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Palin lleva lo personal y lo provinciano al debate político

EFE
Actualizado 03-10-2008 19:47 CET

San Luis (EEUU).-  Con un guiño del ojo, una expresión coloquial y un acento del campo Sarah Palin, la candidata republicana a la vicepresidencia de EEUU, se viste de persona común para pedir el voto y se envuelve en un encanto diseñado para la televisión.

Palin se creció el jueves en su único debate contra el demócrata Joseph Biden, en un gimnasio repleto en la Universidad de Washington en San Luis, y borró la mancha de unas entrevistas de televisión en las últimas semanas en las que, en el uno a uno, acorralada por un periodista, se había disminuido.

Alguien que lea la transcripción del acto tal vez no concuerde. En el texto se ve que Palin esquivó preguntas inconvenientes y repitió el dogma de la campaña y generalidades manidas y un tanto vacuas.

Biden claramente le dio diez vueltas por su dominio de datos económicos, hechos y el historial de voto del candidato republicano a la presidencia, John McCain.

Pero para los televidentes, la distancia entre ambos fue menor que lo que indican simplemente las palabras en el papel, gracias al talento telegénico de Palin, quien trabajó como presentadora de deportes antes de iniciar su vida política.

Con los ojos clavados en la cámara, la gobernadora de Alaska se dirigió frecuentemente al estadounidense común, al Joe que bebe cerveza de lata y la madre que lleva a sus hijos al hockey, según dijo.

Permeó su intervención de referencias a su familia, -mencionó a su esposo, sus hijos y su padre-, con lo que dio la imagen de una madre cálida que siempre piensa en los suyos.

Incluso envió un saludo a los alumnos de su hermano, que es maestro de primaria. "Os habéis ganado una nota extra por ver el debate", les dijo.

Al contrario que McCain, que es uno de las personas más ricas del Senado gracias a la fortuna heredada por su esposa, Palin es capaz de presentarse con credibilidad como una mujer que podría ser la vecina de cualquiera.

Dijo tener "una conexión con el corazón de Estados Unidos" al ser una madre preocupada por un hijo que está en Irak y por otro que sufre síndrome de Down y que conoce el costo de la educación y la salud.

Palin emana calidez, lo que es extraño en una mujer ambiciosa que logró ser la gobernadora más joven del estado de Alaska.

"Es una feminista que no gusta al movimiento feminista porque es conservadora", dijo a Efe en una reunión política reciente Patrick Kelly, un republicano de Colorado de 32 años.

Palin se opone al aborto y defiende los valores tradicionales, una postura que la coloca en la otra punta del espectro político respecto a la senadora Hillary Clinton y su generación, que se curtió en las luchas por la igualdad de los 60.

Su propia imagen lo confirma. Palin tiene una voz aguda, femenina, sin los tonos graves que dan seriedad a la de Clinton.

Tampoco lleva el pelo corto de la senadora de Nueva York y otras pioneras políticas como Geraldine Ferraro, que en 1984 fue la primera candidata a la vicepresidencia de uno de los dos grandes partidos.

Para el debate, Palin evitó sus frecuentes moños cardados y se soltó el cabello, que le caía sobre un traje negro, de falda, en el que lucía un gran broche con la bandera americana. Biden, de corbata azul, y traje también negro, llevaba uno similar, pero más discreto.

Parte del encanto de Palin radica en las expresiones que usa, tan coloquiales que suenan divertidas en boca de una figura política en horario de máxima audiencia.

En el debate dijo, por ejemplo, "darn" y "doggone", palabras de difícil traducción usadas para dar énfasis y que caen bien en el ámbito rural pero que ganarían fama de provinciano a cualquiera que las empleara en Nueva York.

Palin no sólo no se avergüenza de ello, sino que utiliza ese lenguaje como un sello que demuestra su antielitismo, su comunión con el ciudadano medio y sus credenciales de una mujer alejada de la influencia corruptora de Washington.

Para Peter Kastor, profesor de historia de la Universidad de Washington, el estilo de Palin "representa el carácter extremadamente independiente" de los estados del oeste de Estados Unidos.

Esa región, según Kastor, mira con resentimiento a los centros de poder político e informativo de la costa este, una animosidad de la que Palin se hizo eco en el debate.

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