Gargantúa sigue aconsejándonos los pasos que hemos de dar por tierras extremeñas. Primero habló de carnes, ahora sigue con pescados, vinos, aceites y otras lindezas. Impagable el consejo. Hoy publicamos la segunda y última entrega:
Quienes prefieran elaboraciones menos contundentes pueden optar por otra de las posibilidades que ofrece esta región; la pesca. De río y de charca. Sí, de charca. Porque de ahí proviene la tenca, uno de los pescados más valorados en estas tierras y que además de sus particularidades gastronómicas tiene otra que es que sus detractores y sus defensores dicen lo mismo de ella: que tiene un ligero sabor a cieno.
Para probarla, deberán acercarse, a finales de Agosto, por la zona de Cáceres, Malpartida de Cáceres, Arroyo de la Luz, Brozas, Alcántara, Garrovillas de Alconétar, Cañaveral, Torrejoncillo y Casar de Cáceres. Tómenlas bien frescas, fritas y decidan si es bueno o malo que tengan ese regusto a cieno.
Si, por el contrario, se han decidido por los nadadores de río o de pantano, no les queda más remedio que recalar en la parte nordeste de la provincia de Badajoz, una de las zonas con mayor concentración de aguas embalsadas del mundo, en localidades como Orellana la Vieja, Orellana de la Sierra, Talarrubias, Navalvillar de Pela, Herrera del Duque, Fuenlabrada de los Montes, Castilloblanco, Valdecaballeros, Puebla de Alcocer, Esparragosa de Lares y, así, probar las carpas, lucios, truchas o «blases» (black-bass) en frituras, ensaladas, sopas o gazpachos, o una buena cazuela de cangrejos picantitos.
Visitar Extremadura en primavera y coincidir con la floración de los cerezos del Valle del Jerte es haber dado en la diana. Si además se toman en Piornal, Navaconcejo, Cabezuela del Valle, Jerte, Tornavacas, Aldeanueva del Camino, Baños de Montemayor o Hervás unas copitas —con moderación— del excelente kirsch que se hace con sus cerezas o unas ciruelas, peras, higos, castañas, frambuesas, zarzamoras, grosellas o moras que también se producen en sus términos, pueden correr el riesgo de quedarse sin palabras, que no es lo mismo que quedarse mudo.
Y si aún no les ha quedado completamente endulzado el paladar pueden recurrir a algo que es infalible. Se lo aseguro. Tómense con tostadas, con café, con leche, con fruta, con queso, con lo que quiera, o solo, a la brava, una buena cucharada de miel de Fuenlabrada de los Montes, de Las Hurdes, de Las Villuercas o de Los Ibores y su visión del mundo será otra.
Una última recomendación. Haga alarde de su generosidad y cuando vuelva a su lugar de origen llévese un grato recuerdo de estas tierras. Pero un recuerdo material, que el espiritual está asegurado. Llévese, para usted y para los que quiere, unas botellitas de buen vino, que también los hay por aquí, o de cava, de Almendralejo, bueno, bueno, bueno. Y para rematar, aceite de oliva, virgen, extra, a elegir. De Los Santos de Maimona, de Monterrubio de La Serena, de Gata-Hurdes, o del pueblo del extremeño que también se ha leído estas líneas, y que no ha sido mencionado y que tiene la mejor chacina, el mejor vino, el mejor aceite, la mejor miel, las mejores frutas, los mejores cabritos, corderos y sus correspondientes quesos, donde más se caza y donde mejores tencas, percas y cangrejos se pescan, aunque no tenga ni charcas, ni ríos, ni pantano. Que luego se mosquea.
Salud, cultura, buen provecho y que sean felices.
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