Un nuevo informe, esta vez de la OCDE, se manifiesta en contra de los biocarburantes. Al mismo tiempo la UE se plantea reducir sus objetivos en esta materia mientras España niega que sean la causa del encarecimiento de los alimentos.
Las últimas noticias que llegan sobre los biocarburantes no son nada halagüeñas. Informes de diferentes organizaciones culpan a estos combustibles alternativos del alza de los precios de los alimentos y del aumento de la pobreza.
Sin embargo, España no coincide con el posicionamiento de la OCDE, todo lo contrario, se manifiesta a favor de los biocarburantes, e incluso culpa a las petroleras de la campaña que existe en contra de este tipo de combustible, tal como informaba esta semana el diario El País .
Un repaso a los últimos argumentos en contra:
El informe por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) esta semana habla de que las políticas públicas de apoyo a los biocarburantes son costosas, repercuten en los precios mundiales de los alimentos y su utilidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es limitada.
Este documento detalla que el coste de estas políticas públicas será de 25.000 millones de dólares anuales en 2015 en EEUU, Canadá y la Unión Europea (UE), frente a los 11.000 millones de 2006; y que en la actualidad esas medidas son responsables de una reducción neta de menos del 1% en las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al transporte. Con las políticas actualmente en vigor, el 12% de la producción mundial de cereales secundarios y el 14% de la producción mundial de aceite vegetal podrían dedicarse a medio plazo a la producción de biocarburantes. Estos porcentajes se elevarán al 13% para los cereales secundarios y al 20% para el aceite vegetal una vez que entre en vigor en EEUU la ley sobre independencia y seguridad energéticas y que se apruebe en la UE el proyecto de directiva sobre energías renovables.
La OCDE calcula que a causa de las medidas existentes hoy en favor de los biocombustibles los precios a medio plazo del trigo, el maíz y los aceites vegetales se elevarán respectivamente a medio plazo un 5%, un 7% y un 19%, y podrían tener otra subida del mismo orden si entran en vigor las nuevas políticas programadas.
La UE ha fijado de forma oficial el objetivo de un 10% de utilización de agrocarburantes en el transporte para 2020. Sin embargo, hace unos días, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo votó una resolución no vinculante para disminuir este objetivo hasta un 4% en 2015 y una revisión de objetivos para el año 2020, una propuesta que se someterá a aprobación de la Comisión de Industria el próximo mes septiembre.
La Unión Europea fue pionera en adoptar objetivos para el uso de agrocarburantes, puesto que los dirigentes políticos estaban deseosos de adoptar compromisos firmes para combatir el cambio climático y reducir la dependencia de Europa de las importaciones de energía. Pero una corriente internacional de escepticismo parece estar haciendo retroceder esta determinación. Una señal de ello han sido las recientes declaraciones de las naciones del G-8, así como México, Brasil, China, India y Sudáfrica que insistieron la pasada semana en la Cumbre del G-8, en Japón, en que los biocarburantes deben ser compatibles con "la seguridad alimentaria".
El Secretario de Agricultura Edward Schafer de EEUU, declaró recientemente que la producción de biocarburantes ha aumentado apreciablemente los precios de los alimentos mundiales en sólo un 2 o 3% . La administración Bush se ha marcado el objetivo de reducir el uso de gasolina en un 20% en 2017, principalmente por la intensificación de la utilización de etanol. Se calcula que en los EEUU se ha dedicado el 30% de la producción de maíz en la producción de etanol.
En un documento de uso interno del Banco Mundial que se filtró en el diario británico 'The Guardian', se estimaba que los biocarburantes son responsables del 75% del reciente repunte en los precios de los alimentos mundiales, que han aumentado más del 140% entre enero de 2002 y febrero de 2008.
Uno de los países miembros que más han insistido en la reducción del objetivo de la UE en materia de biocombustibles ha sido el Gobierno británico, que indicó que sería necesario un enfoque más prudente a raíz de un documento oficial que planteaba múltiples advertencias sobre este tipo de tecnología, como que contribuye a los altos precios de los alimentos y puede crear más emisiones de gases de efecto invernadero de lo que lo impide.
Se trata de un informe publicado recientemente por la Agencia de Combustibles Renovables británica, del profesor Ed Gallagher, donde se recomienda que la introducción de los agrocarburantes debe ser frenada hasta tener un control más eficaz sobre la sostenibilidad de los cultivos destinados a la producción de este tipo de combustibles, ya que los actuales objetivos de producción podrían causar un aumento de emisiones de gases de invernadero y un aumento de la pobreza en los países menos desarrollados para el año 2020.
La principal recomendación de Gallagher es reducir en el Reino Unido el objetivo fijado para el uso de combustible renovable en el transporte por carretera de un incremento anual del 1,25% al 0,5% hasta el año 2014; y solicita que objetivos mayores al 5% de agrocarburantes después del 2013-14 sean acordados sólo en caso de que se haya demostrado la sostenibilidad de los cultivos de procedencia, evitando los efectos indirectos como el cambio de usos del suelo.
Además, en el citado informe se sugiere incentivar la producción de agrocarburantes a partir de residuos, de algas y de cultivos en tierras marginales que ya no se utilizan para cultivar alimentos. Para impulsar la creación de un mercado basado en estas nuevas tecnologías, se propone introducir en la normativa europea la obligación de producir hasta un 2% de agrocarburantes a partir de estos métodos.
Un documento reciente de Intermon Oxfam asegura que la subsistencia de al menos 290 millones de personas se encuentra en peligro inmediato debido a la crisis de alimentos, y el Banco Mundial afirma que 100 millones de personas han caído ya en la pobreza como resultado de la misma. El 30% del aumento experimentado por los precios de los alimentos es atribuible a los agrocarburantes, lo cual sugiere que éstos han puesto en peligro la subsistencia de casi 100 millones de personas y han arrastrado a la pobreza a más de 30 millones.
Según declaraciones del director de campañas de Intermón Oxfam, Phil Bloomer, debemos ser cautos: "por supuesto, no todos los agrocarburantes son negativos y se deben impulsar; el desarrollo de cultivos, que sin efectos negativos secundarios, reducen emisiones de gases de efecto invernadero; y los objetivos de la UE de suministro de una parte importante de la energía mediante fuentes renovables. Sin embargo, no se pueden negar pruebas a fin de justificar los objetivos que reclaman las industrias no sería ni constructivo ni un comportamiento responsable de la Comisión Europea".
Si la OCDE, el Gobierno británico, Intermón Oxfam y otras ONG’s internacionales, FAO, Naciones Unidas y el Banco mundial declaran que los agro carburantes inciden en alzas de precios de alimentos básicos, basándose en complejos informes técnicos, será por algo.
*Vanessa Sánchez es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature
(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).
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