Es fácil emocionarse con esta campaña electoral en Estados Unidos. No recuerdo otra elección tan importante como ésta, con dos candidatos tan potentes. También son potentes los retos que quien gane tiene por delante: la Guerra en Irak, una China emergente, una Rusia amenazante, la pobreza mundial, el cambio climático, y para colmo una recesión económica en la que aún no hemos tocado fondo. Hay que quitarse el sombrero ante los dos candidatos sólo por querer ser presidentes en un momento así.
Pero lo que más me llama la atención es que en esta campaña el carácter cuenta más que el contenido. Sabemos poco de cómo Barack Obama y John McCain piensan enfrentarse a estos problemas. Discuten mucho sobre sus planes para recortar impuestos, como si esa fuera la solución de todo, pero ninguno ha explicado en detalle cómo espera sanear el presupuesto federal (si es que eso es posible). Sobre Irak escuchamos buenas intenciones, pero nada concreto. Sin embargo, los estadounidenses se han movilizado como nunca, y parece que habrá un récord de participación. Para mí, este fenómeno se explica de la siguiente manera: la gente sabe que las cosas van a peor y se pregunta, ¿en quién puedo confiar más para manejar el timón?
En torno a Obama, actúa algo parecido a una secta religiosa. De momento, es infalible. Durante el tercer debate de hace unas semanas, McCain cargó con todo su arsenal contra el carácter y las posiciones de Obama. Pero el senador de Illinois nunca se alteró, se mantuvo siempre tranquilo, siempre con una respuesta sólida. McCain no es ningún santo; conozco a muchos seguidores de Obama que querían que éste contraatacara. Pero no lo hizo, porque ese es su plan, mostrarse como una piedra, dar confianza y solidez. Y en ese sentido supera con creces a McCain, que aparece errático y nervioso.
La campaña de Obama sí ha lanzado mensajes negativos contra McCain, pero en persona Obama es la encarnación de lo positivo. Para los votantes, sobre todo los indecisos, que están viviendo una época de inmensa incertidumbre, esta cualidad es muy atractiva. Los votantes buscan inspiración después de tantos años de navegación sin rumbo.
Además, existe el factor anti-Bush. No es ninguna sorpresa que McCain quiere distanciarse lo más posible del presidente Bush. Según una encuesta reciente, el porcentaje de votantes satisfechos con la gestión de Bush ha caído al 23%, lo cual queda por debajo de los peores momentos de la Administración Nixon. Para mucha gente, aunque McCain haga cosas diferentes que Bush, es el candidato de su partido. Volviendo al tercer debate, vimos a McCain lanzar una frase demasiada preparada: "Yo no soy George Bush". Pero si la gente está buscando el anti-Bush, va a verlo más en Obama que en McCain.
Y si lo que McCain quería era distanciarse de Bush, su elección de vicepresidenta ha sido un fracaso olímpico. Sarah Palin, con su estilo pueblerino, su devoción religiosa y su falta de conocimientos, es políticamente la hermana pequeña de George W. Los candidatos a la vicepresidencia han tenido más protagonismo en esta campaña que en otras del pasado, cuando el candidato presidencial elegía un compañero de papeleta sólo para ganar votos en aquellos Estados donde él lo tenía difícil. Pero con las altas tecnologías, las comunicaciones casi instantáneas, y los telediarios de 24 horas, eso ya no es así. Ahora analizamos a los posibles vicepresidentes porque reflejan algo sobre el juicio de los candidatos presidenciales.
Por el lado de Obama, tenemos a Joe Biden, veterano senador de New Jersey con experiencia en la política exterior, y por el otro lado tenemos a Sarah Palin, la joven gobernadora de Alaska. No voy a detenerme ahora en el análisis sobre ellos dos porque ya está hecho, pero para mí un punto muy llamativo es que si atendemos al carisma y la energía, Biden no supera a Obama, mientras que Palin sí supera a McCain (aunque no siempre de forma positiva para su campaña).
Hasta el diario Chicago Tribune, que por primera vez en su larga historia ha apoyado a un candidato demócrata, dijo hace poco que McCain cometió un grave error al elegir a Palin. McCain, indicó, puso las necesidades de su campaña por encima de las necesidades del país.
En fin, creo que en muchos sentidos se ha roto el molde con estas elecciones. Ahora la gente se preocupa con las incertidumbres del mundo y la imposibilidad de prever qué vendrá mañana. Por eso buscan al candidato con las cualidades más oportunas para enfrentarse con los dilemas del futuro.
* Mike Elkin es corresponsal de Newsweek en España.
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