Hijos de puta

El título del post de hoy no es nada del otro mundo. No lo entiendan de manera textual, referido a los descendientes biológicos de prostitutas. Ni siquiera como insulto o frase peyorativa. Se trata de un homenaje a la lengua de Castellón, esa maravillosa ciudad de la Comunidad Valenciana, y a uno de sus hijos… ilustres: Carlos Fabra, presidente de su Diputación. "Hijo de puta" forma parte de la riqueza lingüística de este territorio, como nos han hecho saber fuentes de toda solvencia: "Es una frase corriente en nuestra provincia", reconoce un Fabra que, después de calificar de esa manera a Francesc Colomer, alcalde de Benicàssim, explicó que sólo puede molestar a quienes se sienten aludidos.

Hijo de puta en Castellón no se utiliza como insulto, sino como término coloquial. Para que ustedes me entiendan, llamar "hijoputa" a alguien por esa región es como decir "machote" en Madrid, "bolo" en Toledo, "pisha" en Cádiz o "colega" en Santander. La maldad está en quien escucha. Quien, como bien dice Fabra, se siente aludido seguramente por haber nacido de fulana.

Fabra es un tipo sensible, qué duda cabe. Y con suerte. Le ha tocado tres veces la lotería. Tiene 94 cuentas bancarias conocidas. Su relación con la justicia es inmejorable. Y como hombre de negocios no tiene parangón: cuadruplicó su patrimonio en cinco años y es capaz de destinar al pago de préstamos el doble de sus ingresos.

Sensible, con suerte, bueno en los negocios… ¡Qué grandísimo hijo de… su tiempo! Añádanle a todas esas virtudes un modo peculiar, un tanto musoliniano, de entender la comunicación. En el 'CQC' (La Sexta) de anoche pudimos ver cómo un grupo de miserables boicotea la entrevista que la reportera Estíbaliz Gabilondo intenta hacer a Fabra al término de un pleno de la diputación de Castellón. Lo hacen de manera violenta, con la complicidad del jefe de prensa de la diputación y luciendo micrófonos de Intereconomía, en uno de los momentos televisivos más lamentables de los últimos tiempos.

El reportaje fue, pese al intento por reventarlo, magnífico: denuncia una situación corrupta con claridad meridiana, y define a la perfección al personaje en cuestión. El presentador del CQC hizo un resumen perfecto del suceso: "Queríamos hablar con un cargo público y alguien lo organizó todo para que no lo hiciéramos".

¿Quién? Intereconomía. ¿Alguien sabe qué es Intereconomía? Yo lo que sé es que entre un hijo de puta y un fascista, me quedaría siempre con el primero. Pero visto lo visto está claro que se pueden ser perfectamente las dos cosas. Aquí y en Castellón.

Un motivo para no ver la televisión

Las cosas del campo.

José Antonio Muñoz Rojas.

Editorial Pre-Textos.

Olvidemos tanto mal rollo. Relajémonos. Miro por la ventana, veo las bellotas engordando en las encinas, y me acuerdo de un libro que me recomendó mi amigo Paco. Prosa con aires de poesía. "El libro más bello que yo he leído desde que soy hombre", llegó a decir Dámaso Alonso. Las cosas del campo…

¿No habéis visto florecer una encina? No habéis visto nada de un temblor y nobleza semejante. Se enciende también levemente, pero no como el granado en ascua, sino en miel, en un dorado llover, que hace grande y tierno el aire alrededor".

"La caída de la aceituna siempre llega por los mismos días, repicando a otoño, entreabriendo molinos, empujando a los calores finales, a las tórtolas y golondrinas atrasadas, dejando el aire vacante para tordos y estorninos, avisando con el cobre primero a las hojas, para la partida. Sabe a lluvia que no va a tardar, a neblina primera, a sol pálido. Las últimas moras están a punto. El vallado las ofrece a cientos. Ya no queda un maizal en pie, y el viento barre los últimos melonares".

"La sierra se avioleta y con el sol último incendia su perfil. Las cosas van recobrando su contorno a esta luz que no ciega. Ahora se puede salir al campo, tumbarse en la era, encararse con las estrellas, escuchar el corazón del mundo. Ahora suena el agua en la reguera, la copla en la realenga, los pasos de las bestias en el careo."

"Y arriba, velocísimo, parado, fino, entre verde y amarillo, las alas y el pico agudos, con la primera abeja, el primer abejaruco. Cuando pasé por el colmenar había un rumor de pánico y una prisa por recogerse, inusitados en esta tardes en que hay ciruelos y membrillos en flor.