No me hablo con esos dos. Nos quedamos a ver el debate de los candidatos a vicepresidente, el jueves por la noche. Más que nada por hacer compañía al Ahmed, que con lo del Ramadán tiene el sueño cambiado. La cosa acabó en bronca, gran bronca. El Ahmed y el Vladimiro son un par de cerdos machistas e injustos. Se pasaron un huevo, la verdad. Estuvieron todo el rato con que si la tal Palin estaba buenorra, que si haznos otra caída de pestañazas, que si enséñanos tal cosa, que si te metería el esto por no sé dónde… Se portaron como guarros, por resumir. Me abochornaron, y ojo, que no soy ninguna hermanita de la caridad. Encima, al final, venga a gritar los dos "Obama, Obama", sin ningún respeto hacia los vecinos que dormían o hacían sus cosillas privadas. Porque no creo que en todo el barrio hubiera nadie tan capullo como nosotros: calenturas aparte, vaya coñazo de debate.
Pues mira, ya no soy obamista. Que se queden con su Obama. Esta gente son cortos de miras y no ven más allá de las cosillas políticas, lo de Irak, Afganistán, Guantánamo y demás. Se pierden en el detalle, sin darse cuenta de que aquí nos jugamos mucho más que eso. Y luego todo ese desprecio calenturiento hacia la señora Palin. Vale, que a mí también me pone imaginármela estrangulando un oso, vestida de miss Alaska y haciendo aleteos de pestañas, pero eso no cuenta cuando se trata del destino de la humanidad.
Hay que pensar a lo grande. ¿Cuáles son los elementos a considerar? Descartemos los programas electorales, que son casi iguales: pasta para Wall Street, soldados en Afganistán y en Irak, etcétera. Que Obama quiera verse con Zapatero, y el otro no, me deja frío. Como dice el Vladi, y perdón por citar a ese salido, "irrelevancias". Aquí, lo importante es la igualdad de sexos y la igualdad de oportunidades.
Sarah Palin, la señora republicana, sólo va de vicepresidenta en la candidatura de McCain. Pero McCain, cito su informe médico oficial, tiene 71 años, ha pasado 15 tratándose un cáncer de piel, se marea cuando se pone en pie porque está a tope de colesterol y cada dos por tres sufre un cólico nefrítico, verbigracia piedras en el riñón. O sea, que no va muy bien de salud. Si llegara a presidente y le pasara algo, le sustituiría su vicepresidenta.
Ahí quería yo llegar: Sarah Palin, en la Casa Blanca. Estoy a favor. Hasta ahora, todos los presidentes han sido hombres. Y el nivel no ha sido como para tirar cohetes. Repasemos los más recientes: Nixon, delincuente y paranoico; Ford, incapaz de andar y mascar chicle al mismo tiempo; Carter, muy buen chico y gran incompetente; Reagan, que sólo se despertaba para ver la tele y consultar al astrólogo; Bush I, que echó la pota encima del primer ministro de Japón, pobrecillo; Clinton (el ídolo, supongo, de esos dos guarrindongos con los que comparto leonera y consejo de administración), que escondía una becaria debajo de la mesa; y Bush II, un tonto con galones.
Pues bien, ha llegado el momento de que una mujer tenga su oportunidad. Y no una mujer sabionda tipo Hillary, no: eso sería abusar. Hace falta una señora de nivel presidencial, alguien que pueda competir directamente con sus ilustres antecesores masculinos. Una mujer que posea la ética de Nixon, la perspicacia de Ford, el talento de Carter, la laboriosidad de Reagan, el estómago de Bush I, la templanza de Clinton y la inteligencia de Bush II. Una mujer que demuestre que hombres y mujeres son iguales. Igualmente inútiles. Viva Palin.
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