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1. Superman, el héroe que nos hizo volar

Por ALBERTO MORENO (SOITU.ES)
Actualizado 28-07-2008 17:26 CET

Hoy comenzamos una serie que servirá para calentar los motores ante el próximo estreno de 'El caballero oscuro', segunda parte de la renovada saga de Batman, que, desde su estreno en Estados Unidos el pasado 20 de julio, ha cosechado críticas entusiastas y ha rebasado récords de taquilla que parecían imbatibles.

Tras una de las campañas de marketing más virales que se recuerdan, con dosificado goteo de imágenes icónicas y sugerentes trailers basados en el verdadero protagonista de la función —el histórico Joker compuesto por el desaparecido Heath Ledger— el próximo 13 de agosto llegará a España una película maldita con las constantes de su predecesora, 'Batman begins' (2005), muy presentes y a la vez pulidas.

Este thriller ejemplar llega en un momento de la cinematografía norteamericana en el que los superhéroes de acción son rentables protagonistas. Sus historias, basadas en hazañas sobrehumanas, nos hacen soñar en trascender nuestros propios límites. Acuñan una serie de códigos morales encomiables a los que resulta muy atractivo adherirse. Y sobre todo, el sueño de volar, o en el peor de los casos, de saltar muy alto y mantenerse unas décimas más que los demás en el aire, como Michael Jordan, otra suerte de superhéroe. Necesitamos mitos, nos sirven de referente. Batman lo es, pero no fue el primero ni será el último. No es el más famoso. El más famoso es el padre de todos ellos, el protagonista del primer capítulo de este heroico serial: El hombre de acero. Con todos ustedes, Superman.

El padre de todos los superhéroes

Nacido en Krypton, Kal-El fue enviado a la Tierra en una cápsula espacial por su padre, Jor-El, cuando su planeta de origen estaba a punto de explosionar. Las propiedades atmosféricas de la Tierra, sumadas al sol amarillo, conferirían al extraterrestre poderes sobrehumanos que utilizaría siempre al servicio del bien. El hecho de poseer habilidades superiores a las de sus vecinos le habría hecho blanco de desprecios, y a sus seres queridos, objetivo de los malhechores, por lo que Clark Kent (su nombre terráqueo), adoptado por una familia de granjeros, decide llevar sus habilidades en secreto. Primero en Smalville, más tarde en Metrópolis, donde ejerce de periodista sin artículos publicados conocidos. Allí, el perfecto gentilhombre con cara de bibliotecario destaca por su afán de servicio y por su recta actitud moral. Pero tiene un secreto: le encanta cambiarse de ropa en las cabinas de teléfonos.

Dice el diccionario de la RAE que un 'héroe' es un "varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes" o "un personaje de carácter elevado situado en una categoría intermedia entre hombre y dios". El hecho de añadir el prefijo 'súper' a la palabra 'héroe' hace que el término se acerque más a lo divino que a lo humano. Supervelocidad, superaliento, superfuerza y capacidad para desafiar a la gravedad hicieron de Superman quizá el más poderoso de todos los protagonistas que jamás camparon por las tiras cómicas.

Todo ello, sumado a que fue el primero en nacer (1938), de manos de Joe Shuster y Jerry Siegel, animaron al todavía muy televisivo director Richard Donner (en el cine su único éxito hasta la fecha había sido 'La profecía' (1976), pero después de 'Superman' sería responsable de éxitos como 'Los Goonies', 'Lady Halcón' o la saga de 'Arma letal') a llevar a la gran pantalla la primera película de superhéroes amparada por un gran estudio (Warner).

La saga cinematográfica

En 'Superman' (1978) se explican los orígenes del personaje, su juventud y su posterior encuentro con el periodismo y con su alma gemela, la intrépida Lois Lane.

En un ambiente urbano, muy del estilo de los 80, se enfrenta por primera vez a su archienemigo Lex Luthor, un humano limitado en su fuerza pero dotado de una mente criminal con la que poner en jaque a la sociedad global. Ver volar a Superman por primera vez, con la precariedad de los efectos especiales existentes hace 30 años, fue uno de los grandes avances de la historia del cine, y que Donner consiguiera que 143 minutos resultaran pocos para contar los orígenes del hombre de lycra, todo un logro. La música de John Williams y la solidez de un casting en el que cupieron Marlon Brando, Glenn Ford y Gene Hackman redondearon las aristas de una película que recaudó 300 millones de dólares en todo el mundo partiendo de un presupuesto de 55.

Tales resultados hicieron que pensar en una secuela no fuera cosa de genios y dos años después llegó a todos los cines la segunda parte de las aventuras de Superman. Y aquello ocurrió no sin cierta, o mucha, controversia, pues la criatura conoció dos directores. El primero, Donner, tenía gran parte de la película filmada para cuando se estrenó la obra original, pero fue apartado del proyecto al negarse a dotarla de un toque más luminoso por el que abogaban los productores. En su cabeza, Superman II venía a ser una suerte de 'Imperio contraataca' o un 'Templo maldito', no la infantil comedieta que llegó hasta nosotros. Marlon Brando se desvinculó del proyecto y hubo de ser sustituido por la madre biológica de Jor-El en la cueva de hielo donde Superman se busca a sí mismo. Ese y otros desplantes, cuando el testigo de la dirección le fue dado a Richard Lester ('Robin y Marian'), hicieron de la secuela un producto descafeinado con toques de comedia, como la reparación de la bandera de los Estados Unidos en los instantes finales del metraje o la pusilánime explicación que le da Clark a Lois de por qué es quien es y por qué hace lo que hace. Pese a sus muchos errores, la segunda parte seguía teniendo enjundia y hoy por hoy sigue siendo una de las adaptaciones más dignas del planeta cómic, pero el hecho de dejar de tomarse en serio a sí misma fue el inicio del fin de la saga. Como curiosidad, cabe destacar que Richard Donner sacó a la luz hace un par de años el montaje definitivo que él hubiera estrenado. Si bien el resultado no fue radicalmente definitivo porque algunas de las bobinas se perdieron en la nebulosa de los tiempos, la crítica especializada la catalogó como más oscura y menos comercial, y a consecuencia de ello, mejor. Ya sabemos cómo se las gastan los críticos.

'Superman III' (1983), de nuevo dirigida por Lester, dio lugar a una doble cabeza de cartel en la que Richard Pryor compartía molestamente el protagonismo con Christopher Reeve, originando una ligereza narrativa que acercaba más el producto a la segunda parte de 'No me chilles que no te veo' que a una seria continuación. Los fans desertaban por manadas. No era la evolución que se merecía el personaje interpretado por el malogrado Christopher Reeve.

Para poner el broche de hojalata, 'Superman IV: En busca de la paz' (1987), terminó por enfangar una franquicia en la que Warner había perdido la fe hace tiempo. No hay más que reparar en que esta inútil serie 'B', que enfrentó al salvador de la verdad, la paz y la justicia con el Hombre Atómico, le fue encomendada a Sidney J. Furie, engendrador de 'Aguila de acero' y su secuela, así como de varios capítulos de 'V.I.P.', aquella serie de Pamela Anderson. El hecho de que las ganancias no fueran suficientes para cubrir los gastos de esta entrega hizo que el estudio optara por dar carpetazo a la saga hasta 20 años después, pero esa, amigos, es otra historia.


*Este post forma parte de una serie dedicada a Superhéroes de Cine. Puedes ver los publicados pinchando sobre su icono en la imagen superior.

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