Felipe Massa se ha impuesto en el Gran Premio de Brasil más agónico de la historia, que ha decidido el Mundial 2008 a favor de Lewis Hamilton. El inglés se hecho con el título en la última frenada de la carrera, al adelantar a Timo Glock. Fernando Alonso despidió el campeonato desde el segundo puesto del podio, resultado que le aúpa hasta la quinta posición en el campeonato de pilotos. Ferrari ha revalidado el cetro en el de constructores.
Hacía muchos años que el campeonato del mundo de Fórmula 1 no vivía un desenlace tan emocionante. Los números invitaban a pensar lo contrario, pues Hamilton tenía suficiente con acabar entre los cinco primeros para cantar el alirón, pero tres minutos antes de la salida empezó el festival. Un inesperado chaparrón resucitó al espíritu de Ayrton Senna —el mejor piloto de la historia de la categoría sobre agua— sobre el asfalto del Autódromo Jose Carlos Pace de Sao Paulo.
La tormenta ponía más presión sobre Hamilton y McLaren, que veían como la meteorología sumaba el miedo a las preocupaciones previas al Gran Premio. En ese momento, los mecánicos del equipo inglés empezaron un temeroso vaivén entre el box número 13, que ocupaba Lewis Hamilton, y la pista en busca de instrucciones. ¿Su estrategia? No arriesgar: neumáticos intermedios y al ataque, igual que todos los demás.
Charlie Whiting encendió los semáforos de salida con diez minutos de retraso sobre el horario previsto. La pista estaba encharcada, aunque la lluvia desapareció tal y como había venido. Los cuatro primeros clasificados, Massa, Trulli, Räikkönen y Hamilton, no fallaron en la arrancada, y lograron conservar la posición hasta la primera aproximación a la curva del Lago. Por detrás rodaban Vettel, autor de una gran salida, Fernando Alonso y Heikki Kovalainen, que dejó solo a su jefe de filas en la tercera curva. Más atrás, David Coulthard se veía apeado de su última carrera de Fórmula 1 tras recibir un golpe por detrás de Nico Rosberg, y Nelsinho Piquet hacía lo propio tras marcarse un trompo unos virajes después. Estos dos incidentes invitaron a la fiesta a un invitado con el que todos contaban pero en el que nadie había pensado: el coche de seguridad.
El pelotón tuvo cinco vueltas para calmar los ánimos y, lo más importante, evitar que frenos y neumáticos sufrieran un bajón de temperatura, un capítulo crítico en las pruebas sobre agua. El Gran Premio se relanzó en el quinto paso por meta, con los cuatro primeros en su sitio y Kovalainen discutiendo a Alonso el sexto lugar. El finlandés entró muy pasado en la S de Senna, hecho que aprovechó el asturiano para recuperar la posición perdida.
La taquicardia de espectadores y pilotos remitió en apenas dos giros. En ese momento, los estrategas empezaban a barajar el momento justo para poner las gomas de seco. Fisichella y Rosberg fueron los primeros en asumir el riesgo en las vueltas seis y siete. El juego parecía claro para ellos: atacar al máximo en la zona virada de la pista y jugar con cambio, acelerador y gas en la recta de meta y la S de Senna, que por la peculiar orografía de la pista, creaba una peligrosa bolsa de agua. En otras palabras: un 10% del trazado abandonaba su condición de circuito de F-1 para convertirse, en parte, en una especial del mundial de rallies.
Los primeros favoritos en pasar por boxes fueron Fernando Alonso y Sebastian Vettel, en el noveno paso por meta. El alemán pasó a Alonso en el lance pero, una vez más, Renault volvió a acertar en la estrategia. Felipe Massa paró una vuelta más tarde, y Räikkönen, Trulli y Kovalainen lo hicieron dos giros después. La jugada salió redonda a Alonso y los suyos: el nuevo orden de carrera mantenía a Massa en cabeza, seguido de Vettel, Alonso, Räikkönen, Fisichella (¡!), Trulli y Hamilton. En esos momentos, el brasileño era campeón del mundo.
Casi sin quererlo, Fernando Alonso se había metido en la lucha por la victoria, mientras Hamilton empezaba a verse acorralado por las circunstancias. El inglés tardó dos vueltas en superar a Trulli, pero se quedó enganchado tras Fisichella. Sin embargo, la resistencia del Force India no fue más allá del decimoséptimo paso por meta, y Hamilton recuperó con la quinta plaza el título provisional.
A partir de entonces, el Gran Premio de Brasil entró en su fase más relajada, apenas interrumpida por el marcaje estratégico entre Renault y Toro Rosso, que luchaban por la segunda plaza sobre una pista completamente seca. Sin embargo, el alemán descubrió sus cartas en la vuelta 27. Su estrategia le obligaba a detenerse en tres ocasiones, por dos de Fernando. Si nada fallaba, el asturiano tenía en el bolsillo el tercer podio del año.
Massa y Hamilton efectuaron su último pit stop a 32 y 33 vueltas del final, respectivamente, con el inglés en una cómoda quinta posición y el brasileño liderando sin paliativos la carrera. Sin embargo, cuando todo parecía decidido, a doce vueltas del final volvió a reaparecer la lluvia, y con ella los nervios en McLaren. Las nubes negras descargaron, primero, en la zona intermedia del circuito, para hacerlo poco después sobre la recta de meta. Había que volver a parar.
Fernando Alonso, Kimi Räikkönen, Lewis Hamilton y Sebastian Vettel se detuvieron en su box para calzar gomas intermedias a cinco vueltas del banderazo. Massa, en cambio, decidió esperar un giro más. El brasileño regresó a pista por delante de Alonso y Räikkönen; por detrás rodaba Timo Glock, que se mantuvo en pista con gomas de seco, y Hamilton y Vettel, que salieron pegados. Su duelo centró la atención de las cámaras durante las siguientes cuatro vueltas. Si el alemán conseguía adelantar a Lewis, el mundial se quedaría en Brasil. Si, por el contrario, el inglés mantenía la quinta plaza, se convertiría en el campeón mundial más joven de la historia. El piloto de Toro Rosso no lo dudó un segundo y empezó a atacar, animado desde el box por su equipo y parte de la Scuderia Ferrari (recordemos que su monoplaza monta una mecánica de la marca italiana).
A dos vueltas del final, un malentendido entre Kubica, que se quería desdoblar, y Hamilton en la frenada de entrada a meta dejó la puerta abierta a Vettel, que se aupó hasta el quinto puesto. Massa era campeón del mundo. Hamilton tenía dos vueltas para recuperar la posición, pero no podía con Vettel, uno de los mejores pilotos sobre agua de la especialidad. En Ferrari empezaban las celebraciones. Pero nadie había contado con Timo Glock. El alemán se mantenía a duras penas en pista con sus gomas de seco, y su resistencia no fue más allá de la ultimísima frenada de la temporada, en la que Hamilton y Vettel le rebasaron con comodidad. El inglés conseguía con ello auparse hasta el quinto puesto, la única combinación que podía darle el cetro en esas condiciones. Papá Massa y medio box de Ferrari quedaron retratados ante las cámaras. Sus lágrimas de alegría se convirtieron, en menos de un segundo, en un pesar infinito.
Balance final: Lewis Hamilton superó por un punto a Massa en la tabla del campeonato del mundo de Fórmula 1 más movido de los últimos veinte años, y Ferrari repitió cetro entre los constructores. Kimi Räikkönen consiguió, con su tercera posición, apartar a Kubica del podio honorífico del de pilotos, y Fernando Alonso hizo lo propio con Nick Heidfeld, al que relegó a la sexta posición.
El Gran Premio de hoy cierra una era en la historia de la Fórmula 1. A partir de final de mes empieza un nuevo capítulo, esta vez con neumáticos slick, menos aerodinámica, el temido KERS y mucho movimiento en el apartado de fichajes (Fernando Alonso desvela su futuro este miércoles). Seguiremos informando.
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