La comunidad internacional está alzando la voz para reclamar a Mugabe que abandone el poder de Zimbabue, tras 28 años de mandato. Desde que se celebraran elecciones en el país africano (en marzo y junio de este año) ha sido imposible alcanzar cierto clima de acuerdo entra las fuerzas políticas, al mismo tiempo que el país sufre el azote de una epidemia de cólera y una situación económica delicadísima. Por estos motivos, importantes líderes políticos se han manifestado exigiendo su marcha al líder zimbabuense:
Hay, fundamentalmente, tres motivos que han servido como detonantes de la reacción de la comunidad internacional (al margen de las continuas denuncias sobre violaciones de derechos humanos que se vienen sucediendo en los últimos años). En primer lugar, la epidemia de cólera que se ha desatado en el país y que ha costado la vida, desde el pasado mes de agosto, a al menos 565 personas. Sin embargo, las agencias humanitarias de la ONU han alertado de que la cifra de afectados puede ser mucho mayor, y de que se trata de la peor epidemia de esta enfermedad en la historia del país. A este respecto, los países europeos han solicitado la intervención de la Organización Mundial de la Salud (OMS), debido a que el cólera figura en la lista de las enfermedades contagiosas que permiten una actuación internacional, según ha explicado el ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner, en nombre de la Presidencia de turno de la Unión.
El segundo de los motivos es la delicada situación económica que atraviesa Zimbabue, según una interpretación generalizada entre muchos analistas. "Mugabe tendrá muchas dificultades para gobernar sin una gran mayoría (en el Parlamento), pero ése no es su verdadero problema. Su principal e insalvable problema es el desmoronamiento de la economía. No tiene margen de maniobra", asegura el líder cívico Lovemore Madhuku, según recoge Brian Raftopoulos, Director de investigaciones del Solidarity Peace Trust, en un artículo titulado 'Elecciones, mediación y situación de punto muerto en Zimbabue'.
En este artículo se señalan las tres características principales de la devastación económica que afecta a Zimbabue, que ha provocado que "la mayoría de la población activa, tanto del medio rural como del urbano, se enfrente a la probabilidad de una pobreza cada vez mayor, por no decir a una inanición masiva". Estas características son: una hiperinflación de "aproximadamente 10 millones por ciento", un enorme descenso en el sector estructurado, así como "un desplazamiento de mano de obra cada vez mayor".
Por último, el tercer factor es el enquistamiento de la situación política. Y es que, han pasado ya muchos meses desde que, en marzo, el país acogiera la primera ronda de sus elecciones al Parlamento, el Senado, el gobierno local y la presidencia. Aquella cita se saldó con una victoria insuficiente del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC), liderado por Morgan Tsvangirai. A finales de junio se celebró la segunda ronda de las elecciones, envuelta en numerosos actos de violencia, que desencadenaron la retirada del MDC (hasta 200 de sus seguidores fueran asesinados durante la campaña) y la plácida victoria del partido de Mugabe, el ZANU-PF. Entonces, ni siquiera los defensores de Mugabe en el seno de la Comunidad del África Meridional para el Desarrollo y la Unión Africana pudieron respaldar su "victoria" electoral, según recuerda Raftopoulos en su análisis.
En la segunda quincena de julio arrancaron una serie de acercamientos, por los que los partidos enfrentados se comprometieron a "encontrar una solución verdadera, viable, permanente y sostenible". Lamentablemente, este clima sólo duró hasta agosto, cuando los contendientes volvieron a distanciarse. Tras una serie de negociaciones, el 11 de septiembre volvía a producirse un signo para la esperanza, ya que se firmaba un acuerdo político que ofrecía nuevas posibilidades y que firmaron los partidos de Mugabe y Tsvangirai. "El acuerdo que se firmó finalmente reflejó las tensiones existentes entre un partido en su día dominante obligado a aceptar un reparto del poder y un partido opositor incapaz de reunir el poder de influencia necesario para arrebatar el poder de forma contundente al partido gobernante", reconoce Raftopoulos.
El acuerdo dejó muchas "áreas sin definir", según advirtió el analista internacional. Uno de ellos es que no se habla de qué ministerios concretos se asignarían a cada uno de los partidos. Y, precisamente, éste es el punto sobre el más se viene discutiendo en los últimos días en Zimbabue, y es el que ha vuelto a separar los intereses de ambos partidos. Este nuevo desencuentro ha sido, pues, uno de los detonantes de la reacción internacional contra Mugabe.
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