Marian Robinson, de 70 años, madre de Michelle y abuela de Malia, nueve años y Sasha, de seis, se ha revelado como una pieza esencial en el equilibro de la familia del presidente durante la campaña. Su pollo frito crujiente y los mimos a las nietas pueden propiciar que se mude con su yerno. En EEUU ya se ha abierto el debate sobre si debe o no trasladarse.
El nuevo presidente resulta tan perfecto que comienza a producir repelús. Además de atractivo, inteligente y ganador, adora a su suegra hasta tal punto que está planteándose que se traslade de su sencilla casita en un barrio negro de Chicago a la Casa Blanca. La verdad es que no será por falta de espacio, porque en la residencia oficial hay sitio de sobra como para alojar hasta a los familiares keniatas por parte de padre. Además, Marian, una abuelita con carácter fuerte y voz rasposa, se ha ganado a pulso ocupar una de las habitaciones privadas. Durante la campaña ha mantenido el equilibrio emocional de las pequeñas intacto, gracias a sus cuidados y su amor.
Para Michelle LaVaughn Robinson, la estabilidad de Malia y Sasha es una obsesión sólo superada por la de la garantizar la seguridad de la familia. La mujer de Obama comenzó imponiéndose tres días de campaña a la semana, pero tuvo que apretar el ritmo en la recta final, con la consiguiente renuncia a acostar a las niñas, recogerlas del colegio o ayudarlas a hacer los deberes. Sin embargo, allí estaba su madre, la mujer que durante su propia infancia vigiló que no se saliera del camino, para tomar las riendas del hogar mientras los Obama se entregaban a la carrera electoral. Las rígidas normas impuestas por Michelle se relajan en su ausencia. "Sólo una hora de televisión no me parece suficiente y acostarse antes de las 8:·30 de la tarde es ridículo", ha declarado con humor Marian al Boston.com. Ella ya educó sus propios hijos, Craig y Michelle. Ahora le toca malcriar a sus nietas.
La abuela, viuda, se jubiló el año pasado de su trabajo como secretaria en un banco y las niñas son una pasión comprensible hasta para el propio Obama, que ha reconocido que lo mejor que pudo hacer cuando fue elegido senador por Illinois fue mantener su domicilio en Chicago, a unos diez minutos de casa de su suegra. En todos los medios políticos estadounidenses también han sabido valorar la importancia de Marian en la campaña. Sin ella, tanto Barack como Michelle habrían estado más nerviosos al tener que dejar a sus hijas tanto tiempo solas. Así que, siendo una pieza clave, parece recomendable que se mude a la Casa Blanca. Se supone que las obligaciones derivadas del nuevo estatus laboral de los Obama exigirán mayor presencia de la abuela. Quién si no va a romper la sana alimentación que Michelle impone a Malia y Sasha con alguna golosina de vez en cuando, o con el famoso pollo crujiente que tanto les gusta. Marian cuenta su secreto: utilizar galletas Ritz desmenuzadas para rebozarlo, tras haber sumergido los pedazos de pollo en agua helada. Luego se fríe en abundante aceite y se sala generosamente. Con esta receta para chuparse los dedos resulta desalmado que en la red se plantee la conveniencia, o no, de vivir con la suegra.
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