Tres pelis para esta calurosa semana (no olvidar que el cine y su aire acondicionado son un excelente refugio en estas fechas): 'Taken' (Venganza), de Pierre Morel, una intriga sanguinaria; la adolescente 'Aprendiz de caballero', de David Leland; y 'Cinturón rojo', del irreverente David Mamet.
Le debíamos muchísimo a Luc Besson por haber descubierto a Natalie Portman—a la que luego remodeló el desaparecido Ted Demme en 'Beautiful girls' para filmar a la mejor adolescente de siempre— y crear un thriller cumbre con 'León (El profesional)'. Pero el crédito no es infinito y, aunque explícitamente se dio de baja como director tras 'Arthur y los Minimoys', sigue haciendo daño desde la producción y los guiones. Llega otro de sus residuos en forma de intriga sanguinaria. Liam Nesson, al que cada vez se le va quedando más cara de Takeshi Kitano, es un chucknorrítico vengador de pasado indefinido. Pone París patas arriba a golpe de culata y artes marciales en este producto de capital francés y elenco norteamericano. Se le ha perdido la hija y causa un estropicio que ríete tú del Poseidón. Se hace uno cargo de que las 'stars' tienen que comer, pero ¿tiene que ser a costa de nuestros disgustos?
Si ha visto un cartel anodino en la parada del autobús en que el joven Darth Vader, el Señor Naranja y una inglesita rubita salida de la serie 'O.C.' van vestidos todos de cortesanos, usted ha sido timado, porque no es que el cartel que pudieron ver los yanquis en 2007 (año de producción de la peli), es uno edulcorado en el que Hayden Christensen no blande unas braguitas en la punta de su espada con el resto de protagonistas formando un círculo orgiástico a su alrededor. Si ha posado su vista cansada por tanto calor en el soso cartel del que le hablo, sólo habrá leído el título doblado y no el original 'Virgin territory', toda una declaración de principios de esta 'American pie' a la medieval. En los últimos estertores de Bush Jr. ha vuelto el destete de 'Porky´s'. Los adolescentes hormonados se sentirán a gusto con un carrusel de exhibiciones lujuriosas y gratuitas. Todos los demás, no.
Merece la pena acercarse a ver a Mamet aunque sólo sea porque es un valor seguro ahogado entre tanto despropósito de verano. El dramaturgo más irreverente de Hollywood se desmarca con una de artes marciales para acabar contando la de siempre: las cosas nunca son lo que parecen. El discurso del guionista-director se ve salpicado de filosofía zen y consejillos en pos de la pureza del alma que no molestan para nada dentro de una fábula sobre el honor como valor a reivindicar. Como siempre se rodea de un reparto pluscuamperfecto tanto más 'pluscuam' cuanto más chupan cámara Chiwetel Ejiofor (el marido casi-burlado de Keira Knightley en 'Love actually') y la inglesa Emily Mortimer, quien borda el personaje tipo del escritor. La mirada de esta última es tan líquida que produce dolor físico no poder estirar los brazos desde la butaca y rodearla hasta que todo pase. Le doy cuatro estrellas y media a uno de los finales más sobrios (a la par que incomprensibles) de la temporada.
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