Qingdao (China).- Gran Bretaña ha sido la gran vencedora de las pruebas de vela de los Juegos de Pekín 2008 que se han disputado en Qingdao, al sumar un total de seis medallas, cuatro de ellas de oro, y presentar batalla en todas las clases.
La selección británica de regatistas que acudió a Qingdao de nuevo con un equipo muy potente, siguiendo la tradición de los últimos Juegos que les ha llevado a ser el país con mayor número de medallas olímpicas en la vela.
Sumaron oro en Yngling, Finn, Laser y Star, mientras que la plata se la llevaron en el 470 masculino y el bronce en las tablas a vela RS:X femenino.
En el resto de las clases siempre estuvieron ahí, presentando batalla en todos los campos de regata, demostrando un gran potencial, como ya es tradición. En sus Juegos, los de Londres 2012 pueden ser temibles.
Tras ellos, con tres medallas, se situó otro de los países de gran potencia náutica, como es Australia, que se apuntó dos oros y una plata. En este caso, tal vez ha defraudado algo, al igual que los estadounidenses, de los que se esperaba más en estas aguas.
China, el país anfitrión logró su primera medalla de oro de su historia en la vela. Corrió a cargo de su representante en las tablas a vela, Jian Yin, temible con poco viento por su fortaleza, y no tanto cuando éste sube su intensidad. Tras ella la italiana Alessandra Sensini, que parece haber hecho un pacto con el diablo para estar siempre dando guerra en los puestos de cabeza.
Brasil confirmó que quiere convertirse en una potencia. Siembre ha tenido grandes regatistas y en Pekín los volvió a mostrar. Robert Scheidt continúa coleccionando medallas olímpicas y ahora junto a Bruno Prada se colgó su cuarto metal, una plata en la clase Star, el mismo que consiguieron Fernanda Oliveira e Isabel Swan en el 470 femenino.
España cumplió en gran parte de sus objetivos. Un oro en Tornado de Fernando Echávarri y Antón Paz, y el plata con sabor a oro de Iker Martínez y Xabier Fernández, junto a los diplomas de Marina Alabau en RS:X y de Onán Barreiros y Aarón Sarmiento en 470 masculino, cumplieron con los objetivos, aunque bien nos podíamos haber llevado alguna más.
En lo que se refiere a instalaciones Qingdao ha dado una lección de cómo debe ser una marina olímpica. No repararon en recursos y el resultado fue espectacular en todos los aspectos, especialmente para los deportistas, que podía ir y venir andando desde la Villa Olímpica, situada dentro del recinto. Más cómodo para ellos, que son los auténticos protagonistas, imposible.
De la calidad de su residencia baste decir que su futuro es convertirse en un hotel de lujo para el futuro puerto deportivo en el que se convertirán estas instalaciones.
En Qingdao lo único que ha faltado ha sido el viento, el motor de la vela. La elección de esta ciudad ya levantó polémica en su momento cuando se supo que la media de viento en los últimos diez años era de entre 6 y 7 nudos, una auténtica pobreza.
La Federación Internacional de Vela, pese a ello, no puso obstáculos para su elección, más al contrario, puso los medios para que se pudieran realizar las regatas. ¿Cómo?. Fácil. Sacó la goma de borrar y quitó de las instrucciones de regatas el viento mínimo para que se pudiera dar la salida de todas las clases. Sin ese mínimo había carta blanca para dar inicio a todas la regatas casi en cualquier condición.
Eso, unido al empecinamiento del Comité de Regatas por cumplir el programa y que nadie se les echara encima tras los Juegos llevó a situaciones totalmente esperpénticas, cuando no hilarantes, como la que se produjo en el primer intento de disputar la regata por las medallas de la clase Finn.
Dieron la salida con tan poco viento que llegó un momento en el que los veleros, en lugar de avanzar iban hacia atrás impulsados por una corriente más fuerte que el viento. Ante el peligro de que los regatistas volvieran a pasar por la línea de salida pero marcha atrás, suspendieron la prueba.
Los 49er. clase espectacular en cuanto hay algo de viento tan bien tuvo lo suyo. Como un político de altos vuelos quería ver las pruebas desde el espigón, el Comité, complaciente, los llevó al campo de regatas más cerca de tierra, donde un increíble viento de dos nudos amargó la vida a los regatistas.
El invento de las regatas por las medallas, en los que los diez primeros tras cumplir el calendario de regatas se jugaban los puestos del podio, y con los que la ISAF pretendía dar más "vida" a la vela ante los espectadores, resultaron un fracaso salvo en el caso del 49er., Tornado y Star, que gozaron de un buen viento cuando salieron al agua. El resto fue de pena.
También asombraron las decisiones del jurado internacional que debía resolver en tierra las protestas. De su particular forma de entender el reglamento salieron damnificados los españoles Iker Martínez y Xabier Fernández, plata en el 49er.
Según estos jueces que el equipo danés disputara la regata por las medallas con otro barco y bandera que no era el suyo después de que por un fallo, solo atribuible a su falta de experiencia, rompiera el palo, es prácticamente una pillería de niños que no merecía sanción.
Reconocieron, en un alarde de cinismo, que la tripulación danesa, que hasta esa prueba había hecho merecimientos en el agua para ganar una medalla, había infringido un buen número de reglas, pero como supuestamente eso no les había dado una clara ventaja sobre sus rivales, pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada.
En una palabra, que las normas de supuesto obligado cumplimiento y reglas de clase tan solo están para que quede bonito el libro de instrucciones de regata porque servir, lo que se dice servir, no sirven para nada.
Esa definición que aparece en los reglamentos de que un barco de regatas es un conjunto único formado por casco, aparejos y tripulación, no debía ser aplicable en este caso.
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