Dispositivos electrónicos que acercan la visión a personas ciegas, prótesis mecánicas que igualan cada vez más los movimientos de las manos... No hablamos de ciencia ficción sino de los más recientes avances en biónica que se recogen en numerosos vídeos en la red.
Llamamos biónica en medicina a aquella disciplina científica que se encarga del diseño y aplicación de sistemas artificiales (mecánicos/electrónicos) para la sustitución de órganos o miembros en personas. Su gran punto fuerte con respecto a la medicina regenerativa (disciplina sobre la que comparte objetivos pero desde perspectivas diferentes) es que avanza con mucha mayor rapidez.
En medicina regenerativa, comprender los complejos mecanismos que llevan a las células madre a diferenciarse a determinados tipos de células o tejidos es un proceso que llevará mucho tiempo y aún más cuando sepamos aplicarlos correctamente. Ese obstáculo no es tal en la biónica, ya que se tiene un profundo conocimiento sobre aquello que se aplica (sistemas electrónicos/mecánicos) . Si en medicina regenerativa aún estamos vislumbrando cómo podría ser posible regenerar una extremidad, en la biónica eso es algo que no preocupa, si no hay extremidad o el órgano funciona mal, lo creamos artificialmente.
Por supuesto, este último hecho es ventaja e inconveniente al mismo tiempo. Ventaja, porque es un campo sobre el que la espera de resultados no es excesivamente larga. Conforme la tecnología avanza (y, aunque sea un tópico, lo hace muy rápido) también lo hace la biónica. Sin embargo, tiene una gran desventaja: No hay máquina más perfecta que el cuerpo humano (obviemos que quién dice esto es una médico). Simular y aproximarse lo máximo posible a las funciones biológicas mediante sistemas mecánicos/electrónicos es una ardua tarea. Llegar a ser capaz de conseguir los movimientos exactos naturales de una mano, la visión perfecta de un ojo biológico o permitir sentir sensaciones naturales a partir de una extremidad biónica en lugar de ser algo "extraño" son ejemplos de objetivos que aún distan mucho de ser alcanzados correctamente. Lo que tenemos en la actualidad serían versiones "primitivas" y "simplificadas" de órganos y extremidades biológicas.
Pero a pesar de este pequeño gran inconveniente, el campo de la biónica progresa y se perfecciona mostrándonos lo que es capaz de conseguir:
No hablamos de algo experimental, que sólo se encuentra en los laboratorios. Hablamos de la primera mano biónica con la que es posible mover los dedos independientemente y que está disponible comercialmente. Se llama "I Limb" de Touch Bionics y más de 200 personas han podido disfrutar de sus ventajas.
El funcionamiento es el siguiente: La mano biónica contiene en su parte superior, en contacto con el muñón de la persona, unos pequeños electrodos que detectan las señales eléctricas generadas en los músculos de esa zona. Cuando el paciente contrae alguno de los músculos del muñón, los electrodos detectan la actividad eléctrica asociada a este fenómeno y lo simula en un movimiento determinado en la mano biónica.
Como podemos ver, la amplia cantidad de movimientos que consigue permite a la persona una gran autonomía. Aún no podemos decir que simule perfectamente los movimientos de la mano pero, sin duda, es una muy buena aproximación.
Más de 23 líneas de investigación están implicadas en la carrera de fondo que supone el desarrollo de ojos biónicos, también conocidos como retinas artificiales. Los logros son aún discretos, pues simular la visión humana es algo aún más complicado que simular los movimientos de una mano. En la actualidad, lo que podemos conseguir con una retina artificial es que algunos tipos de ciegos (no todos pueden beneficiarse de este adelanto) vuelvan a ver en una difusa escala de grises, patrones y, sobre todo, distingan formas. Aún lloverá mucho hasta que los ojos biónicos sean capaces de mostrar la riqueza de colores y tengan una alta resolución, pero alcanzar este logro es sólo cuestión de tiempo.
El equipo de investigación del profesor Nigel Lovell de la Universidad de New South Wales (Australia) es uno de los equipos que compiten por ser capaces de desarrollar un ojo biónico funcional y marcan como fecha límite el 2020. El dispositivo consiste en una cámara externa y un microprocesador que se colocan sobre unas gafas y transmiten una señal a un circuito electrónico y electrodos implantados y conectados a la retina (en la parte posterior del ojo).
Otra línea de investigación con un enfoque también similar, nos explica de cerca qué es lo que nos permite la visión artificial hasta la fecha y nos describe (con una representación 3D muy maja) como funciona con más detalle:
No podíamos hablar de biónica, sin mencionar uno de los logros más exitosos en este campo y que más se están utilizando en todo el mundo: Los implantes cocleares. Estos dispositivos son útiles en aquellas personas que son sordas debido a una alteración de la función de la cóclea o caracol del oído interno . El caracol es una especie de "traductor", que transforma las ondas sonoras en señales nerviosas que se transmitirán al cerebro. Las personas que son sordas porque el caracol no funciona correctamente tienen la capacidad de oír sonidos pero les falta el traductor que le diga al cerebro cómo tiene que hacerlo. Los implantes cocleares hacen exactamente eso, sustituir la función del caracol para transmitir señales eléctricas a los nervios hasta llegar al cerebro y poder volver a oír.
Por supuesto, tiene una serie de desventajas, además de que sólo sirve para determinados tipos concretos de sordera, su utilización en niños debe ser cuanto más temprana mejor para permitir el desarrollo de su lenguaje oral. Si los implantes cocleares se ponen muy tarde, es muy difícil conseguir ese lenguaje salvo concretas excepciones.
El implante coclear consta de un micrófono y un procesador del lenguaje, que consiste en un pequeño procesador que transforma las ondas sonoras en señales eléctricas, y que se enviarán mediante un cable al propio implante para enviar las señales a través de los nervios hasta el cerebro.
Los implantes cocleares más avanzados permiten cada vez una percepción de sonido más acorde al que conseguiríamos de forma "biológica" y sin ese tono metálico tan característico (con un tono similar a si nos hablara un ordenador). Aquellos más recientes (y por qué no decirlo, aún más caros e inaccesibles) permiten disfrutar de la riqueza sonora de la música, otros sonidos cotidianos y escuchar conversaciones en entornos ruidosos. La mayoría de los implantes en la actualidad ofrecen algún tipo de dificultad a la hora de comprender las conversaciones pues no siempre se pueden oír completamente.
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