Mientras algunos se preocupan de códigos deontológicos de comportamiento y demás reglas de juego que respetamos, pero nos dan risa, Glotonia lleva ya tiempo atareada en la escritura, la fotografía bien encuadrada y el audiovisual casero o virguero, reivindicando el disfrute de la gran fiesta de la vida, importándonos un coño lo que algunos piensen de estos dos verracos que se buscan la sopa como buenamente pueden. Pidiendo permiso, ni para ir al baño.
Somos bien nacidos y nuestras santas y respectivas madres nos enseñaron a respetar al prójimo y el trabajo bien hecho: apechugamos más de lo que nuestra salud permite y escuchamos con sordina, demasiadas veces, el sabio dictado de nuestro bazo, corazón y tripas. Amigos, el jugo gástrico es gran aliado y cuando se le revuelven las tripas a uno de mañanita y no desayunó con callos, se avecina chamusquina.
Todos pasamos de puntillas por esta vida aunque algún listo no lo sepa y a los cerdos nos encanta el zapateado, así que para que nadie se lleve a engaño y por si aún alguno no se ha enterado, os diremos que nos la pone dura aquello que alumbre la sonrisa e ilumine el ojo: tenemos mono de calambre en pies, caderas, espinazo, corazón y venas y nos apabulla bien poco el artificio, el discurso soso, el poeta cursi, el librito ñoño, el papeo de hospicio y el rictus facial de turrón blando que adoptan algunos vegetarianos mentales mondos lirondos. La tibieza ni para el agua de ducha, nos gusta el reparador chorrazo de agua hirviente y terminar con cubo frío, como los vaqueros del Far West.
Hace unas semanas recibimos en este mismo sitio un comentario escrito del otrora Pingüe Gourmet que nos decía estar ya "hasta el moño de la cocina de copetín y de los blufs". El señor Roberto González, al que no tenemos el gusto de conocer, da en la diana y con la vaina, imaginamos descapullada de tanta babosada, plegó alas y mandó a tomar vientos su blog, que dicen en Calahorra.
¿Se quitó la venda acaso y venerando, como nadie supo hacer, el disfrute, el chupe, el buen libro y la jamada, puso pies en polvorosa harto de aguantar chorradas? Si esto lee, que hable o calle para siempre, su silencio corta y galopa el viento del hastío. Te echamos de menos.
¿Aburridos? Ni pa Dios. Nos gusta pisar descalzo, la ensaladilla rusa, el sifón de queso que sepa a queso, el atún crudo con cilantro, tirarse al agua a lo bomba, leer bajo un árbol, escuchar reggae en pelotas, fumar habanos bien chupados, la tortilla de patata y la cocina de altos vuelos bien hecha -ahí llegamos-, que antes de chutarnos la sesera se asiente bien en el vientre, dejando pringue a su paso hasta en la comisura del esófago.
Somos chicos modernos, pero no tontos, aunque alguno por ahí nos tenga atragantados: para ellos un cubo de Oraldine, colutorio antiséptico bucal, tres enjuagues tras cepillado, mañana, mediodía y noche, justo antes de acostarse. Insistir dos o tres días. Mano de santo.
Un saludo, Roberto.
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