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Bébete de un trago el cóctel 'Salvador': miedo, pobreza y violencia

  • El Salvador, sede de la Cumbre Iberoamericana se enfrenta a una dura campaña electoral
  • Sumido en la pobreza y la violencia, la derecha agita el fantasma del comunismo
Por GUMERSINDO LAFUENTE (SOITU.ES)
Actualizado 30-10-2008 12:39 CET

Denisse lleva dos años en El Salvador, es asesora del delegado de ONUSAL (la misión de la ONU para la pacificación del país), está en el centro neurálgico de todas las negociaciones de paz. Ella conoce a los líderes del FMLN (Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional), pero también se relaciona con los miembros de la oligarquía local. Dice que son despiadados, que aprecian antes unos pocos kilos de café que las vidas de sus colonos, que jamás han admitido la más mínima posibilidad de que los campesinos tengan derechos. Y que, ni siquiera ahora, después de 13 años de guerra, piensan que pueda ser bueno negociar para alcanzar la paz. A todo el que se acerca al Frente le consideran comunista y merecedor por tanto de ser baleado.

Denisse Cook, que aún trabaja para la ONU, me hizo estas confidencias en 1992, durante una comida en el hotel Sheraton de El Salvador, escenario mítico de la gran ofensiva del Frente en el año 89. Creo que el tiempo transcurrido (16 años) me liberan de la discreción pedida, sobre todo cuando regreso a El Salvador, en la semana previa a la Cumbre Iberoamericana, y me encuentro un país sumido en la pobreza, la violencia y la incertidumbre.

Medio en broma, medio en serio, un analista local interrogado por lo que ha sucedido desde el final de la guerra en el pequeño país centroamericano comenta que se ha repartido mucho la riqueza: antes mandaban 14 familias y ahora ya son 15.

Y no debe de andar muy lejos de la realidad este diagnóstico sobre un país que, en plena campaña electoral, revive viejos fantasmas. Por primera vez en todos estos años, el FMLN, siempre en la oposición, lidera las encuestas. Su candidato a presidente, Mauricio Funes, un periodista muy popular por sus incisivas entrevistas en televisión, ha logrado dar una imagen más moderna y moderada al discurso del Frente.

Pero Arena, el partido tradicional de la derecha salvadoreña, en sintonía con Fuerza Solidaria —una organización de oposición a Chávez en Venzuela— está agitando con fuerza el fantasma del comunismo y del supuesto chavismo de Funes.

Los periódicos y las cadenas de televisión están inundados de mensajes que advierten de los peligros de una victoria del FMLN, y éstos están más presentes que la imagen de Rodrigo Ávila, el candidato de los conservadores. Incluso, uno de los pastores evangelistas más popular (en El Salvador cerca de un tercio de la población es protestante), Edgar López Bertrand, más conocido como 'Hermano Toby', advierte desde su prensa, su radio y su televisión, de los males eternos que sufrirá el país si Funes alcanza la presidencia.

Y el caso es que parece que el candidato del FMLN está más cerca de Lula que de Chávez. Así lo asegura Felipe Vargas Ortiz, militante de FMLN, que trabajó durante la guerra para Salpress, la agencia que los guerrilleros utilizaban para informar al mundo de sus actividades. "No creo que se acerque a Chávez, él se siente más cómodo con Lula, incluso su esposa es brasileña, el Frente ha evolucionado y cada vez es un partido menos ideologizado, más pragmático. Si al final ganamos las elecciones, creo que incluso habrá ministros que no serán militantes del FMLN".

Elías Antonio Saca, el actual presidente, mientras llegan las fechas electorales (municipales en enero y presidenciales en marzo), desarrolla una actividad trepidante. Saca, al igual que el candidato del Frente, también fue periodista, en su caso de deportes, una casualidad o un síntoma de la especial calidad de la democracia salvadoreña.

Pude saludarle después de presenciar su intervención en la inauguración del XIV Foro Eurolatinoamericano de Comunicación. Mano en el pecho, cantó el himno salvadoreño con verdadera pasión, la misma con la que defendió a los periodistas y a la libertad de prensa en su discurso. Al final saludó uno por uno a los presentes y se retiró a toda prisa rodeado de guardaespaldas y seguido de una comitiva en la que no faltaba su presentadora personal, el porteador del atril presidencial y un equipo propio de sonido que sustituyó por unos momentos al del salón del hotel Hilton en el que tuvo lugar el acto.

Toda la teatralidad de este montaje esconde una realidad muy triste. No parece que la libertad de prensa goce de buena salud. Ni la de prensa, ni la sindical. Elizabeth, del Sindicato de Trabajadores del Salvador, no se muerde la lengua: "No existe la libertad de expresión, hay censura y una verdadera opresión. Y violencia de Estado contra los sindicatos, contra todo tipo de organización".

Y la realidad de lo que se puede leer en la mayor parte de la prensa no parece desmentir estas afirmaciones. Incluso a la Red también llegan los tentáculos de los que se oponen a que la situación cambie. Ernesto Rivas Gallon, empresario, líder conservador y respetado, autor del blog Netorivas, ha visto cómo se lo han bloqueado en varias ocasiones en las últimas semanas. Es la factura que paga por sus críticas a los excesos de la derecha en la campaña.

Y el círculo se cierra con la violencia. La guerra y la pobreza empujaron a cientos de miles de salvadoreños a emigrar. Su destino principal, Estados Unidos. Las remesas que los expatriados envían a sus familias se han convertido en una de las principales fuentes de ingresos del país. Pero del Norte no sólo ha venido dinero. Desde los suburbios de Los Ángeles han llegado también las Maras. Lo que en un principio fueron pandillas de jóvenes violentos se han convertido en un fenómeno mucho más complejo y peligroso. Están muy organizados, controlan algunas zonas en los alrededores de las grandes ciudades, extorsionan a los comerciantes y, por último, empiezan a controlar el narcotráfico.

"La pobreza, la falta de empleo, la desintegración familiar han convertido a la violencia en algo cotidiano. Venimos de una guerra y hay una secuencia, hemos crecido con esa situación". La sindicalista Elizabeth resume a su manera algo que se intuye. Alambradas en todas las casas y pistoleros (la venta de armas es libre en El Salvador) vigilando todas las puertas de locales y oficinas. Y advertencias continuas sobre el riesgo de caminar por la calle.

Quizá por eso lo que más llama la atención en la capital es la proliferación de grandes centros comerciales. Allí los salvadoreños más pudientes compran, se divierten y, sobre todo, pasan el día a salvo de contratiempos. Y, paradojas de la globalización, la tienda estrella es un Zara.

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