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La isla en 48 horas

Por LEONCIO GONZÁLEZ (SOITU.ES)
Actualizado 18-08-2008 12:45 CET

SANTA CRUZ DE TENERIFE.-  Los viajes relámpago cada vez están más de moda. Si quieres escaparte a Tenerife, ¿por qué no?, toma nota de nuestros consejos y anímate. Esto sería un rápido bosquejo de una escapada de 48 horas a Tenerife, eso sí, sin salir de la zona metropolitana.

Para empezar un viajero que parta desde Madrid puede comprar un billete ida y vuelta hasta Los Rodeos (Tenerife Norte) por algo más de 180 euros, en el mejor de los casos. De otra manera, su pasaje puede llegar a los 600.

Una vez en Tenerife, si lo que se pretende es hacer turismo urbanita y de tipo relámpago, hay que tener en cuenta que tanto la capital de la isla, como la segunda ciudad en importancia, La Laguna, más que grandes urbes al uso son, podríamos decir, "pequeñas muestras urbanas".

Cómo llegar

Como decíamos, la puerta aérea más cercana a Santa Cruz (en la isla hay dos aeropuertos) es Los Rodeos, en el municipio de San Cristóbal de La Laguna. Desde allí cualquier 'guagua' pasa por la estación de La Laguna, y las 107 o 108 llegan hasta Santa Cruz de manera directa.

Dónde dormir

Las dos ciudades principales se hallan unidas por barrios populosos y sin demasiado interés turístico, y por ello, la recomendación al viajero es decidir en cuál de las dos quiere pernoctar. Si lo hace en La Laguna podrá elegir entre una, y muy pequeña, oferta de hoteles céntricos (Hotel Aguere en la calle La Carrera o Nivaria en la plaza del Adelantado) colocados estratégicamente en el casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad, y que es un ejemplo del diseño de la ciudad no fortificada que sirvió, en el XVI, como modelo para pergeñar las urbes de la América incipiente.

Si por el contrario el viajero elige dormir en Santa Cruz, se encontrará con una oferta mayor, más variada, más cara, y también, por qué no decirlo, más clásica: hoteles urbanos al uso, situados en el centro neurálgico de la ciudad, con precios más bien estándares que rondan entre los 80 y los 120 euros. Podríamos nombrar a modo de ejemplo el Taburiente, el Contemporáneo, o ya en un nivel un poco más alto el Hotel Escuela Santa Cruz, Atlántida, un NH recién inaugurado o el Sheraton Mencey, un edificio de mediados del siglo XX reformado, que vale la pena visitar por sus evocaciones cosmopolitas y señoriales.

De paseo

La Laguna se presta al ejercicio del callejeo, su casco histórico es un catálogo de edificaciones dignas de ver, pese a que muchas de ellas se encuentran en estado lamentable. Santa Cruz es la otra cara de esta moneda, una capital de provincias, ruidosa y más cosmopolita, orientada al mar, aunque no siempre de cara a él.

Dónde comer

En La Laguna la oferta gastronómica es amplia e interesante.

Va desde sitios donde comer algunas tapas (La casa encantada y el Patio Canario, ambas en Manuel de Ossuna, La Carpintería en la calle Núñez de la Peña, el Obispado en la céntrica calle Herradores, El Guaydil en la calle del Agua, etcétera…) hasta restaurantes de categoría más que aceptable (como Los Mosqueteros, frente al antiguo convento de Santo Domingo; la Osteria da Andrea en la calle Deán Palahi; Al Wadi, también en Manuel de Ossuna, etcétera). En Santa Cruz la propuesta gastronómica es variada, y se puede optar por comer de menú diario a partir de los 9 euros (con bastante calidad, por ejemplo en el Pura Fruta de la calle Porlier, La Hierbita en la calle del Clavel, el Puente Romano en la calle Callao, o el excelente menú vegetariano del Kimpira en San Vicente Ferrer), pasando por la archiconocida comida basura (varios MacDonald, cervecerías que sirven salchichas por metros, locales de bocadillos, etcétera..), hasta auténticos restaurantes de categoría (El Coto de Antonio en General Poded, Solana en Pérez de Rozas, Café del Príncipe en la plaza que lleva su nombre, Clavijo 38 en el barrio de los Hoteles, etcétera), o más tradicionales como El Puntero en la calle de San Clemente.

El clima

La ciudad se encuentra a unos 600 metros sobre el nivel del mar, por lo que su clima, continuamente acariciado por los vientos alisios, es fresco y húmedo, incluso en los meses de verano. Sin embargo, si los vientos rigen del Este, procedentes el continente africano, el calor puede ser intenso y agobiante, debido principalmente a la altitud.

Qué ver

La Laguna ofrece además un interesante catálogo de edificaciones civiles y religiosas de carácter histórico como la Torre de la Concepción, el antiguo convento de Santo Domingo, la Casa de los Capitanes (actual sede de la Alcaldía), el edificio central de la Universidad, o algunas otras que quizá la dejadez institucional ha hecho que permanezcan cerradas (demasiado tiempo) como el Teatro Leal —que parece que finalmente se inaugurará este año después de alrededor de tres lustros en obras— el Paraninfo universitario, o la propia catedral, cuya cubierta se tambalea sin que administración central, autonómica y local se pongan de acuerdo para reformarla...

Un poco de playita

Hay que tener en cuenta que, pese a que la ciudad se encuentra frente a la bahía, y que el Puerto recorre el litoral, es necesario recorrer casi ocho kilómetros para encontrar la playa más cercana (Las Teresitas), y algunos más si lo que uno busca es una verdadera playa atlántica, esto es: arena negra y un mar un poco 'más alegre' (el viajero tendrá, en ese caso, que llegar hasta Las Gaviotas, fuera del circuito al uso). Las Teresitas fue 'construida' a mediados de los 60, a base de arena traída del Sáhara y protegida por un amplio dique que aporta tranquilidad y estancamiento a sus aguas. La playa, que ahora se halla inmersa en un lío de corruptelas políticas y empresariales por especulación urbanística, es cómoda y evoca al Caribe (arena rubia y palmeras), pero desde luego no tiene nada que ver con la autenticidad volcánica del resto la costa tinerfeña. Cerca de aquí, en el barrio costero de San Andrés, se puede disfrutar de una excelente oferta de restaurantes que sirven pescado fresco.

Dónde me compro un capricho

El turismo 'fashion victim' encontrará su 'Jauja de las compras' en el centro de Santa Cruz. La zona más conocida: la calle del Castillo, un boulevar peatonal plagado de tiendas de ropa y calzado, aparatos electrónicos y perfumes, que pusieron de moda a la ciudad en los años 70 con aquello del puerto franco y las ventas 'duty free'. Pero hoy, la ciudad ha ido creciendo y la oferta comercial con ella, por un lado dentro del mismo casco (El Pilar, Parque Boulevar, etcétera), como hacia el ensanche de Cabo-Llanos, donde se ubican varios centros comerciales de tamaño considerable.

Dónde me hago la foto

Llamará la atención del visitante la presencia majestuosa de enormes laureles de Indias, cuyos troncos parecen salidos del Bosque Animado, diseminados por toda la ciudad, una rambla que cruza de punta a punta la misma, y si se visita entre julio y agosto, el rojo intenso de los flamboyanos florecidos. No hay que dejar de visitar el Parque García Sanabria, recién reformado, en el que existe (pese a la reforma) una gran e interesante muestra de árboles exóticos. Así como los imponentes —y costosos — edificios de Calatrava: el Auditorio de Tenerife con su cubierta en forma de… ¿ola?, ¿vela? y el Recinto Ferial. Esa fiebre de vanguardia arquitectónica, impulsada hace algunos años por determinados políticos y políticas, ha convertido a la ciudad en laboratorio para los más modernos diseñadores de edificios. En este sentido, es imprescindible visitar el Palacio de la Presidencia, que mezcla la madera noble de la arquitectura tradicional canaria con el hormigón y el acero, o la remodelación de la Plaza de España, con monumento a los caídos incluido, a cargo de Herzog y DeMeuron (los arquitectos del Nido de Pájaro chino), que no ha traído pocas polémicas por su vanguardismo, o la sede del que se iba a llamar Instituto Oscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea y que ahora se llama Tenerife Espacio para las Artes, creado también por Herzog y De Meuron y que aún no ha sido inaugurado.

De copas

Por la noche, hay una buena alternativa de copas en La Laguna, y alguna que otra discoteca. Hay que tener en cuenta que estamos hablando de una sede universitaria, lo que conlleva irremediablemente oferta nocturna. En verano, dicho ambiente se relaja bastante, ya que los estudiantes regresan a casa. Así que si quieres ir copas es mejor quedarse en Santa Cruz. Ya entrada la noche, la calle de La Noria y sus aledaños se transforman y encuentras muchos sitios donde comer algo y más tarde tomar unas copas. La ciudad ofrece, además, un poco más retirado del centro, algunas discotecas.

El broche final

Por último, vale la pena pasear con tranquilidad por la ciudad y observar con detenimiento las muestras de la arquitectura racionalista de principios del siglo XX, o las figuras de la Exposición de Escultura en la Calle de 1973, entre las que hay obras de Moore, Chirino, Abad, Viseux, Subirachs, etcétera…

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