Ourense.- Un estudio sobre los 165 monasterios documentados en Galicia entre los siglos XII y XV revela que dos cenobios estuvieron habitados de forma continuada desde su fundación -en el siglo IX- los que albergan a monjas de clausura en San Paio de Antealtares (A Coruña) y en Ferreira de Pantón (Lugo).
El autor de la investigación, Francisco Pérez Rodríguez, profesor titular de Historia Medieval en Ourense de la universidad de Vigo, ha reunido en un volumen una parte de sus estudios del ámbito monacal, asunto por el que se interesó a la responsable de publicaciones de la Diputación, Ana Malingre "para darles carácter divulgativo", subrayó.
En ese sentido, el libro "Monasterios de Galicia en los siglos XII al XIV" es el primero que aglutina la historia de todos los monasterios gallegos entre dos reformas monacales, incluso aquellos de los que no queda ningún vestigio físico aunque sí referencias en documentos, pero quedan excluidos los 20 conventos fundados por órdenes mendicantes.
El libro no será adecuado para leerlo de un tirón sino para su consulta por partes, explicó a Efe el autor, y excluye las sedes de congregaciones franciscanas, dominicas y clarisas -mendicantes- por no ser del ámbito estrictamente monacal y rural, sino más urbano, explicó.
Así, no aparecen en la publicación, entre otros, el convento del Bon Xesús de Trandeiras (Xinxo de Limia) o el de las clarisas de Allariz.
Entre los que sí figuran, están aquellos fundados antes del siglo XII que sobrevivieron a la Reforma Gregoriana de ese siglo y los fundados según las reglas monacales benedictina y su sucesora la cisterciense hasta el siglo XV, cuando el panorama monástico volvió a cambiar con la Reforma Observante.
El autor buscó los datos en multitud de archivos y visitando uno a uno los recintos religiosos lo que le permitió comprobar que no quedan restos visibles de algunos como el de Santa María de Casteláns en Covelo (Pontevedra), el de Santa María de Santa Tesia en Outes (A Coruña) o el lucense de la Illa de Colleira (Vicedo).
El libro da a conocer no sólo los grandes monasterios "que están en la mente de todos por su importancia sino todos aquellos de menor tamaño y poder pero que son la mayoría y los grandes desconocidos para los gallegos, aunque consiguieron conservarse gracias a su uso como parroquias, en muchos casos", agregó.
Otros se encuentran en "lamentable estado de ruina", agregó, como el de Melón (Melón), San Paio de Abelenda (Castro Caldelas) o Santa Comba de Naves (Ourense) frente a los recuperados como hotel en San Clodio (Leiro), San Vicente (Monforte), San Estevo de Ribas de Sil (Nogueira de Ramuín), Aciveiro (Forcarei) y otros rehabilitados.
También hay algunos aún en pie pero sin documentación alusiva a ellos como el de San Estebo de Ribas de Miño en la provincia de Lugo o el de Porqueira en Ourense, cuyas referencias históricas están en los fondos documentales de otros monasterios.
El historiador aludió a las dificultades para completar la obra como separar los documentos falsos de los verdaderos y explicó como ejemplo el monasterio de Monfero, muy cerca de A Coruña, que tiene cinco "Cartas de Couto" -certificados reales de su territorio- de las que cuatro son de una misma fecha pero con contenidos diferentes.
"Esto resulta, al menos, sospechoso y responde a la necesidad de los monjes de documentar los derechos de dominio que ejercía en la práctica pero sin sustento legal, como también ocurre con algunos del monasterio de Celanova", agregó.
El relato de los avatares de estos recintos religiosos históricos incluye el traslado piedra a piedra de los de Portomarín y San Xoán da Cova, en Lugo, para salvarlos de quedar sumergidos bajo sendos embalses en los ríos Miño y Sil o los cambios producidos en el funcionamiento de sus habitantes.
Las primeras congregaciones se fundaron en Galicia, según Pérez Rodríguez, en San Pedro de Rocas, en el año 573, y en San Paio de Antealtares para custodiar el sepulcro del apóstol Santiago bajo el patrocinio del rey Alfonso II.
Las más ricas en su época fueron las benedictinas de Celanova y Samos y las cistercienses de Sobrado dos Monxes, Meira y Oseira, mientras que la congregación de mayor tamaño fue la de monjas benedictinas instalada en el municipio de Ramirás (Ourense).
Todos ellos fueron abandonados tras la desamortización, salvo los de San Paio de Antealtares y Ferreira de Pantón, únicos habitados de forma continua desde su fundación en el siglo IX hasta la actualidad.
Otros, como los masculinos de Oseira, Sobrado dos Monxes y Samos cuentan en la actualidad con religiosos a su cargo pero durante al menos un siglo, estuvieron vacíos.
Rosa Veiga
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