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Fábricas de cultura

Por LUIS DE LA CUADRA* (SOITU.ES)
Actualizado 01-07-2008 12:55 CET

Se ha publicado el fallo del concurso para la adaptación de dos naves del Matadero de Madrid a su nuevo uso: acercar la vanguardia cultural al ciudadano. Puede que si conseguimos acceder a las propuestas presentadas observemos nuevos planteamientos y proyectos arquitectónicos interesantes. En algunos meses disfrutaremos de las de obras en la ampliación.

Sorprende la aparición simultánea de este tipo de espacios en diversas ciudades de España. Parece que estamos en época de 'acercamientos culturales', luego vendrá la fresa y la seta, o el deporte y la filosofía, pero, hoy, toca cultura.

Hace tiempo que disponemos de bibliotecas, museos o salas de conciertos subvencionados, estos conceptos resultan ya obsoletos. Es preciso conseguir que el observador, el aprendiz o el interesado se aproxime y participe del proceso creativo, de una forma inmediata, fresca y sin esfuerzo (sin malditas barreras culturales). O al menos así nos lo venden. Han aparecido centros culturales con este sello por muchas ciudades.

El pasado mes de febrero, Jesús Carrillo participó en una charla-conferencia-mesa redonda en el Centro Intermediae/Prado (vinculado al centro Matadero) donde defendió un borrador que previamente había puesto a disposición en la red. Proponía como ejemplos paradigmáticos de este tipo de espacios el Matadero de Madrid, la Laboral de Gijón y la Tabacalera de San Sebastián. No parecía partidario de estas actuaciones, y aparentaba estar sorprendido de que le invitasen a exponer sus argumentos. Resultó interesante atender a diversas voces de forma razonablemente organizada rebatiendo, alabando o auto-escuchándose según los casos. El acto fue presentado por Marcos García y aparentemente moderado/animado por Jordi Claramente. Se celebró a escasos veinte metros del Centro Cultural Caixa Forum, que en esas fechas era inaugurado. Toda la pomada cultural muy concentrada. Se hablaba del Procomún cultural, de la participación social, de lo contemporáneo, de la cultura visual (quizá siendo visual excluye el pensamiento), de la colectivización del proceso creativo. Muy interesante.

Yo no asistí.

Todas estas cuestiones están disponibles en la red, buscando poco, aparecen. Luego en el blog tecnocidanos, de Antonio Lafuente, comprendí la necesidad de que las grabaciones de vídeo de estos actos se realicen mediante tomas en movimiento con una disposición circular de los asistentes, que aparezca no sólo el conversador sino también el oyente, pues puede también convertirse en orador.

De forma paralela, se celebraba ARCO, donde se exponía de forma abiertamente comercial (¿y por tanto repugnante?), la obra de los artistas actuales incorporados al mercado. Aparte de todo lo ofrecido en televisión sobre las obras más extrañas, sorprendentes o escandalosas, en uno de los espacios de exposición observé a un 'artista' que estaba creando. Disponía de una pared blanca sobre la que con un carboncillo dibujaba las siluetas de los observadores que pasaban por allí y se paraban. Porque se paraban junto a la pared, y el tipo perfilaba su silueta tratando de no tocar al voluntario (con mayor o menor dificultad según el grosor del modelo). Finalmente, el curioso se retiraba y observaba su perfil (como hacen los turistas caricaturizados de la Plaza Mayor). El artista sonreía, ofrecía su carboncillo y (en el caso que presencié) el modelo se dibujaba un pene, marcando bien el prepucio, y unas gafas y un cigarro, ante las risas y el aplauso general. No volví otro día para ver el resultado final de la obra y del artista.

Se busca acercar el proceso creativo al ciudadano, hacerle partícipe de la producción y así impregnar al creador de los valores de la sociedad. Se ha decidido que la incorporación del bohemio individualista en un 'colectivo de artistas' de distintos campos enriquece su obra y por tanto nos enriquece como sociedad. Son imprescindibles estos espacios de mestizaje de conocimiento. Si alguien entona un argumento contrario a esta vanguardia será anulado con descalificaciones personales y frases hechas escupidas sobre lo manido de su discurso (será católico, facha de Rajoy, y fumador).

El artista, en este espacio, se debe sentir arropado por el público, con el poder del agitador de masas y la autoridad obtenida como representante de la voz del pueblo. Los actores en estos laboratorios de creación deben tener ese aire sucio, de melena quemada y acumulación de símbolos mediante pins y tatuajes, de forma tal que no se pueda pensar que esos jipis son de Esperanza o de Gallardón, ni del PP ni del PSOE. En modo alguno deben parecer manipulables. Domesticaremos a los okupas, para poder ver qué y cómo lo hacen, sin miedo a ser atacados, crearemos un zoológico urbano, y en lugar de con cacahuetes los alimentaremos arrojando subvenciones.

La calle no existe, la red no existe, el espacio que necesitamos es el de las asambleas sindicales de hace cien años. Porque el creador es imbécil, vive en su mundo y no se entera; y luego vete a saber por dónde sale.

Así que, hale, a utilizar las fábricas de cultura; y sobre esos interiores, esas decisiones y la arquitectura del bestialismo, hablaremos.

Luis de la Cuadra es arquitecto y miembro del estudio In Fact

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