Festival Internacional de Sitges: en 2007, dedicado a 'Blade Runner'.
En 2008, dedicado a '2001, una odisea del espacio'.
La misión de Blade Runner: retirar películas de Sitges 2007 para hacerle espacio a '2001'.
Soy un Blade Runner. Retiro estorbos de las calles. Replicantes. Productos diseñados para un fin y que, cumplido éste, tienen que desaparecer. Construcciones mentales que pretenden perpetuarse más allá de su ciclo, distrayendo la atención de los productos nuevos, con grave perjuicio para la sociedad, que es el mercado.
Aunque llevo doce meses aquí, Sitges me es todavía extraño: la playa, sobre todo. ¡Y el sol! ¡La luz diurna! Pero llega la noche, calles abarrotadas, comercios de comida abiertos en cuyos mostradores se agolpan multitudes sudorosas. Cuando llueve me siento de verdad en casa. Lo malo es que en Sitges, cuando llueve, llueve demasiado. Un automóvil aparcado y sujeto con cadenas a un poste.
-¿Muchos robos?
-No, hijo: mucho agua.
-Para que no se lo lleve la riada.
Por lo que se refiere a mi misión: retirar películas de 'Sitges 2007' para hacerle espacio a '2001', ni idea de lo que sea '2001'. Pocas pistas en cuanto a las películas. La sección en soitu.es de un tal 'F.V.' ¿'Festivo Viernes'? La soledad me empuja a estos chistes privados. F.V. Lo tengo en la pantalla, frente a mí. Preparo los sensores. 'Sitges 2007', 'Sukiyaki Western Django', 'Soy un cyborg', 'Planet Terror', 'Death Proof', 'Km. 31', 'Arma fatal'. Veremos lo que aguantan.
La omnipresencia de las cámaras. De 'Rec' o 'Redacted' a George A. Romero ('Diary of the Dead'). Del teléfono móvil al equipo de televisión. Nada es, si no queda registrado en las imágenes. El hombre inventó la escritura para poder prescindir de la memoria. La escritura en imágenes va a permitirle sustituir el sentimiento por la sensación, que recupera en ellas, a la espera de que sean las cámaras quienes vivan por él. El día llegará. Igual le sigue una noche muy negra, o igual no hay sitio para la oscuridad, el día eterno, todos bajo los focos y todo iluminado sin discriminación. Todo, ruido visual. El recurso constante a las cámaras por parte de los protagonistas de buen número de las historias que se cuentan, con la cámara como otro personaje cuando no el personaje principal, es algo que llama la atención en este cuadragésimo Festival de Sitges. Un festival que corre hacia la perfección, a diferencia de otros que languidecen en la autocomplacencia y/o se pierden en el tedio existencial. Sitges vive, vibrante, entusiasmado, en un presente continuo, que es de lo que el futuro se va haciendo, con el paso del tiempo que arrastra la memoria como sentido del presente, sin la que éste no existe. Esta vitalidad y la del cine español 'de género', mejor año tras año y el único que podrá competir en el mercado internacional, y si no al tiempo, son las otras dos notas destacadas.
En Sitges, Festival Internacional de Cataluña. 2007, este año dedicado a 'Blade Runner': 'El rey de la montaña', 'La habitación de Fermat', 'El orfanato', 'Aparecidos', 'Rec'. Un cine que conoce su momento.
Por las venas del cine del Oeste corre hoy sangre amarilla. 'Sukiyaki Western Django', con la aparición estelar del pistolero blanco japonés –un taíno- Tarantino haciendo de Clint Eastwood tras una operación de cirugía estética sobre foto de los Dalton, con especial atención a la barbilla.
La locura comienza en el desierto, decorado en fuga de colores brillantes, rojo, amarillo, blanco, huevo de la serpiente voladora y cow-boy samurai, de los que después sabremos que eran unas nenazas: la vida del samurai es una filosofía, pero aquí venimos para cosas más serias, vivir para luchar, dejándose de leches. Leche y sangre. Los rojos y los blancos. Un tesoro de Ferrero Rocher. Y el inglés pronunciado a la nipona, que es como si lo hablara un español, pero con mejor acento. Distinto del inglés, en todo caso.
'Sukiyaki Western Django' no es sino un divertido despropósito. Se agradece la imaginería, el dinamismo, el notar que todos se lo creen y el escaso recurso a las artes marciales, que deben de cansar ya hasta a los karatekas. Sobra el 'gollum'.
El espagueti western deja paso al sushi eastern. A tiro limpio en salsa de pescado.
En el alegre mundo de los viajes mentales, el robot no es la peor de las opciones. Te lleva al manicomio con igual seguridad que el creerte Napoleón o el ser una gallina y es mucho más moderno, aunque añade el peligro de conducirte a la anorexia: el robot se alimenta de energía o, como mucho, aceites industriales, que al organismo humano no le sientan. Éste, además, el de la protagonista de 'I'm a Cyborg', de Park Chan-Wook, tiene una larga historia como descendiente de ratones.
Una película de amor al gusto coreano: rábanos en vinagre y dentadura artificial (¿se acuerda alguien del tráfico dental en 'Río Rojo'?), que no deja de ser, la dentadura, un primer paso hacia el tipo biónico.
Premio al mejor guión en el Festival Internacional de Sitges 2007.
El Wray vuelve a dar el cante, pero esta vez se trata de Freddy Rodríguez, a quien le viene como anillo al dedo que lo convierte en Elvis, en monarca al filo del cuchillo y la panoplia de rifles y pistolas. Dicen los entendidos que para comprender plenamente 'Planet Terror' hay que ver la película que rodó en paralelo Quentin Tarantino. En España se estrenan separadas. Independientemente. Hermanas siamesas que el bisturí echa a solas al mundo en la seguridad de que las dos son viables. Y mucho más viables haciendo cada una su taquilla. El terror. Un mal originado en las nuevas guerras médicas, Occidente y Oriente a golpe de bacteria, mata a las personas y después las resucita como 'zombies' de la llaga a la buba. Los juegos de palabras son frecuentes en el Planeta del Terror. De 'Frank' a 'Dick', para el angloparlante, al mencionado 'Wray', para el hispano. A sangre, pus y fuego, grotesco en su intencionada desmesura, 'Planet Terror' es la herencia de la revista 'Creepy'.
Hay más guión en 'Planet Terror' que en la mayoría de las películas que asaltan hoy el cielo de los cines.
Lástima de final. Queda bobito.
Saliendo de 'Pulp Fiction' voy a caer en 'Kill Bill' y se puede decir que he hecho un mal viaje. Otros no. Otros se quedan con la ninja rubia, la excusa elemental y el aparato de música chillona, y lo que no les gusta, justamente, es 'Pulp Fiction'. Y hay quien va de 'Kill Bill' a 'Pulp Fiction' y regresa a 'Kill Bill', y se lo pasa de miedo en los dos sitios. La variedad: que hay viajes para todos. Por ejemplo: "es un lugar muy familiar, como si estuvieses en casa" o, al contrario: "hay muchísima gente, fiestas por todas partes, mucha marcha". Ya sabes de dos sitios a los que no hay que ir. A 'Kill Bill'. O a 'Death Proof'. Prefiero repetir con 'Pulp Fiction'. O hacer otra visita a 'Planet Terror'. ¿Por qué?: el gusto personal, que es inefable.
Entre dos conversaciones tediosas como si los personajes de Rohmer, trasplantados a los Estados Unidos, siguieran repitiendo primaria para siempre —una primaria ágrafa—, ejercicios circenses sobre la carretera con emulsión de vísceras.
A destacar lo bien que rueda Tarantino.
Calle que en su día fue un río. Una y otro no paran de fluir en el tiempo. Confusa recreación del mito de La Llorona, con dos hermanas conectadas psíquicamente, antagonista mejicano, amigo español cuyo principal cometido es el de justificar la coproducción, niño, madre, abuela y sustos más tediosos que impactantes sobre ambiente algo desenfocado.
El humor británico, aquí, no es humor fino. No es 'Benny Hill' o 'Little Britain', pero tampoco es George Bernard Shaw. Tiene golpes francamente divertidos, graciosillos, pasables e insufribles.
Guiñol despendolado casi todo el rato, pero desde el momento en que se acepta que es así, se puede reír con más motivo que con 'Viaje a Darjeeling' o 'Águila contra tiburón', por poner dos ejemplos recientes. Aunque en esta 'Arma fatal', un título penoso, también tenemos tonto. A tanto el tonto, que está saliendo el cine.
Policía pundonoroso, irreductible, la personificación de lo que es el sentido del deber, el respeto a la norma, la rigidez moral, es enviado como premio a una población lejos de Londres, en donde se le garantiza una existencia descansada y rentable: deslocalización. "O te vas, o te vas". Una vez en su puesto, y tras unos encuentros más bien chuscos, la desmesura invade la pantalla. Harry el Sucio, Rambo, el propio 'Arma Letal', Melendi incluso, poco tienen que hacer.
En la ciudad con ley, la ley es el peligro.
Si quieres firmar tus comentarios puedes iniciar sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Lo sentimos, no puedes comentar esta noticia si no eres un usuario registrado y has iniciado sesión.
Si ya lo estás registrado puedes iniciar sesión ahora.