ÁMSTERDAM (HOLANDA)- La presencia de ciclistas y bicicletas en las calles de Ámsterdam es parte del decorado. La bicicleta, más que un medio de transporte, representa una forma de vida en la capital holandesa. No hay cosa, por extraña que parezca, que sus habitantes no se atrevan a hacer con ella. Esto se debe al ya largo camino recorrido para proveer a los ciclistas de todo tipo de facilidades y la conciencia casi de superioridad con respecto al resto de los medios de locomoción.
Aunque las estadísticas reflejan que los principales motivos de utilización son ir al trabajo o a la escuela, ir de compras o simplemente por placer, estos términos abarcan mucho. Una cosa es montar en bicicleta para ir al cole y otra que los padres lleven a sus niños a la guardería en una silla especial enganchada al frente o a la parte trasera de la bici, o la versión mas moderna: que los niños vayan sentados en un cajón de madera al frente con su propio cinturón de seguridad. Por supuesto, al cajón ya se le ha inventado un capuchón para los meses más lluviosos.
A la hora de hablar de ir de compras, cabría pensar que uno se lleva la bicicleta al centro para visitar cualquier tienda y comprar un par de camisetas y unos zapatos, pero el término es muy pero que muy amplio. Yo, lo mas extraño que he llevado han sido 20 embellecedores de madera de 2,5 metros de largo para mi suelo, cual pértiga vamos. Y lo bueno es que una vez que te pones nada te frena. De hecho no son pocas las veces que ves a la gente hacer parte de sus mudanzas en bici, para ello ya han ideado bicicletas especiales con un cajón al frente, en este caso un tanto mayor que el de llevar a los niños.
Puede que todo esto suene a historieta pero las cifras cantan. Aunque los neerlandeses nacen con la bicicleta pegada al culo y es casi como un apéndice, que la manejen con soltura no se debe solo a su habilidad sino también a las múltiples facilidades que las autoridades han aportado para promover este tipo de transporte práctico, saludable y rápido en cortas distancias, especialmente dentro de la ciudad. Como ejemplo, de mi casa a mi trabajo tardo en bicicleta siete minutos y aparco delante de la oficina. Coste igual a 0, y encima me sirve para que me dé el aire y despertar. Si me desplazase en coche tardaría aproximadamente 15 minutos a los que tendría que sumar otros 15 para encontrar aparcamiento y pagar 3,80 euros por hora o 26,40 euros por un ticket de día sólo valido de 9 a.m a 7 p.m. La otra opción, ir a un aparcamiento y pagar alrededor de 3,4 euros por hora y andar hasta la oficina.
Hay mucho que aprender de los Países Bajos con respecto a estrategias de movilidad sostenible. Para empezar, frente a las situaciones de los ciclistas españoles que se topan con conductores y peatones no comprensivos o concienciados con la bici, aquí ocurre todo lo contrario. El gran número de ciclistas y su gran visibilidad en las urbes como Ámsterdam hace que se los tenga en gran consideración y se les dé preferencia frente a los vehículos motorizados. De hecho, la ley holandesa da siempre la razón a los ciclistas frente a los conductores. Los reguladores han llegado incluso al extremo de no potenciar el uso del casco argumentando que desmotiva la utilización de la bicicleta por hacerlo menos conveniente y "fashionable" y que además da a los ciclistas la impresión de una seguridad falsa y a los vehículos motorizados la idea de que el ciclista es menos vulnerable.
Vamos a las cifras:
En contra de lo que se supondría, los "acomodados" que ven la bicicleta como un vehículo rápido, saludable y práctico utilizan más este tipo de transporte que los grupos con salario más reducido que todavía ven el coche como un símbolo de estatus y lo utilizan en sus desplazamientos dentro de la ciudad. Los inmigrantes en cuyos países el uso de la bicicleta no esta potenciado usan menos este medio de transporte, por ello se esta promoviendo el uso de la bicicleta entre las nuevas minorías.
Entre las principales razones para utilizar la bici están la eficiencia a la hora de aparcar y desplazarse y que es barato por no usar carburante. Las razones estéticas también pesan puesto que disminuye el riesgo de obesidad, y en este país lo de la figura cuenta mucho…
Todo apunta a que los Países Bajos son el paraíso del ciclista, y es cierto. Pero este estatus no se ha conseguido de la noche a la mañana y para ello se han tenido que tomar decisiones muy drásticas en cuestión de urbanismo. En los años 70, la masiva introducción del vehículo propio en la vida cotidiana hizo que bajase drásticamente el uso de la bicicleta. Así, frente a un 80% de los desplazamientos realizados en bicicleta de los años 50 se pasó a un escaso 30%.
Al saltar la alarma surgieron las primeras políticas de concienciación y potenciación del transporte sostenible con argumentos tales como la reducción de la polución en el aire, el ruido y la congestión de tráfico. En ese momento se barajaban dos alternativas para solucionar los problemas de tráfico de Ámsterdam: adaptar la ciudad al automóvil a base de ensanchar carreteras de acceso y construir parkings en el centro de la ciudad, o limitar el acceso a los vehículos y promover el andar, ir en bici y el uso del transporte público. Evidentemente se optó por la segunda. ¡Un hurra para ellos!
Desde entonces, aunque el uso del coche no se ha reducido drásticamente en largas distancias, el uso de la bicicleta ha aumentado y hoy en día es uno de los países con mayor uso de bicicletas y menores tasas de accidentes (la media de los años 2002 a 2005 es de 1,1 por 100 millones de kilómetros).
Es importante ver la cantidad de medidas que se han tomado para promover el tráfico en bicicleta:
Para solucionar los mayores problemas relacionados con el uso de la bicicleta (alto número de robos, escaso espacio de aparcamiento y largas esperas en intersecciones), el Ayuntamiento ha puesto en marcha el plan: "Eligiendo por los ciclistas: 2007-2010" que invertirá alrededor de 40 millones de euros de las arcas de la capital holandesa para proyectos relacionados con las bicicletas. Junto con el dinero aportado por otras instancias del Gobierno la cantidad asciende a 70 millones de euros.
Y la pregunta del millón, ¿qué pasa cuando llueve, hace viento o nieva? Y una respuesta sencilla: a mal tiempo… indiferencia, buena cara, impermeables y pantalones de plástico.
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