Como planteaba hace poco, internet funciona como un procomún gracias a la existencia de varias 'capas de innovación abierta'. Por encima de las infraestructuras, piezas de software como el navegador Firefox desarrollado por Mozilla, aseguran la apertura de herramientas y estándares. Pero, por encima de estas herramientas, se necesitan sistemas legales y prácticas culturales que permitan explotar este escenario digital utilizando modelos de cultura libre, basados en los flujos abiertos de conocimiento y el derecho a la reutilización y la remezcla. En este último nivel surge Creative Commons (CC), otra de las patas que promueven la estructura abierta y colaborativa de internet. Aunque sus objetivos estrictos son legales, proporcionar licencias flexibles para la gestión de la propiedad intelectual en la red, su estrategia es mucho más amplia y, al tiempo que proporciona soporte legal a los usuarios, fomenta una cultura digital consecuente con los paradigmas abiertos.
Para tener una idea actualizada del estado de desarrollo del proyecto CC es útil regresar a la conferencia que impartió Joi Ito, actual CEO de CC, sobre el 'Status of the Commons', en la 4th iCommons Summit que tuvo lugar hace unas semanas en Japón, y que ya comentamos en el post inicial sobre Internet como procomún. Dos datos estadísticos son especialmente útiles para entender el éxito del proyecto. Por una parte, las licencias CC, nacidas en EEUU y por tanto con un sesgo claro hacia el derecho anglosajón, han sido ya trasladadas a 47 jurisdicciones y se encuentra en desarrollo en ocho más.
Por otra parte, estiman que en julio de 2008 existían ya un mínimo de 130 millones de obras licenciadas con CC, con un crecimiento exponencial desde su nacimiento en 2003.
Para completar esta revisión rápida del 'estado del arte', junto al éxito en el uso de las licencias CC, es imprescindible su reconocimiento jurídico que proporcione legitimidad y seguridad a sus usuarios. En este sentido, diversas sentencias han dado un reconocimiento jurídico claro a las licencias CC y copyleft en España, donde opera un sistema legal continental y por tanto diferente al de EEUU, donde nacieron. Pero, además, tal como el fundador de CC Lawrence Lessig anunciaba el 13 de agosto, la Corte de Apelaciones del Circuito Federal de EEUU, que está considerada como el juzgado propio de los casos de propiedad intelectual en EEUU, ha decidido que las licencias CC y otras similares introducen condiciones en el uso de materiales sujetos a copyright y por tanto su violación supone una violación del copyright (más en el blog de Creative Commons). En resumen, su validez jurídica, al mismo nivel que el copyright, está siendo ya reconocida a nivel internacional.
Como en el caso de Mozilla, el éxito de CC necesita el soporte de una organización fuerte, dinámica y adaptada al contexto donde debe difundir sus herramientas y prácticas. El caso de Mozilla nos mostraba cómo, hoy en día, y para competir en un mercado tan exigente como el digital, es necesario desarrollar 'modelos de negocio' para las comunidades de software libre. Mozilla funciona como una estructura híbrida legal y organizativamente que combina una fundación sin ánimo de lucro con una corporación que reinvierte todos sus beneficios en sus productos y tecnologías.
En el caso de CC, su estructura legal y organizativa es más convencional que la de Mozilla dado que se trata de una organización sin ánimo de lucro. Pero en este caso, han optado por innovar en el liderazgo incorporando a su gestión a personajes con gran influencia en los entornos empresariales y/o que saben aplicar estrategias de liderazgo y comunicación que combinan aquellas propias del mundo corporativo con las que proceden de las comunidades de software libre. Como ejemplo claro de esta tendencia, tras la dirección de Lawrence Lessig, CC seleccionó a Joi Ito como CEO, uno de los personajes más paradigmáticos en el mundo de internet, tanto en el entorno empresarial (como inversor en algunas de las start-ups más exitosas de la última década) como en el de la cultura digital. Por ejemplo, será el comisario de la edición de este año del Festival Ars Electronica dedicada a 'A New Cultural Economy: The Limits of Intellectual Property'.
Pero, ¿cómo se conjuga el liderazgo de una organización sin ánimo de lucro y dedicada a promover el dominio público con fuertes intereses empresariales en los que, además, CC puede jugar un papel importante? El propio Joi Ito reflexiona en un post sobre si sus inversiones en diferentes empresas relacionadas con Internet constituyen un conflicto de interés con su papel como líder de CC, Are my investments a conflict of interest as CEO of Creative Commons?
Evidentemente, Ito defiende la compatibilidad de ambas funciones, promoviendo además que cada una de las compañías en las que realiza inversiones use CC (de este modo genera sinergias entre sus compañías), por lo que cree que sus empresas son en estos momentos contribuidoras netas a CC aunque abre el debate para que aquellos interesados identifiquen conflictos de intereses. Aún así, existen en realidad dos posibles conflictos de interés.
La solución a ambos conflcitos depende en gran medida de la actitud personal, ética y transparencia de la persona implicada. Por supuesto, estos factores estarán siempre bajo el control de la propia comunidad de CC y, especialmente, de su consejo.
Pero al lado de estos potenciales conflictos, el propio liderazgo de Joi Ito puede ser fundamental para el futuro de CC, al servir como 'atractor' para posibles usuarios individuales, institucionales o corporativos. Por tanto, una estrategia de éxito parece condenada a conjugar los intereses públicos con aquellos empresariales. En lugar de tratar de separar totalmente los dos ámbitos, la única opción viable, si se quiere promover organizaciones como CC, es gobernar esta conjunción de intereses. Esto es algo común en la economía y culturas digitales, tal como explica Joi Ito:
Históricamente, la involucración de empresas en los procesos [de definición] de estándares no es algo nuevo. Todas las empresas que están interesadas en el uso o el apoyo a estándares abiertos financian y participan habitualmente en las operaciones de las asociaciones y organismos involucrados en la definición y aplicación de estándares. La clave del éxito es asegurar que no exista el riesgo de que estas organizaciones sean capturadas por el intereses corporativos.
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