quién le importa eso cuando tu bagaje es mucho más sólido y amplio? Mick Jagger o Keith Richards pueden presumir de estar en los Rolling, sí, pero Ron Wood ha trabajado y ha formado grupo con los grandes, desde Jeff Beck a Rod Stewart y ha tocado en directo o en disco junto a los mejores músicos del mundo.
'Memorias de un Rolling Stone' es el libro que acaba de editarse con su autobiografía. Toda una vida de música, excesos, subidas a lo más alto y bajadas a los infiernos. Es sólo rock n’ roll, pero me gusta, que dirían los Stones.
Contado de manera muy sencilla, como el que recuerda anécdotas con sus amigos una tarde entre cervezas, si de algo se puede considerar a la autobiografía de Ron Wood es de honesta. Estoy seguro de que se callará muchas movidas y en algunas de las que cuenta, omite o cambia el nombre de algunos traficantes, pero ¿qué más da? Bastante cuenta para que necesitemos más.
Si digo que es honesta es porque Ron Wood, alcohólico y politoxicómano declarado, en ningún momento intenta hacer apología de sus adicciones ni reniega de ellas lamentándose del tiempo perdido, como hizo en la suya Johnny Cash. Al terminar el libro te queda una sensación de que te han dicho "ésta es mi vida para bien o para mal, júzgala como quieras que yo bastante he hecho con vivirla".
Aventuras con narcotraficantes en islas caribeñas, cárceles y detenciones, mujeres y camellos. Millones y quiebras. Todo en la vida de Ron Wood es una montaña rusa, algo muy lógico si eres un Rolling Stone.
Hay momentos en que estas memorias parecen un libro de aventuras o el guión de una comedia con habitaciones llenas de sacos de cocaína, donde ésta se coge a paladas para regalar a los invitados, con Keith Richards persiguiendo a la gente por los pasillos de los hoteles con cuchillos y pistolas, o cuando tras una noche de juerga el hijo pequeño de Wood baja a desayunar y se encuentra durmiendo la mona en un sofá a Christopher Reeve y despierta a toda la casa al grito de "¡papá ha matado a Superman!!!". Claro que otras anécdotas no son tan graciosas, como cuando descubren que lo primero que hacían sus hijos tras las fiestas era rebuscar en los ceniceros para fumarse las colillas de los canutos de cocaína que habían dejado papá, mamá y sus amigos la noche anterior.
Paralela a la vida de Ron Wood, vamos a ir viajando por la de los Rolling Stones. Muchos secretos quedan al descubierto por fin. Sesiones de grabación, peleas, giras y la versión 'oficial' de la leyenda de cuando los Stones estuvieron a punto de separarse, y el porqué de Mick Jagger tirado en el suelo en la portada del disco 'Dirty Works' que tantos rumores generó en su época, o quién era el que verdaderamente se acostó con la entonces mujer del primer ministro canadiense, Margaret Trudeau.
Como un culebrón de la mejor época de Hollywood, 'Memorias de un Rolling Stone' te engancha por el estilo tan cercano que tiene y el ritmo de narración, tan rápido y adictivo como un buen rock n’ roll. Convenientemente adornado con las pinturas y dibujos de Ron Wood, excelente artista plástico, por cierto, es imposible dejar de leerlo cuando has comenzado la primera página, porque logra arrastrarte y envolverte en la vertiginosa vida de una estrella del rock y, sobre todo, que le cojas aprecio a este cabeza de chorlito.
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