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La deflación: amenaza la enfermedad del diablo

  • La inflación cae 1,2 puntos, y acecha la sombra de la temida deflación
  • Solbes insiste en que la caída de los precios se debe a la reducción del precio del petróleo
  • La deflación no se conoce en Occidente desde el crack del 29 y la Gran Depresión
Por ANA R. CAÑIL (SOITU.ES)
Actualizado 28-11-2008 16:36 CET

Si te has alegrado de que la inflación se haya reducido en noviembre 1,2 puntos hasta el 2,4%, el nivel más bajo desde agosto de 2007, estás a punto de ser un insolidario. Sí, sí. No te escudes detrás de la crisis internacional —como le dice Rajoy a Zapatero— y de que todo el mundo te advierte de que andes con prudencia, que ahorres. Si no gastas y no compras ahora, estás a punto de convertirte en un vulgar y avaro Mr. Scrooge.

¿Qué es la deflación? Una extraña enfermedad económica: caen todos los precios, nos ataca una especie de desgana y ninguno queremos comprarnos nada. Como buitres, estamos ahí, ahorrando céntimo a céntimo, pensando en que todo será más barato mañana. Todo lo contrario de la inflación, cuando los precios de los productos suben porque todos queremos comprar como posesos.

La enfermedad del diablo

¿No te lo crees, verdad? ¿Y menos en vísperas de Navidad? Pues debes enterarte de que esa rara peste, la deflación, no se conoce en Occidente desde el crack bursátil de 1929 y la Gran Depresión. Los economistas le temen más que al diablo, de hecho, a menudo es calificada como una enfermedad "infernal", porque introduce a las sociedades en un círculo vicioso: como tú no compras, las empresas tienen que vender sus productos más baratos para cubrir al menos los costes, y para ello, también bajan los precios. Y caen los salarios, con lo cual compramos aún menos y las empresas, como no consumimos, invierten menos todavía. La tal deflación es causa y efecto de la falta de circulación de euros, porque todo el mundo se los guarda.

Eso es lo que han hecho los japoneses hasta hace muy poco tiempo. El banco de Japón mantuvo los tipos de interés al 0% durante años. ¿Difícil de creer que la banca te preste sin cobrar intereses? Pues sí, es verdad.

De todas formas, después de asustarte, te vamos a decir la verdad: es un riesgo importante, pero los sabios economistas no tienen ni idea —unos dicen que sí y otros que no— de si nos va a atacar. Hace unas semanas que el fantasma se agita por Europa. Por eso, los bancos centrales están vigilantes, aunque lo más seguro es que EEUU y la UE vuelvan a bajar los tipos de interés el mes que viene.

"La deflación es lo más terrible que le puede pasar a una economía", explica el economista Guillermo de la Dehesa, quien ya lleva semanas advirtiendo de que es un peligro que se cierne sobre nuestra economía, ese círculo infernal que nos puede atacar tras la recesión, y piensa que esa situación se puede prolongar hasta el primer semestre de 2010.

¿Que por qué temen los economistas que llegue la deflación? Desde el pasado mes de julio, la caída de los precios es tan fuerte y desconocida —en España, en la zona euro y en Estados Unidos— que para muchos es una obviedad que a mitad del año que viene los índices de precios al consumo (IPC) serán negativos. Y ahí es donde nos atacará la enfermedad apestosa que tanto temen los sabios, como le sucede al catedrático Emilio Ontiveros. "Es verdad, nos da pánico la deflación, por eso cuando oí al vicepresidente Solbes la semana pasada hablar de que para julio del año que viene podemos tener una inflación del 1%, me quede preocupadísimo".

En la posguerra

Que no corra el pánico más rápido de lo debido, aunque nos guste crear suspense. Hace 56 años, en 1952, la economía española arrojaba una tasa negativa de inflación, según las series clásicas.

Además, frente al pesimismo de los expertos citados hasta ahora, también hay que decir que tanto Solbes como su secretario de Estado de Economía, David Vegara, llevan tiempo recordando que la caída de los precios se debe a la reducción del precio del petróleo, que ha pasado de rondar los 150 dólares por barril, a moverse alrededor de los 50 dólares por barril. Incluso 46 dolares últimamente. Y si el crudo se mantiene en ese precio, lo normal sería alcanzar el próximo verano esa bajísima inflación —e incluso menor al 1%— que apuntaba el vicepresidente económico.

Una de realidad

De todas formas, detrás de tanta teoría, análisis y sabiduría enciclopédica de catedráticos, gobernadores de bancos centrales —FED y BCE incluidos— o ministros de Economía de EEUU y Europa, vamos a una de economía real. Algunos profesores japoneses que enseñan economía suelen comenzar su clase para explicar la deflación con un recuerdo: en los años 90, cuando la peste económica entró en su país, iba acompañada de la eclosión de un montón de tiendas de 'todo a un yen', ya fueran de chinos —como en Europa— o de japoneses. Y sólo esas tiendas, que curiosamente se iban quedando con los locales donde había habido 'boutiques' o locales más occidentalizados y de mayor calidad, fueron los que proliferaron. Los japoneses sólo compraban lo 'tirado', que diríamos los españoles.

¿Te suena el fenómeno? Si vives en una gran ciudad española, londinense, parisina ¿no estás entrando cada vez con más curiosidad a las tiendas de 'los chinos', las antiguas de 'todo a 1 euro' ¿No copian la ropa, las cremas, los maquillajes, cada vez más rápido y no te cuesta la cuarta parte que en la tienda tradicional?

La respuesta no es muy científica, pero te aseguro que los sabios que normalmente entrevistamos los periodistas no andan todo el día por la calle, como tú. Y desde luego, no entran en la tienda de chinos donde te acabas de comprar un abrigo copiado a Josep Font —sin forrar, claro— por 25 euros. ¿Es eso un síntoma de la deflación que viene?

Por último, si quieres algo más científico y moderno, que te sirva para utilizar ese palabrejo-insulto de "deflactador", puedes bajarte el artículo de hace seis años que escribió el último Nobel de Economía, Paul Krugman, preguntándose si es posible prevenir la deflación (en inglés). Como con las grandes enfermedades, tratados e investigaciones abundan. Las soluciones o las curas, escasean.

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