La Habana.- El sol y el paso de las horas acaban estos días el trabajo de destrucción de no pocos edificios del frágil patrimonio arquitectónico de La Habana, que han sufrido a lo largo de la semana el azote de los vientos y las fuertes lluvias del huracán "Ike".
Los habaneros, expertos en ruinas y ciclones, saben que tras el paso de un huracán, el sol reseca los muros empapados y precipita su derrumbe, como ya ha sucedido con 153 inmuebles.
El municipio de Centro Habana muestra hoy escombros de edificios sobre las aceras, calles cortadas por el riesgo de derrumbes, paredes de cemento levantadas con premura en las puertas de las viviendas, en previsión de inundaciones, y el eco de martillazos sobre maderas que apuntalan un muro.
Sentado frente a su casa, de la que fue evacuado hace ya casi una semana ante el peligro inminente de que le cayera encima un enorme y decrépito edificio de cinco pisos, un hombre espera que el bloque no se derrumbe antes de que le digan que ya es seguro volver.
"Me evacué en casa de un amigo. Duermo y como allí. Es lo que hago. Aquí sólo espero", dijo el hombre a Efe, sin dar el nombre.
Según medios locales, ya antes del huracán había en La Habana cerca de mil edificios, con unas 8.000 viviendas que alojaban a cerca de 26.000 personas en su interior, "en estado crítico" y no había madera suficiente para apuntalarlos y evitar su derrumbe.
Pero ahora la situación roza el drama en varios puntos de la ciudad.
Desde que el "Ike" cruzó el martes por el sur de La Habana, golpeándola con vientos de hasta 120 kilómetros por hora y lluvias por momentos torrenciales que duraron hasta el miércoles, la capital ha visto como se derrumbaban 153 edificios, 37 de ellos totalmente, según el Gobierno provincial.
Los derrumbes ya han dejado sin hogar al menos a 2.172 personas que vivían en edificios en mal estado, mientras 5.000 esperan a que las autoridades les den luz verde y puedan regresar, pero antes de que eso ocurra los damnificados aumentarán, según han advertido las autoridades.
Juan, de 28 años, trabajador en una empresa del Estado situada en La Habana Vieja, dice que hay muchos edificios vetustos, del siglo XIX y de comienzos del XX a los que "nunca se les ha pasado una mano para mantenerlos".
"Ya demasiado han aguantado, sólo se les ha dado una mano de pintura y ahora, en cuanto esto se seque, se va a resquebrajar todo eso", dijo apuntando a un antiguo edificio.
Aunque los desmoronamientos ya han dejado al menos una muerte en Centro Habana, hoy había familias en edificios considerados de riesgo que se negaban a salir.
"Esa señora está vieja y no hace caso. No se puede hacer nada", señaló una vecina frente a un balcón que se asomaba a una calle acordonada con cintas amarillas tras la caída del edificio aledaño.
En otro punto del municipio, varias personas continúan alojadas en un bloque similar, en riesgo y hace meses sentenciado, en el que prefieren permanecer antes que ir a un "albergue sin condiciones", en el que pueden quedar atrapados hasta que les encuentren un nuevo hogar, quién sabe cuándo, dijo a Efe una de las inquilinas.
Sandoval, de 56 años, 38 de ellos como constructor, dirige una brigada que levanta un edificio de tres plantas y ya sabe que, cuando se acaben los materiales, tendrán que parar la obra porque los suministros son necesarios en el oriente de la isla, la parte más castigada por el "Ike".
Dijo que se aprestaba a salir con una brigada de constructores a Angola, pero que la misión ya se ha suspendido e, incluso, algunos de los trabajadores que están en ese país vuelven a Cuba para incorporarse a las tareas de reconstrucción.
"Nosotros ayudamos a todos los pueblos del mundo cuando lo piden, como nos están ayudando a nosotros ahora. Pero en este momento hacen falta brazos aquí", dijo.
En su curso por Cuba, el "Ike" dañó 200.000 casa, que sumadas a las 140.000 que dejó afectadas el "Gustav" hace menos de dos semanas, elevan las viviendas destruidas total o parcialmente a más de 340.000.
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