A mal tiempo buena cara. En este caso, buen desnudo, pues, siguiendo esta máxima, un centro de ocio naturista australiano ha decidido sacar provecho y frente a la crisis económica ha reaccionado proponiendo una erótica oferta del 'mes del hedonismo' para el próximo marzo, con encuentros y fiestas para apasionados del sexo. Una lucrativa idea que evoca las orgías con las que, en el pasado, algunas comunidades afrontaban la inminencia de la muerte por una irrefrenable epidemia.
La actual situación de la economía mundial, si bien nos repercute a todos, es desigual en su impacto individual, por lo que a la llamada de ofertas del tipo de la australiana acudirán los aficionados, más que los desesperados. El hecho es que quienes se ven afectados de pleno por situaciones de desempleo o reducción drástica de sus ingresos suelen estar poco interesados por vivir los placeres del sexo.
Una de las primeras manifestaciones de los estados de ansiedad y, sobre todo cuando se camina hacia la depresión, es la disminución del deseo sexual. Éste es un indicador muy sensible del estado de ánimo, de forma tal que incluso es la falta de libido lo que experimenta quien va entrando en un proceso depresivo, con frecuencia antes que otras manifestaciones depresivas. Y es que la abrupta ruptura del equilibrio económico personal, o de la pareja, actúa como un poderoso estresor que, además de otros síntomas psicosomáticos, suele provocar estados de ansiedad, con déficits de autoestima que con el paso del tiempo pueden evolucionar hacia la depresión.
La disminución del deseo sexual en la mujer que se ve estresada por la situación de crisis económica personal puede llevarla a tener relaciones sexuales sin clara motivación por el sexo, bien por complacer a la pareja o bien como forma de huida hacia adelante, buscando la evasión frente al malestar que está viviendo. Corre así el riesgo de no percibir su insuficiente excitación, lo que se traduce en una lubricación vaginal escasa, que le dificulta llegar al orgasmo. En ocasiones, la escasa lubricación puede motivar que sienta molestias en el coito e incluso dolor. Obviamente, la reiteración en relaciones poco gratas, y especialmente si experimenta molestias o dolor, desmotiva para repetirlas, por lo que se va incrementando la pérdida del interés por el placer sexual.
En el caso del hombre, la crisis económica personal con el consiguiente correlato de merma de autoestima, ansiedad y todas sus manifestaciones: trastornos del sueño, nerviosismo, inseguridad, dificultades para la concentración… puede reflejarse sexualmente con la brusca aparición de la disfunción eréctil. El hombre, perfectamente, puede no darse cuenta de la incipiente disminución de su deseo sexual consecuente al estrés que está viviendo. No obstante, si sucede, el impacto de la pérdida de su erección suele ser tal que, en ocasiones, pasa a centrar su preocupación a un grado similar a su preocupación económica.
Es muy importante destacar que estas dificultades sexuales, de hombres y mujeres, son lo que se llaman psicógenas, es decir, no se deben a trastornos físicos o enfermedades médicas, y su pronóstico es favorable en la medida en que más tempranamente se afrontan. La ayuda profesional puede ser clave, pues sólo el hacer crónico el problema a lo largo del tiempo es lo que puede añadir dificultad para su resolución.
¿Has experimentado alguna dificultad sexual durante periodos de problemas económicos? ¿Alguna persona te ha hablado de sus dificultades sexuales asociadas a problemas económicos?
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