Ese desconocido con falda que fotografió un bloguero en la Semana de la Moda de París no era otro que Marc Jacobs, diseñador de Vuitton y de su propia marca Marc Jacobs, que tiene una hermana pequeña, Marc by Marc. La segunda línea del diseñador neoyorquino provoca un extraño síndrome entre fashion victims de toda edad y condición. Es la marcmanía. A partir de este viernes las afectadas podrán darse el gusto (por unos cuantos euros) y quitarse el mono en la nueva tienda que la marca abre en Madrid.
El hombre de la falda no vendrá a la inauguración de su nuevo punto de venta donde las marcmaníacas podrán hacerse con esas prendas fáciles, que basculan entre el grunge, el retro y el clasicismo. El tipo tiene el toque: sabe que no puede salirse demasiado del carril, aunque toda su colección, sin ser demasiado novedosa, tiene algún punto original. A veces es la mezcla de colores -naranjas fuertes, amarillo, turquesa-, o la mezcla de tejidos -un cuello de raso en una camiseta de algodón- o el dibujito que se convierte en el anhelo de la temporada, como las bailarinas con cabeza de ratón.
Parte del éxito de Marc Jacobs reside en su segunda línea. Vale que diseña para una de las casas de lujo más importante y que su primera marca es la comidilla después de cada desfile de la Semana de la Moda de Nueva York, pero claro, para comprar un Marc Jacobs hay que tener unos cuantos ceros en la cuenta corriente. Para hacerte con un Marc by Marc suelen bastar unos 300 euros -si lo que quieres es una simple camiseta de algodón con 100 vas que chutas-. Y eso no es barato, no, pero tampoco alcanza los precios de un Vuitton.
Pero la verdadera herramienta de venta de Marc Jacobs es él mismo. Graduado en la Parsons de Nueva York con honores fue el diseñador más joven en ganar el premio de la Asociación de diseñadores americanos, galardón que ha recibido dos veces. En 1986 lanza su primera colección tras asociarse con Robert Duffy -la otra mitad de la empresa que sí estará este jueves en la inauguración de Madrid- y su marca empieza a ser puntera en Nueva York. Y es que Marc Jacobs era un sí mismo un personaje de la escena artística de la gran manzana y sus conocidísimas amistades lucían las prendas de la casa siempre que podían.
Lo bueno que tiene el tipo de la falda es que su ropa se la pone desde Victoria Beckham hasta Sofía Coppola o Kirsten Dunst. En sus tiendas de Bleecker Street puedes coincidir con Sarah Jessica Parker y Kim Gordon mirando ropa a la vez . O al menos antes de que la marcmanía (y la marcambición) convirtieran las tiendas de esta calle del Village en una especie de mercadillo en el que la ropa, que vale un pico, se amontona en perchas y burros cargados hasta los topes de referencias. Y no hablamos de las dos tiendas en las que vende un producto baratísimo -katiuskas, bolsos de plástico, llaveros...- y que parecen una tienda de chinos al por mayor, no. Nos referimos a las tiendas en las que vende la ropa que con tanto mimo luce luego Mary Chantall Miller o Mischa Barton.
Pero no todo acaba en las famosas que pasean su ropa. Su amistad con el fotógrafo Juergen Teller les ha llevado ha realizar unas campañas provocadoras muy reconocibles. La pareja es la responsable de meter a la Posh en una bolsa de la marca, de contar con Winona Ryder justo después de su momento cleptómana o con esa adulta encerrada en un cuerpo de niña que es Dakota Fanning. Este año travisten a un chico de mujer para que protagonice la campaña femenina y la masculina.
Además, Jacobs decidió pasar de la mala vida, desintoxicarse y apuntarse al gimnasio, y aunque ha perdido parte de su encanto -ha decidido ceñirse la camiseta para mostrar músculo y tatuaje-, su nueva vida le lleva de fiesta en fiesta, de sarao en sarao y se ha convertido en el rey del corazón. Que si se casa, que si no, que si veraneo con Kate Moss, que si le pido a Sofía Coppola que me diseñe unos complementos para Vuitton, que si ahora me planto un Kelly de Hermés y unas militares y no me quito la falda. Y lo de llevar tacones en el desfile de Vuitton tampoco está mal. Le gusta llamar la atención pero eso hace que su marca se mantenga en boga aunque formalmente se haya acomodado un poco.
Ahora puedes comprobar qué es lo que te interesa ti de la marca Marc by Marc pasándote por su nueva tienda en la calle Marqués de la Ensenada, 2.
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