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El suicidio de un joven minusválido reabre el debate sobre la eutanasia en Francia

EFE
Actualizado 14-08-2008 12:35 CET

París.-  El suicidio de un joven de 23 años, enfermo desde los 6 de una rara enfermedad degenerativa que le estaba conduciendo a la incapacidad total, ha vuelto a reabrir en Francia de forma dramática el debate sobre la eutanasia.

El caso de Rémy Salvat centra hoy la atención de todos los medios franceses, después de conocerse que el joven había escrito al presidente de la República, Nicolas Sarkozy, para pedirle un cambio de la legislación en favor de la despenalización del suicidio asistido.

"Por razones filosóficas personales", le contestó el presidente, "creo que no nos corresponde, que no tenemos derecho, a interrumpir voluntariamente la vida".

Después de haber recibido la respuesta, el domingo pasado Rémy se instaló en su habitación de Valmondois (Val-d'Oise, al norte de París) y tomó una sobredosis de medicamentos que acabó con su vida.

El cuerpo fue encontrado por los padres, que desde hacía tiempo apoyaban el combate del hijo en favor de la eutanasia.

El joven sufría una minusvalía severa progresiva, que le impedía ya andar, resultado de una enfermedad mitocondrial muy rara.

"Como Vincent Humbert, pido que se me permita morir para liberarme de mis sufrimientos", había escrito en mayo a Sarkozy, recordando el caso del tetrapléjico que en 2003 conmocionó a la opinión pública francesa.

Más recientemente, otra muerte en circunstancias penosas sacudió la conciencia de los franceses.

Chantal Sébire, que estaba enferma de un tumor incurable que le deformaba el rostro y le causaba dolores atroces, falleció en marzo por una sobredosis de barbitúricos después de pedir sin éxito a la justicia el derecho a morir dignamente.

"Sé que en Francia", continuaba Rémy en su carta, "no hay ley que permita a los equipos médicos practicar la eutanasia. Esto me impide vivir en paz... es necesario que la ley cambie".

Su ruego al presidente terminaba: "El problema es que usted, señor Nicolas Sarkozy no quiere oír hablar del asunto. Yo, Rémy Salvat, le pido que deje de lado su convicción personal y no haga oídos sordos. Usted puede, si es usted el presidente de todos los franceses".

El 6 de agosto, Sarkozy respondía negativamente en una carta en la que explicaba, no obstante, su voluntad de reforzar y mejorar los cuidados paliativos en Francia.

Frente a la muerte asistida, añadía el presidente, "me gustaría privilegiar el diálogo con el enfermo, y entre él, los médicos y la familia, con toda humanidad, a fin de que se encuentre la mejor solución para cada caso".

Según amigos de la familia, Rémy no quería recurrir a los cuidados paliativos, se sabía condenado y había manifestado conscientemente su deseo de no acabar como "un vegetal".

"Rémy nos decía: mientras que pueda andar viviré. Pero desde hacía varios meses ya no podía utilizar sus piernas y sufría terriblemente", ha contado su padre, Jean-Pierre, según publica Le Figaro.

Hace nueve años, la madre, Régine, en un momento de "hundimiento total" según explicó ella misma a la Justicia, intentó acabar con los padecimientos de su hijo, lo que le valió ser imputada de intento de asesinato, causa que fue sobreseída.

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