Pekín.- Rafael Nadal ejecutó una nueva demostración de fuerza ante el ruso Igor Andreev (6-4 y 6-2), para asentarse en los cuartos de final del torneo olímpico de tenis y situarse a orillas del podio de Pekín 2008.
Dando continuidad al nivel ofrecido en la víspera ante el australiano Lleyton Hewitt, el tenista español subrayó su solvencia para superar a la raqueta moscovita, que mantuvo el tipo durante un puñado de juegos. Sin embargo, al primer contratiempo Andreev se desmoronó.
Nadal espera al austríaco Jurgen Melzer en la cuarta ronda de la competición olímpica después de anclarse en una autoridad que refleja su condición de número uno. Solventados los titubeos de su debut ante el italiano Potito Starace, el balear ha tomado carrerilla. No quiere una medalla. Quiere el oro.
Andreev no volvió la cara al cuerpo a cuerpo al que le invitó Nadal en los primeros juegos. Fue sintomático el primer parcial, en el que el español ya dispuso de sus primeras opciones de break. Pero el ruso se agarró a la pista.
Aleccionado por el duelo que mantuvieron hace quince días, que supuso una de las tres victorias que acumula Nadal en los choques particulares, Andreev delató que sus opciones pasaban por arriesgar al máximo en cada uno de sus puntos. La jugada le salió bien a veces, sobre todo al principio. Pero en cuanto perdió precisión amplió notablemente la relación de errores no forzados.
El ruso estuvo bien con su saque pero apenas inquietó el de Nadal. En el séptimo juego el manacorí cimentó su triunfo. Logró el break y pudo cerrar la manga inmediatamente. Otra vez sobre el servicio de Andreev.
El moscovita salió del apuro momentáneamente. Se mantuvo en el partido y dio la sensación de reaccionar al trabajarse tres puntos de rotura cuando Nadal sacaba para ganar el set. No fue capaz de aguantar el tirón. Tuvo una más, pero echó por tierra sus opciones ante la impasibilidad y la fortaleza del español, que cerró el set.
La pérdida del parcial terminó por descentrar a Andreev, que acusó el mazazo. Tiene buenos golpes el ruso, asentado en Valencia, pero aún está distanciado de las alturas. Carece de continuidad. Y de una firme estrategia para llegar a coquetear con los grandes momentos del circuito.
Se delató en la reanudación. Nadal tomó carrerilla y rompió, de entrada, las dos primeras situaciones de servicio que dispuso el moscovita. Se encontró con un 4-0 que resultó definitivo.
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