Esta semana, traemos ni más ni menos que seis propuestas: Alberto Moreno comenta los estrenos de la brasileña 'Tropa de élite' y la norteamericana 'Hancock'. Por su parte, Volpini comenta dos pelis de estreno y otras dos rescatadas, como aportación especial, de directores que en su día fueron premiados en el Festival de Gijón y cuyas cintas conectan con las de estreno. Una, 'Adam & Paul', porque fue la primera de Lenny Abrahamson; la otra, 'Ultranova', que ganó ese Festival, porque su ambiente se parece bastante al de 'Garage'.
Unas 700 favelas hay en Río de Janeiro, microclimas infernales. En total, 11,5 millones de espectadores vieron 'Tropa de élite' antes de que se estrenara en las salas, lo que no frenó su carrera comercial. 'Tropa de élite' habla de esas favelas. El bombazo taquillero fue similar al logrado por 'Ciudad de Dios' en 2002. Hablamos de cine social. 174 es el nombre del bus que colocó a Jose Padilha en el mapa. En 2003 alumbró un documental sobre el secuestro de un autobús ocurrido en Río en el 2000. Y le llovieron los aplausos. Erre que erre. 'Tropa de élite' pone también un ojo en la realidad espeluznante.
Tres son los protagonistas de este thriller en off: el capitán Nascimento y sus dos delfines, aspirantes a ser sus sucesores al mando de la BOPE (Tropa de Elite de Río de Janeiro), la policía que vigila a la policía. Dice Padilha que si se dejara la justicia en manos de la policía regular, los narcotraficantes no tardarían en hacerse con el poder. Dice Padilha que si los policías honestos libraran una batalla con los corruptos, perderían. Derechas e izquierdas, todos se indignaron en Brasil con esta historia de denuncia a los consumidores intermedios, a los porreros en lugar de los narcos —porque el mundo ha hecho así— o a los polis corruptos —que tan angelitos son —. Se tiende a exaltar al bruto, al torturador y se aprecia la semila de Jack Bauer. Oso de Oro en Berlin 2008. Nudo en la garganta. Fin.
PD: Véanla en portugués porque sin el soniquete no se entiende. Sin la música que empapa las palabras, los tiros —los muchos tiros— son menos desgarradores.
Que odie a Los Simpsons no me exime de saber quién es Homer Simpson. Homer Simpson (al que graciosamente dicen Homero en Latinoamérica) es la caricatura del 'americano medio' (dejémoslo en la del 'americano perdedor'). Pues bien, tengo la teoría de que si le equipas con poderes especiales —con superfuerza y capacidad de vuelo es suficiente—, tenemos a Hancock, el superantihéroe por antonomasia. Le da vida el muy taquillero Will Smith, al que la Cienciología no le ha resultado tan perjudicial como a Travolta y a Cruise. Que sería un bombazo en EEUU, lo sospechábamos todos. Pero adivinar que Peter Berg (quien ofrece una de cal y una de arena), alumbraría una de las más entretenidas parodias de los últimos años, era harina de otro costal. Sin seguir la estela de las chorradas que siguieron la estela de Abrahams y Zucker, el director de 'Very bad things' esculpe un bonito homenaje al 'te quiero más que a mí' y a la reinvención de uno mismo partiendo de un desecho ceniciéntico que surca los aires sin toparse (¡oh, sorpresa!) con ninguna bandera estadounidense.
En el alegre mundo de los viajes mentales, el robot no es la peor de las opciones. Te lleva al manicomio con igual seguridad que el creerte Napoleón o el ser una gallina y es mucho más moderno, aunque añade el peligro de conducirte a la anorexia: el robot se alimenta de energía o, como mucho, aceites industriales, que al organismo humano no le sientan. Éste, además, el de la protagonista de 'I'm a Cyborg', de Park Chan-Wook, tiene una larga historia como descendiente de ratones.
Una película de amor al gusto coreano: rábanos en vinagre y dentadura artificial (¿se acuerda alguien del tráfico dental en 'Río Rojo'?), que no deja de ser, la dentadura, un primer paso hacia el tipo biónico.
Premio al mejor guión en el Festival Internacional de Sitges 2007.
Pertenece al tipo de historias de las que la sola enunciación te abre la boca en un bostezo capaz de tragarse todo el tiempo en el que transcurrieron y, sobre todo, el tiempo de contarlas, de leerlas, de verlas en el cine. La experiencia que no tienes el menor interés en protagonizar, desde el nivel que sea –padre, hijo, amigo, conocido-, y menos aún de sufrir como testigo. Y, sin embargo, ¡qué bien haberla visto! Los actores, el espaciado flujo de los acontecimientos, el paisaje y la necesidad de armar una justicia paralela que ampare al inocente, aunque, también, los inocentes matan…
'Josie' no hace gracia. Es tierno a pesar de que es tonto. No porque es tonto. Eso distingue a 'Garage' de otro cine en el que el falto está de moda como fuente de inspiración, no de reflexión.
De Lenny Abrahamson se presentó en el Festival Internacional de Gijón el año 2005 'Adam y Paul', náufragos de otro tipo de experiencia. Fue la misma edición en que ganó 'Ultranova', de Bouli Lanners, que comparte con la última de Abrahamson el paisaje, tan belga de algún modo, que la película entera se va a Brujas.
James Joyce lastrado con buenas intenciones.
En un país idílico en el que las personas que no se lavan no huelen, en el que los yonkis son, por lo general, bien recibidos entre familiares y amigos, y en el que la ternura por el fruto de pasados amores aparta a dos chicos descarriados, en fase síndrome de abstinencia agudo, de la tentación del latrocinio, 'Adam y Paul' no es sino una odisea sin pastel de riñones, pese a supuestos toques fuertes, como el del muchacho retrasado, los calambres del 'mono' o el previsible final tras una jornada por Dublín: día de vagabundos, náufragos arrojados fortuitamente a las playas de su isla.
La escena de la gasolinera, el mensaje de la Providencia que cae –literalmente- desde el cielo, la visita al perista y la entrada por pies en la televisión harán reír a muchos, en una cinta que, si merece verse, es, además del guiño en el guión, por la estupenda interpretación de sus protagonistas.
La vida es lo que le sucede a uno mientras, normalmente, está pensando en otra cosa.
Ésa es la vida que se vive en 'Ultranova'. Un trío de vendedores de casas: rácano impenitente, pero cercano, vulnerable, golpeado, el jefe; amante empedernido del pecho femenino y experto autonombrado en la belleza del embarazo el más sociable y desenvuelto de los tres; tímido y fantasioso el protagonista, que vive una noche de desazón y amor en la que el más consciente es el que queda a merced de la inconsciencia, como pasa a menudo.
Un retazo de vida que no miente y en cuya inanidad uno se siente a gusto.
Doblemente premiada en el 43 Festival de Cine Internacional de Gijón, "por ese algo indefinible que resulta en la generación de una atmósfera, de un estado de ánimo", 'Ultranova puede atrapar incluso a quien se siente mejor en la ficción pura que en las múltiples formas del retrato.
*Federico Volpini y Alberto Moreno son nuestros colaboradores de cine.
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