MADRID.- Michael Phelps confirmó hoy su paso a la historia, si no lo había hecho ya, con la conquista de su octava medalla de oro en la natación en los Juegos Olímpicos de Pekín, el reto que se había planteado hace ocho años y para el que ha trabajado desde hace mucho tiempo y con dedicación total.
En unos Juegos celebrados en un país donde el ocho es el número de la suerte, a Michael Phelps también le sonrió esa cifra, como le sucediese al asturiano Samuel Sánchez, portador del dorsal '8' el día de su oro.
Pero para ello, el de Baltimore tiene que pasar seis de los siete días de la semana entrenándose para ser el mejor, para superar a Mark Spitz, para retarse a sí mismo. Ahora, en la capital china ha visto recompensado este trabajo con su entrada en la historia de los Juegos (el deportista con más oros --14--) y el más laureado de la natación.
Este éxito nadie lo esperaría en la infancia del americano que, según cuentan, odiaba como nada meterse en el agua. Sin embargo, descubiertas sus innatas cualidades por su entrenador de siempre, Bob Bowman, se alió con el líquido elemento y consagró su futuro a la natación, dejando de lado todo aquello que pudiera suponer una distracción.
El de Baltimore no falló ningún día e hizo buena otra apuesta, la millonaria de la cadena 'NBC', capaz de cambiar las finales del 'Cubo de Agua' a horario de tarde para que sus paisanos pudiesen ver por la mañana sus victorias. Y es que Phelps es un modelo en su país y su único borrón fue su arresto por conducir bajo los efectos del alcohol unos meses después de los Juegos de Atenas 2004.
Líder y principal figura de una de las potencias de la piscina, Phelps tuvo muy pronto la oportunidad de ofrecer sus cualidades al mundo, en los Juegos de Sydney 2000. Con 15 años y un quinto puesto en los 200 mariposa, enseñó al mundo que era el nadador del futuro. Un año después ya se había coronado en esa distancia en el Mundial de Fukuoka (Japón).
A partir de entonces, se convirtió en el gran dominador de la piscina. Devorando plusmarcas y acumulando títulos mundiales (4 en Barcelona 2003), se presentó en los Juegos de Atenas 2004 como el relevo al mito de Mark Spitz, pero falló en los 200 libres, superado por Pieter Van de Hoogenband e Ian Thorpe. Tampoco pudo conseguir el oro en los 4x100 libres y se marchó de la capital griega 'sólo' con el logro de igualar al gimnasta ruso Alexander Dytayin en metales ganados en una cita (8).
Su obsesiva capacidad competitiva le llevó a doblar sus esfuerzos para Pekín 2008 y continuó mejorando. En los Mundiales de Melbourne de 2007 ya igualó a Spitz en oros y un año después le ha superado, añadiendo sufrimiento en el relevo 4x100 libres y los 100 mariposa, en cuyas celebraciones se vio las ganas que le tenía al reto.
Catorce oros olímpicos acumulan el palmarés de un deportista que acudirá a Londres 2012 con la obligación de mostrar al mundo un nuevo reto, el de batirse y superarse a sí mismo, ante la falta en la actualidad de rivales. Thorpe dijo adiós con 25 años, pero Phelps no da síntomas de agotamiento ni señales de mirar otros objetivos fuera de la piscina.
"No lo hago por el dinero. Es algo que me encanta hacer, ganar una medalla olímpica fue mi sueño desde niño. Si Bob y yo persiguiéramos el dinero, habríamos apostado a otros deportes", observó Phelps tras su oro en los 100 mariposa.
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