Europa lleva tiempo preocupada. La tasa de natalidad cae en picado desde hace tiempo y aumenta el miedo por el creciente envejecimiento de la población. Urge buscar una solución y Bruselas ha propuesto ampliar el permiso de maternidad obligatorio de 14 a 18 semanas. Pero para que esta medida sea eficiente tiene que ir acompañada de otras, sobre todo en España. Nuestro país es el segundo por la cola en índice de natalidad. Sólo superado por Grecia.
El problema no es que la medida sea mala, sino que se vuelve a obviar uno de los puntos más importantes de la natalidad: la figura del padre. Dice Altamira Gonzalo, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas THEMIS, que "la Unión Europea nunca ha promovido nada respecto a ellos". No es que no esté de acuerdo con esta ampliación del permiso de maternidad pero asegura que si sólo se protege a la mujer, "lo que se consigue es justo lo contrario de lo deseado". Ella lo llama efecto "boomerang".
Cuando una mujer tiene un hijo en España debe, obligatoriamente, estar seis semanas de baja. Las otras diez que completan su permiso de maternidad (actualmente es de 16 semanas) podría disfrutarlas ella, o su pareja, según decidan. Los datos dicen que sólo un 1,7% de las parejas lo hacen. Al margen de esto, desde la entrada en vigor de la Ley de Igualdad, el padre cuenta con 15 días, que el Gobierno ha prometido ampliar a 30 esta legislatura. Él es libre de decidir si quiere disfrutarlos o no. Y es ahí donde está el problema.
Justa Montera, representante de la Asamblea Feminista de Madrid, cree que esta distinción lleva oculta "una discriminación" que fomentan las empresas y las propias mujeres. Se prefiere contratar hombres, porque no tienen que coger estas bajas, e incluso "a veces se fuerza a que no disfruten de sus permisos", y las mujeres evitan pedir la jornada reducida porque frena su desarrollo profesional. Además, en caso de despidos, temen ser las primeras. Igual que la legislación impide echar a una mujer durante el embarazo, "habría que protegerlas también en este tipo de casos". Esto se traduce en que muchas mujeres sacrifican su maternidad (o la posponen) para poder crecer profesionalmente. La prueba está en que los datos del Eurobarómetro de 2006, reflejaban que la mayoría de los europeos querrían tener más hijos de los que tienen.
Altamira Gonzalo insiste en que igualando los permisos por paternidad se avanzaría hacia la corresponsabilidad de los padres en el cuidado de los hijos y "ése es el objetivo". De la otra forma, dice Justa Montero, "la responsabilidad de la maternidad recae sobre la mujer" y también, el problema del envejecimiento de la población. Y así lo demuestran las medidas que se están promoviendo para solucionar (de rebote) el peligro que este envejecimiento supone para la economía de la UE. Y es que con una media de 1,5 hijos por mujer (1,33, en España), se calcula que en 2030 habrá 18 millones de niños y jóvenes menos que en la actualidad. El número de personas en edad laboral disminuirá en 20,8 millones (6,8%) y esto repercutirá en el crecimiento de la economía. Pasaría del 2,25% actual al 1,25% en 2040. Pero es que en España esto va mucho más allá. Según un estudio del Instituto de Política Familiar (IPF), España es el país de la UE que más rápidamente envejece. Para solucionarlo se necesitan 560.000 nacimientos anuales, 105.000 más que los registrados en 2006.
Fomentar las ayudas a la familia es la otra clave. El cheque bebé de 2.500 euros, aprobado en julio de 2007, no es suficiente. Ni tampoco los 100 euros mensuales que reciben las madres con hijos menores de tres años y que trabajan fuera de casa. España es el país europeo que menos recursos destina a la familia, con un 0,7% del Producto Interior Bruto (PIB), frente al 2,7% de media europea.
Esto resulta clave porque los altos índices de natalidad no sólo van unidos a amplios permisos de maternidad. También, a las ayudas económicas. El caso más evidente de que la inversión en políticas familiares ha conseguido el objetivo perseguido es Francia. En 2006, el entonces primer ministro Dominique de Villepin, impulsó una serie de medidas para promover la conciliación laboral y familiar como la entrega de 512 euros al mes durante tres años por el nacimiento de un hijo o el aumento de la desgravación fiscal por gastos de guardería hasta los 6 años. Esto ha conseguido que la tasa de natalidad se acerque a los 2 hijos, la más alta de Europa y también la más próxima a 2,1 hijos por mujer, el nivel necesario para el reemplazo generacional.
Alemania también ha marcado tendencia. En este país, con un permiso de 14 semanas por maternidad, se dan 1.800 euros por el nacimiento de cada hijo y una ayuda familiar de 154 euros mensuales hasta que éste alcance los 18 años. Además, los hombres pueden tener un año de permiso con el 67% del salario, ampliable a 14 meses.
En otros, como Dinamarca, que destina un 3,9% de su PIB a este cometido, se combinan los permisos laborales de hasta 52 semanas con prestaciones económicas que rondan los 450 euros semanales. Esto se traduce en una tasa de natalidad de 1,83. Una cifra similar a la de Holanda, Suecia, Finlandia o Reino Unido. Para Altamira Gonzalo en estos casos la explicación va más allá de las ayudas económicas y de las amplías bajas por maternidad (sólo en Reino Unido se supera a la española, en este caso tienen 54 semanas de permiso)."Influye que son países con una tradición democrática mucho mayor a la española y con más antigüedad de las mujeres en el ámbito laboral ", comenta.
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