Sandía borracha

Son muchos los que a raíz del programa «Cocina sin bobadas» nos han preguntado sobre la ya célebre sandía borracha y los que incluso han tenido algún «desajuste» en su elaboración. Ahí va, con todo género de detalles y hasta con manual de instrucciones troleras para el después, que también tiene lo suyo…

SANDÍA BORRACHA

1 Sandía hermosa

Media botella de vodka helada

1 descorazonador de manzanas

1 embudo

La sandía y la vodka deben estar muy frías. Es conveniente que reposen en la nevera unas buenas horas para que la receta salga de perlas. Este postre se debe hacer con la suficiente antelación como para que se sirva bien fresco, conviene ponerse en marcha unos días antes.

Con ayuda del descorazonador, hacer un agujero en la sandía con suficiente hueco como para que entre el cuello del embudo (guardar el pedazo retirado, pues una vez terminado, servirá de tapón).

Poco a poco, con el embudo puesto, verter dentro de la fruta la vodka bien fría. Introducir en la nevera la sandía con el agujero para arriba, de manera que absorba bien y el aguardiente se reparta y empape la pulpa. Repetir esta operación tantas veces como sea necesario en el transcurso de unas horas y hasta que la fruta se emborrache lo suficiente.

Replay. Sacar la sandía de la nevera, verter el alcohol, volver a meterla al fresco; volverla a sacar y repetir la operación hasta que veamos que la sandía hace «eses» y no se tiene en pie. En ese momento, ponemos el tapón que le hicimos con el descorazonador (lo teníamos convenientemente guardado en la nevera) y listo.

Manual de instrucciones

Al final de la comida, haciéndose uno el despistado, ha de decirse en alto a toda la mesa que no hay gran cosa de postre, y recordar de pronto que sí, que quizás pueda dormir una sandía en el cajón de la fresquera.

Al partirla, al primer bocado, se liará parda, así que nuestra recomendación es soltar una trola que nunca falla: la clonación en el terreno hortofrutícola ha tocado techo con este ejemplar de «sandía borracha», traída especialmente de los estantes del famoso comercio neoyorquino Dean&Peluca.