No es ningún secreto que las personas homosexuales son una minoría en el mundo. Es imposible saber el número exacto de homosexuales en el planeta, no obstante, las estimaciones indican que constituyen entre el 2 y el 7% del total de la población. Esta cifra ofrece un margen bastante amplio y, por cada 1.000 personas, entre 20 y 70 serían homosexuales. En un grupo de 10.000 individuos, habría entre 200 y 700 homosexuales.
Un ejemplo muy claro: en los pasados Juegos Olímpicos en Pekín, participaron cerca de 11.000 atletas de distintas etnias y provenientes de todos los puntos del planeta. Tan sólo el joven australiano de 20 años Matthew Mitcham llegó a Pekín como el único atleta públicamente gay, al lado de otras 10 deportistas lesbianas. Lógicamente, eso no quiere decir que no hubiera ninguna otra persona homosexual compitiendo en los Juegos Olímpicos.
Si tomamos en cuenta los porcentajes mencionados anteriormente, el dato de que tan sólo 11 atletas olímpicos estén fuera del armario es muy revelador. La homosexualidad sigue siendo un tabú en muchos ámbitos. El terreno deportivo es uno de ellos, especialmente cuando se forma una densa mezcla de intereses diversos. Martina Navratilova, en su momento, declaró que había perdido alrededor de 12 millones de dólares porque sus patrocinadores habían cancelado sus contratos tras hacerse público que era lesbiana.
Los Juegos Olímpicos son el evento internacional más importante en nuestra civilización, en cuanto al impacto que tienen. No existe ningún otro evento que consiga reunir a personas de tantas procedencias distintas, ni que logre atraer la atención de espectadores de prácticamente todo el mundo. Quizás son éstas las mismas razones por las que una persona no desea revelar allí su homosexualidad. No le apetece que ese dato sea difundido globalmente. El estatus social adquirido al ser un competidor olímpico puede perderse por la noticia de ser homosexual.
El mundo del deporte durante mucho tiempo fue considerado un terreno principalmente masculino. Inicialmente, no estaba permitido el acceso a ninguna mujer. Eso ha cambiado en gran medida, aunque hay deportes en los que se excluye al sexo opuesto, como puede ser el boxeo o la natación sincronizada, por dar un par de ejemplos.
En Pekín, Matthew Mitcham logró la proeza de superar a los chinos y rusos para ganar la medalla de oro en salto de trampolín de 10 metros. Al mismo tiempo, se convirtió en el héroe de muchos jóvenes homosexuales y en un modelo a seguir. Consideramos que es necesario para las personas en general contar con modelos positivos y los jóvenes gays no son la excepción. Máxime si consideramos las dificultades por las que pasan muchos de ellos por su condición homosexual, tanto en su vida familiar, como en su trabajo y en su mundo de relaciones sociales.
La naturalidad con que Mitcham asume y ha asumido su homosexualidad es un ejemplo positivo en nuestra sociedad. La revista gay 'The Advocate' publicó una entrevista al joven atleta. Ellos comparan la importancia de su paso por los JJOO con la que tuvo el corredor Jesse Owens en el Berlín de 1936 y que abrió el camino para que muchos otros deportistas de piel negra participaran en la cita olímpica.
¿Qué efecto crees que tendría que los deportistas homosexuales hicieran pública su orientación sexual? ¿Qué puede ganar o perder un atleta homosexual, según tu criterio?
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